Puerto Rico: Un año después del ciclón María

Capitalismo, coloniaje es causa de desastre social

Por Seth Galinsky
8 de octubre de 2018
Lucila Cabrera, de 86 años, en su casa cerca de Barceloneta, Puerto Rico, aún cubierta con toldo plástico. Un año después del ciclón María, 60 mil casas aún no han recibido fondos o ayuda para reparar los techos. FEMA ha rechazado un tercio de solicitudes de ayuda.
Retuers/Carlos BarriaLucila Cabrera, de 86 años, en su casa cerca de Barceloneta, Puerto Rico, aún cubierta con toldo plástico. Un año después del ciclón María, 60 mil casas aún no han recibido fondos o ayuda para reparar los techos. FEMA ha rechazado un tercio de solicitudes de ayuda.

Un año después que el huracán María llegó a la colonia norteamericana de Puerto Rico el 20 de septiembre, el gobierno de Estados Unidos y el de Puerto Rico continúan mostrando su indiferencia de clase hacia el pueblo trabajador en la isla. La mayoría, pero aún no todo el país, tiene electricidad y agua potable la mayor parte del tiempo. Pero 60 mil casas todavía tienen solamente lonas azules como techos y otras decenas de miles fueron destruidas o severamente dañadas. Muchas carreteras y puentes no han sido reparados.

Bajo el despiadado régimen capitalista todos los desastres naturales serios se convierten en catástrofes sociales para los trabajadores. Pero el dominio colonial de Puerto Rico empeoró la catástrofe. Después de insistir por casi un año de que solamente 64 personas habían muerto a causa de la tormenta, el gobernador Ricardo Rosselló finalmente admitió que al menos 2 975 habían perecido.

“Con el gobierno todo es promesa y promesa y el pueblo queda sufriendo”, dijo la maestra jubilada Mildred Laboy, dirigente de Arecma, un grupo comunitario en Humacao, por teléfono el 22 de septiembre. Pocos creen que el gobierno está mejor preparado para el próximo huracán.

Ante la inacción del gobierno, Arecma estableció un centro comunitario donde los trabajadores del área organizaron la preparación de comidas diarias y otra ayuda después de la tormenta.

Los gobernantes imperialistas norteamericanos han explotado los recursos y a los trabajadores de Puerto Rico desde que tomaron control de la isla en 1898. La explotación colonial ha diezmado la producción agrícola. La “isla del encanto”, que a comienzos del siglo pasado producía la mayor parte de sus alimentos, ahora importa el 85 por ciento de Estados Unidos.

Con el inicio de la crisis económica y financiera capitalista mundial en 2007, el gobierno colonial intensificó sus medidas antiobreras. La empresa de energía eléctrica redujo el gasto en mantenimiento y equipos. Los vientos de María destruyeron la red eléctrica.

Gran parte del sistema reconstruido es tan malo como antes. El gobierno admite que se debe renovar el 20 por ciento de la red reparada. Contratistas de Estados Unidos han sacado grandes ganancias, mientras que los trabajadores de la compañía eléctrica estatal a menudo no pueden comprar los suministros que necesitan para vivir.

A pesar de los despidos de decenas de miles de trabajadores, los elevados impuestos a las ventas y los recortes en las pensiones, la deuda pública con los tenedores de bonos al momento del huracán se estimó en 74 mil millones de dólares.

La falta de las preparaciones más elementales para la tormenta de Washington y los gobiernos locales y el menosprecio hacia los trabajadores ha profundizado la desconfianza de los trabajadores hacia todos los partidos burgueses en la isla.

‘Avance en conciencia’

“Ahora todo mundo está consciente de que Puerto Rico es una colonia”, dijo Wency Bonilla, terapeuta ocupacional, al Militante por teléfono desde Caguas el 22 de septiembre. “Hasta los estadistas lo dicen, antes para ellos esto era una obscenidad.” Miles de trabajadores han participado en protestas contra la lentitud de la restauración de la electricidad y el cierre de las escuelas.

“Las gentes que protestaron era su primera vez,” dijo. “Por un lado vemos un adelanto, una mayor conciencia, pero la mayoría todavía no ve una solución en un Puerto Rico soberano.”

