‘En defensa de la clase trabajadora norteamericana’

Líder del PST aborda en nuevo libro: ‘¿Son capaces los trabajadores en EUA de hacer una revolución socialista?’

28 de enero de 2019
Panel sobre la lucha de clases en EE.UU. en Taller Internacional Primero de Mayo en La Habana, en abril 2018. Desde izq., Willie Head, Omari Musa, Alyson Kennedy, Jacob Perasso, Mary-Alice Waters.
Maykel Espinosa/Juventud RebeldePanel sobre la lucha de clases en EE.UU. en Taller Internacional Primero de Mayo en La Habana, en abril 2018. Desde izq., Willie Head, Omari Musa, Alyson Kennedy, Jacob Perasso, Mary-Alice Waters.

En defensa de la clase trabajadora norteamericana, un nuevo libro por Mary-Alice Waters, que ya está a la venta.

El libro presenta la charla de Waters en una conferencia internacional en La Habana auspiciada por el Instituto de Historia de Cuba y la Central de Trabajadores de Cuba (CTC), la central sindical nacional. El encuentro celebrado del 24 al 26 de abril de 2018 fue parte de los eventos del Primero de Mayo, que incluyeron las marchas en las que más de un millón de trabajadores se movilizaron en La Habana y por toda Cuba para apoyar su revolución socialista.

Waters es miembro del Comité Nacional del Partido Socialista de los Trabajadores y presidenta de la editorial Pathfinder. Su charla fue publicada en la edición del 9 de julio del Militante. La versión publicada en el libro fue editada por Waters.

Después de su charla habló un panel sobre la lucha de clases en Estados Unidos titulado “De Clinton a Trump: Cómo el pueblo trabajador en Estados Unidos está respondiendo a la ofensiva antiobrera de los patrones, sus partidos y su gobierno”.

Como explica el editor de Pathfinder, Martín Koppel, en el prefacio, los panelistas “son dirigentes y partidarios del Partido Socialista de los Trabajadores con muchos años de experiencia en industrias básicas y sindicatos así como en la agricultura. Describieron las muchas formas entrelazadas de explotación y opresión capitalista que enfrenta el pueblo trabajador en Estados Unidos capitalista”.

Más importante aún, dice Koppel, los panelistas “explicaron cómo los trabajadores han luchado contra esta ofensiva de 40 años por parte de los patrones y su gobierno. Sobre todo destacaron la huelga de los maestros en Virginia del Oeste y el ímpetu que le dio a una ola de huelgas y protestas de empleados escolares en los primeros meses de 2018, que se propagaron a Oklahoma, Kentucky, Arizona y otros estados”.

En defensa de la clase trabajadora norteamericana incluye resúmenes de las presentaciones y biografías breves de los panelistas.

El libro cierra con el texto de una transmisión de Radio Habana Cuba, publicada en el Militant en 1981, que describe la historia de la lucha de los mineros del carbón y del sindicato de mineros (UMWA).

Esta semana publicamos las presentaciones de Róger Calero y Omari Musa.

Copyright © 2019 por Pathfinder Press. Reproducido con autorización.

Róger Calero. Róger llegó con su familia a Estados Unidos desde Nicaragua cuando tenía 15 años. Ha trabajado en plantas empacadoras de carne en Minnesota y Iowa, donde fue miembro del Sindicato Unido de Trabajadores de Alimentos y del Comercio (UFCW) y participó en campañas de sindicalización y luchas sindicales en defensa de los derechos de los trabajadores inmigrantes. En 2002 el gobierno norteamericano lo arrestó y amenazó con deportarlo, provocando una exitosa campaña internacional de defensa que ganó el apoyo de muchos sindicatos. Fue candidato presidencial del Partido Socialista de los Trabajadores en 2004 y 2008.

Calero enfocó sus palabras en lo que está en juego para el movimiento obrero en torno a la defensa de los trabajadores inmigrantes. Explicó qué hay detrás de la campaña antiinmigrante que la administración de Donald Trump ha intensificado, y cómo la clase obrera en Estados Unidos se ha visto fortalecida por la incorporación de millones de trabajadores nacidos en el exterior.

Róger Calero
Róger Calero

La lucha política para convencer al movimiento obrero y a la gran mayoría del pueblo trabajador de que defiendan a los trabajadores inmigrantes, dijo, “es una cuestión de vida o muerte para la clase trabajadora”. El uso de los inmigrantes como chivos expiatorios es una de las principales armas que la clase dominante y sus dos partidos usan para dividir y debilitar a los trabajadores.

