Los miembros del Partido Socialista de los Trabajadores encontraron gran interés en el partido durante las elecciones de 2018, en cómo el PST defendió a trabajadores en huelga para defender sus empleos, salarios y seguridad, y cómo se unió a protestas contra la brutalidad policial, el odio anti-judío, por el derecho de la mujer a elegir el aborto y por la amnistía para los trabajadores indocumentados. Las oportunidades para continuar la discusión en las elecciones estatales y municipales programadas para 2019 son muchas.
Abatidos por la crisis del gobierno capitalista actual, desde los veteranos que regresan de las guerras del imperialismo en el extranjero hasta los trabajadores que enfrentan salarios bajos y desempleo, desde el deterioro del transporte público y la vivienda inadecuada hasta los ataques a los derechos políticos, los trabajadores están buscando formas de defender sus intereses.
Eso es también lo que está detrás de los resultados de las elecciones de 2018, y por qué continuará la crisis en el partido Demócrata y el Republicano, los partidos capitalistas que han gobernado durante décadas a través de su juego de elegir el “mal menor”.
Es por eso que la histeria anti-Donald Trump de los liberales y la izquierda de clase media continuará.
No cambio a la derecha
“La característica más importante de la votación del martes fue la ausencia de una ola azul”, escribió Gabriel Schoenfeld, ex asesor del candidato presidencial republicano Mitt Romney en 2012, en una columna del 8 de noviembre en el diario USA Today.
“El electorado no repudió a Trump”, se queja Schoenfeld. “En cambio, optó por normalizar lo extremadamente anormal”.
Schoenfeld afirma que “los mítines de estilo fascista de Trump” son una prueba de que “miles de nuestros compatriotas estadounidenses” han sido “atraídos hacia la degradación moral”.
De hecho, las elecciones confirman lo contrario: no ha habido un aumento en el racismo, la xenofobia, la misoginia ni ninguna otra forma de reacción ideológica entre los trabajadores en Estados Unidos.
En Florida, los liberales gritaron que la elección de Ron DeSantis, respaldado por Trump como gobernador de Florida, era una prueba más de que los trabajadores se estaban convirtiendo en derechistas y racistas. Pero esos trabajadores aseguraron que la Enmienda 4 a la constitución del estado, que restaura el derecho al voto a más de un millón de personas condenadas por delitos criminales, un tercio de ellos afroamericanos, se aprobara de forma aplastante con el 64 por ciento del voto a favor. La enmienda ganó la mayoría de todos menos unos pocos distritos en el estado, tanto los de demócratas como los de republicanos, sin importar la raza o la nacionalidad.
Y a los pocos días de las elecciones, el presidente Trump anunció su apoyo a un proyecto de ley bipartidista ante el congreso que eliminaría algunas de las leyes de “penas mínimas” y “tres strikes” más onerosas y draconianas, impuestas por primera vez durante el gobierno de Bill Clinton.
El desprecio por la clase obrera expresado por Schoenfeld no es nada nuevo. En abril de 2008, el entonces presidente Barack Obama, refiriéndose a los trabajadores de las ciudades pequeñas y rurales golpeados por la crisis económica capitalista, dijo que “se amargan, se aferran a las armas o la religión o la antipatía a las personas que no son como ellos, o el sentimiento anti-inmigrante o el sentimiento anti-comercio como una forma de explicar sus frustraciones”.
Para los expertos y meritócratas liberales, los trabajadores son “extremadamente anormales”.
¿Qué pasó con los ‘socialistas’?
Los medios liberales y de izquierda se han centrado en Alexandria Ocasio-Cortez, miembro del partido Socialistas Democráticos de América, y la mujer más joven elegida al congreso. A pesar de toda la exageración, su elección, como la de un puñado de otros nuevos demócratas “socialistas” no es una ruptura con la política capitalista.
Ocasio-Cortez se presentó como un demócrata para promover una forma más amable de dominio capitalista. Su programa, similar al de Bernie Sanders de seguro de Medicare para todos y otros esquemas de reforma no harían nada para desafiar la explotación y el gobierno capitalista. Ella respalda a la septuagenaria Nancy Pelosi “como la candidata más progresista para presidente de la cámara”.
Ni los demócratas ni los republicanos de ningún tipo, ni sus partidos rivales, ni Donald Trump señalan un camino hacia la clase obrera y todas las víctimas de la opresión capitalista.
Es por eso que el Partido Socialista de los Trabajadores dice que el pueblo trabajador debe romper con los dos partidos del dominio capitalista y emprender un camino de lucha independiente y acción política de la clase trabajadora. El partido presentará candidatos en las próximas elecciones de 2019, quienes explicarán por qué los trabajadores deben pensar socialmente y actuar políticamente, independientemente de los partidos capitalistas y el estado. Unirse a las luchas de hoy, decir la verdad sobre la crisis del capitalismo y plantear demandas que pueden unir a los trabajadores, señalarán un camino para que los trabajadores tomen el poder político de manos de la clase capitalista.