La Agencia Federal para el Manejo de Emergencias ha distribuido o comprometido a entregar 1.3 billones de dólares a individuos y 3.4 billones en subvenciones públicas para ayudar a reparar los daños del huracán. Pero hasta ahora, FEMA ha rechazado casi un tercio de las 1.1 millones de solicitudes de ayuda.

Como pueden atestiguar los trabajadores en Estados Unidos azotados por los recientes huracanes desde Texas hasta Luisiana y las Carolinas, la “ayuda” que brinda FEMA siempre es inadecuada. En la colonia de Estados Unidos es aún peor.

El Miami Herald informó que desde el 1 de junio, los sobrevivientes de María en Puerto Rico que calificaron para recibir ayuda recibieron un promedio de 1 800 dólares, menos de una quinta parte de lo que recibieron los sobrevivientes del huracán Harvey en Texas.

“Cada 20 minutos hay un Walmart, Best Buy o Costco”, dijo Cándido Santiago, un negociante de Humacao el 22 de septiembre. “A las grandes cadenas les va bien, pero no a los negocios pequeños”. Unos 8 mil de los 44 mil negocios pequeños de la isla han cerrado desde la tormenta.

“El dinero de las cadenas no se queda aquí, va a Estados Unidos” añadió. “Y ni dan trabajo completo sino solo cuatro horas para evitar pagar los beneficios”.

El Departamento de Educación ha cerrado 254 escuelas en el último año, a pesar de numerosas protestas, citando una disminución en la matrícula. Para 2010, con tantas personas que se han ido de la isla huyendo las deterioradas condiciones, había más puertorriqueños en Estados Unidos que en Puerto Rico. Unos 200 mil más salieron después de la tormenta, aunque muchos han regresado.

La Junta de Administración y Supervisión Financiera nombrada por el presidente Barack Obama para garantizar los pagos a los tenedores de bonos y con poder de veto sobre todas las decisiones financieras del gobierno puertorriqueño, continúa insistiendo en recortes drásticos en los servicios públicos, atención médica y pensiones, más despidos, y privatización del sistema eléctrico.

Vieques: ‘Colonia de una colonia’

En la isla de Vieques frente a la costa este de Puerto Rico, la gente dice que viven en la colonia de una colonia. La empresa estatal eléctrica no ha restaurado la conexión a un cable eléctrico submarino y la única electricidad proviene de generadores.

El centro de diálisis en Vieques cerró después de la tormenta. La única forma de que los pacientes reciban el tratamiento de tres veces por semana que necesitan para mantenerse con vida es viajar a la isla principal en transbordador o avión.

Por lo menos cinco pacientes han muerto desde la tormenta. El gobierno ha prometido durante meses una unidad móvil de diálisis, pero no ha llegado.

Ismael Guadalupe, un maestro de escuela jubilado y activista por mucho tiempo de la exitosa lucha para sacar a la marina estadounidense de Vieques, dijo al Militante que tuvo suerte de que ya no necesita diálisis, después de recibir un trasplante de riñón antes de la tormenta. Como todo bajo el capitalismo, dijo, “todo es un negocio. Se aprovechan de nuestra tragedia”.

Con el inicio de la crisis económica capitalista mundial, muchas fábricas de propiedad estadounidense cerraron. Pero los capitalistas norteamericanos dependen de la mano de obra relativamente barata en Puerto Rico para generar miles de millones en ganancias.

Hay alrededor de 50 fábricas farmacéuticas en Puerto Rico, una parte clave de la cadena de suministro de medicamentos del mundo y de Estados Unidos, incluida la instalación más grande de Amgen en el mundo, con 2 700 trabajadores en Juncos. Johnson & Johnson tiene 3 700 trabajadores en seis fábricas en cinco ciudades. Y 11 de los 20 medicamentos más vendidos en todo el mundo, incluyendo Viagra, tienen componentes fabricados en Puerto Rico.

Amgen está invirtiendo 40 millones de dólares para construir su propia planta para proporcionar calefacción y electricidad sin importar el tamaño de las tormentas.