El origen de los prejuicios antiinmigrantes, apuntó, no es la clase trabajadora. Son los patrones, quienes fomentan y se benefician de estos prejuicios, al igual que sacan ganancias de la discriminación contra los negros y las mujeres. Ellos traen la mano de obra inmigrante para aumentar la competencia entre los trabajadores, destruir sindicatos, reducir los salarios e intensificar la explotación de la clase obrera en su conjunto, como hicieron en la industria empacadora de carne en los años 80.

“Cuando los sindicatos no organizan una lucha eficaz para defender los intereses de toda la clase trabajadora —incluso para sindicalizar a los trabajadores indocumentados— los intentos de convertir a los inmigrantes en chivos expiatorios encuentran un eco entre capas de la clase obrera”, recalcó Calero. “Pero es la competencia para vender nuestra fuerza de trabajo, y no el racismo, lo que propicia estas actitudes”.

El propósito de los gobernantes norteamericanos no es detener el flujo de inmigrantes, solo regularlo en función de sus necesidades, como siempre han hecho. “Los vulgares prejuicios racistas que lanza el presidente Trump y otros alrededor suyo”, dijo Calero, “su agitación a favor de ‘construir el muro’, las brutales detenciones, redadas, deportaciones, auditorías de inmigración en centros laborales y demás medidas represivas van encaminadas a aumentar la inseguridad y el temor entre todo el pueblo trabajador, no solo entre los inmigrantes”.

Pero son los propios gobernantes quienes se ven motivados por temor: temor de las batallas de clase que se avecinan y de la unidad que se puede forjar entre los trabajadores nacidos en Estados Unidos y los oriundos de otros países. Esto lo hemos visto en las empacadoras de carne del Medio Oeste, las minas de carbón en Utah y en otras luchas sindicales y sociales.

“La lucha política por ganar la amnistía para los trabajadores indocumentados y defender los derechos de los inmigrantes es inseparable de la lucha para unificar a la clase trabajadora en su conjunto”, dijo Calero. “Es imprescindible para reconstruir un movimiento sindical que luche por los intereses de toda nuestra clase”.

Omari Musa. Omari ha trabajado en todo tipo de empleo, con o sin sindicato, durante medio siglo, desde los ferrocarriles y la industria petrolera hasta una fábrica de helado, de California a Florida. Actualmente reside en Washington, donde trabaja en Walmart. Ha participado toda su vida en batallas para defender los derechos de los africanoamericanos y es dirigente nacional desde hace muchos años del trabajo en defensa de la Revolución Cubana, tanto dentro como fuera del movimiento sindical.

Musa respondió a las afirmaciones de muchos liberales y radicales de izquierda en Estados Unidos de que el racismo está creciendo y que la mayoría de los trabajadores caucásicos —por ejemplo, la mayoría de los maestros en huelga en Virginia del Oeste— son reaccionarios. Por eso, según afirman, Donald Trump fue elegido presidente y no Hillary Clinton.

Musa creció en el Sur Profundo, bajo las condiciones de discriminación racial institucionalizada del sistema Jim Crow. Dijo que él conoce la diferencia entre esa época y la actual. Se refirió a “la revolución social que se produjo en Estados Unidos” a raíz del masivo movimiento dirigido por negros en los años 50, 60 y principios de los 70, que destruyó esas instituciones de segregación racial y cambió profundamente la conciencia del pueblo trabajador, tanto entre negros como caucásicos. “Hoy día la fuerza laboral está más integrada racialmente que nunca, y es más difícil que en cualquier época anterior que la clase dominante use el racismo para dividirnos”, dijo. “Esa revolución social nos fortaleció a todos”.

Todavía abunda la discriminación racial, subrayó Musa. Estas divisiones son una fuente de cientos de miles de millones en ganancias para los patrones, y jamás serán eliminadas mientras exista el capitalismo. Pero el racismo y la violencia antinegra están disminuyendo, no creciendo. “Provocaciones organizadas por grupos supremacistas blancos, como la de agosto de 2017 en Charlottesville, Virginia, atraen unos pocos centenares, y no miles como sucedía hace apenas unas décadas. No hay turbas violentas que agreden a los negros en la calle y en sus hogares”. Una semana después de la provocación de Charlottesville, en que una contramanifestante fue muerta, 40 mil personas se volcaron a las calles de Boston para repudiar la acción ultraderechista.

Musa señaló el ejemplo del futbolista estrella africanoamericano Colin Kaepernick, quien rehusó ponerse de pie para el himno nacional como protesta contra los asesinatos policiacos y los ataques racistas. “Se convirtió en héroe para millones, de todas las razas”.