¿Sufren de ‘Síndrome de locura por Trump’ los liberales frenéticos?

Por Terry Evans
8 de octubre de 2018

A medida que se acercan las elecciones de noviembre, los liberales del Partido Demócrata y los medios, y la izquierda de clase media, se están aferrando a todo para impulsar su frenética “resistencia” contra la presidencia de Donald Trump. Los motiva el temor a los trabajadores que votaron por Trump, quienes, según ellos, son racistas y reaccionarios y deben ser controlados.

Su frenesí está profundizando la fragmentación del Partido Demócrata. Los Socialistas Democráticos están compitiendo con los “progresistas” para ser los mejores representantes de la “resistencia”.

Trump y algunos de sus partidarios han respondido diciendo que los liberales tienen el “Síndrome de locura por Trump”. Esta descripción ha erizado a columnistas del New York Times.

En su columna del 16 de septiembre titulada, “No es trastornado sino ¡resuelto!”, el escribano del Times Charles Blow dice que el presidente fue elegido por “la ansiedad racial blanca, reacción al primer presidente negro, inquietud sobre la posibilidad de la primera presidenta, supresión de votantes, apatía de los votantes, y un ataque de los rusos contra nuestras elecciones”.

Dice que debido a Trump “vivimos con los nervios tensos y nuestros cuerpos en vilo”. Y agrega: “Este constante estado de caos y ansiedad ha sido agotador y casi insoportable”. Y los trabajadores son un problema, porque “hay gente que lo apoya sin vacilación y sin cuestionarlo”. Si suena como que Blow está un poco trastornado.

Los liberales han respondido con un esfuerzo sin precedentes para pintar a la administración más allá de lo tolerable.

La congresista Maxine Waters llamó a los miembros de la resistencia a que busquen a miembros de la administración y los acosen. Este tipo de incitación produjo su resultado supremo el año pasado cuando James T. Hodgkinson, un partidario de Bernie Sanders, fue a una práctica de softball de congresistas y disparó contra los legisladores republicanos. Le disparó al representante Steve Scalise, casi matándolo, antes de ser detenido.

Otros miembros de la “resistencia” proponen restricciones a los derechos políticos y al derecho al voto de los trabajadores, los cuales Hillary Clinton calificó de “deplorables” en su fallida campaña de 2016. El llamado más reciente, proviene de otro columnista del Times, David Leonhardt, quien está exigiendo que se establezcan límites a la duración del cargo de los jueces de la Corte Suprema. Denunció la “aleatoriedad del tiempo que viven los jueces”.

Su propuesta convertiría a la Corte Suprema aún más en otro cuerpo legislativo, el sueño constante de los liberales, con una membresía que cambia para impulsar la agenda política de cada administración. Esto requeriría un cambio en la Constitución, pero para los liberales ese documento es anticuado.

El Times publicó una reseña del libro Cómo funciona el fascismo de Jason Stanley, quien dice que el fascismo es “ultranacionalismo de cierta variedad (étnico, religioso, cultural) en el que la nación queda representada en un dirigente autoritario que habla en su nombre”.

Él argumenta que Trump encaja bien. “Y 20 meses después de la presidencia de Trump, aumentan las pruebas de que él tiene razón”, dice el crítico del Times, Peter Beinart.

Pero hoy Estados Unidos no es un país fascista. Los trabajadores no han sido aplastados tras un intento de su parte de tomar el poder político. Los capitalistas no ven la necesidad de entregar el poder a un dictador bonapartista como la única forma de defender su sistema. Los trabajadores hoy pueden luchar para defender y expandir sus derechos políticos, y lo hacen.

Es una calumnia decir que los trabajadores son más racistas y reaccionarios hoy. Debido a la batalla proletaria masiva por los derechos de los negros, y décadas de convivencia con trabajadores inmigrantes, hoy, los trabajadores son menos racistas, menos antiinmigrantes que nunca.

Leonhardt escribió otra columna para el Times el 16 de septiembre, titulada “El síndrome de locura por Trump es un mito”. Ataca al ala de Bernie Sanders y de los Socialistas Democráticos de América del Partido Demócrata, diciendo que los demócratas “no se han convertido en izquierdistas radicales”. Él cree que los “izquierdistas” son un peligro para las oportunidades de los demócratas en las elecciones.

Lo más importante, concluye, “El único error que ningún votante debería cometer es actuar como si los dos partidos fueran versiones diferentes de la misma cosa”. Pero eso es algo que muchos trabajadores correctamente perciben y la razón por la qué el Partido Socialista de los Trabajadores obtiene buenas respuestas hoy.

Declive del ‘orden mundial’

Los gobernantes de Estados Unidos se enfrentan a un punto histórico a medida que el “orden mundial” que impusieron después de emerger como vencedores de la segunda masacre mundial imperialista en la década de 1940 se desmorona. La Casa Blanca de Trump lo reconoce y ha dejado de funcionar sobre la falsa premisa —en la que se basaron las últimas varias administraciones demócratas y republicanas— de que los gobernantes capitalistas norteamericanos aún pueden imponer su voluntad donde les de la gana. Están presionando a las instituciones y alianzas del pasado, buscando acuerdos bilaterales para mitigar las amenazas de guerra y lograr cierta estabilidad para el capital norteamericano.

En un artículo publicado en el Washington Post el 30 de agosto, titulado “La presidencia de Trump marca el fin del siglo americano”, Mitchell Lerner lamenta “la posible desintegración del sistema de alianzas internacionales, lo cual ha sido fundamental para el éxito de Estados Unidos”. Lerner afirma que organismos como la OTAN, la ONU y la Corte Internacional aseguran la “paz y prosperidad”.

Los pasos de la Casa Blanca —desde Corea hasta Afganistán y Medio Oriente— pretenden impulsar los intereses de los capitalistas. Pero tienen resultados imprevistos que son buenos para el pueblo trabajador, que abren espacio para la discusión política, el debate y la acción de los trabajadores en defensa de sus derechos e intereses de clase.

“El Partido Socialista de los Trabajadores comienza con el hecho de que Estados Unidos está dividido en clases con intereses opuestos, como es el caso con las potencias capitalistas en competencia. Los trabajadores impulsamos nuestros intereses cuando nos organizamos independientemente de los patrones, sus partidos y su estado”, dijo el 19 de septiembre Róger Calero, candidato del PST para gobernador de Nueva York. “Esta es la vía para aumentar la confianza y conciencia de clase de los trabajadores. Impulsa la solidaridad internacional obrera. Es el camino para construir un movimiento que pueda tomar el poder político”.