El arresto de 680 trabajadores inmigrantes en siete plantas procesadoras de pollo en seis ciudades del estado de Mississippi el 7 de agosto, y la amenaza de su deportación tiene como fin infundir miedo a los millones de trabajadores indocumentados en el país, así como a dividir a la clase trabajadora enfrentando a los trabajadores nacidos en el extranjero con los nacidos en Estados Unidos.
Desiree Hughes estaba trabajando en la planta de Koch en Morton durante la redada. Policías fuertemente armados rodearon las plantas mientras sobrevolaban los helicópteros como si buscaran criminales peligrosos.
Los policías de inmigración dejaron ir a Hughes cuando les dijo que había nacido en Estados Unidos. Pero dos de sus amigos fueron arrestados. Los agentes de ICE “no permitieron que me dieran sus llaves, teléfonos celulares, o hablar con ellos”, dijo a la prensa.
Hubo un momento en el que familiares y amigos se congregaron afuera de la planta, muchos de ellos coreando “déjenlos ir”, mientras los autobuses pasaban con los arrestados.
El Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) se jactó de que esta fue la redada de inmigración más grande hasta ahora. En 2008, casi 600 fueron arrestados en Howard Industries en Laurel, Mississippi.
“Hay que tratar de luchar, encontrar un abogado, tratar de sacarlos, luchar contra el sistema”, dijo María Elizabeth Tello, otra ciudadana estadounidense que trabaja en Koch. “Estas personas no han hecho nada. Solo están aquí para trabajar”.
Aunque muchos trabajadores nacidos en Estados Unidos, como Hughes, se oponen a las redadas y deportaciones, algunos trabajadores de la planta han adoptado la retórica virulenta antiinmigrante de sectores de la clase dominante norteamericana. Algunos gritaron “llévenselos” durante la redada, dijo Tello.
Los partidarios de los derechos de los inmigrantes realizaron al día siguiente una rueda de prensa y una protesta en las oficinas de la NAACP en Jackson.
Jason Coker, coordinador de la iglesia Cooperative Baptist Church, en Jackson, quien participó en la protesta, dijo al Militante que él fue a Canton tras la redada. “Estas personas han estado aquí 14, 15, 16 años y todos sus hijos nacieron y se criaron en Canton”. Calificó la redada y las posibles deportaciones como “diabólicas”.
Wayne Daniels, presidente de la NAACP de Jackson, dijo en la protesta que hará todo lo posible para apoyar a las familias de los detenidos. Según ICE, más de 300 de los detenidos fueron liberados al día siguiente de la redada, pero tienen que portar grilletes electrónicos.
El fiscal federal Mike Hurst dijo en una rueda de prensa que las redadas están dirigidas igualmente a los trabajadores indocumentados y a los “que usan extranjeros ilegales para obtener una ventaja competitiva”. Pero las redadas en realidad ayudan a los patrones en sus esfuerzos para reducir los salarios al aumentar el miedo entre los trabajadores indocumentados de que puedan ser capturados por ICE.
Dos de las fábricas en las que hubo redadas, la de Koch Foods en Morton y la de Peco Foods en Canton están organizadas por el sindicato de la industria alimenticia UFCW. Los funcionarios sindicales, sin embargo, no emitieron un llamado a que no sean deportados sino que se respete su “derecho al debido proceso”.
El presidente Donald Trump defendió las redadas el 9 de agosto y dijo: “Quiero que la gente sepa que si entran ilegalmente a Estados Unidos, van a salir”.
Su política se apoya en las de las administraciones anteriores. Hasta el 2008, las redadas en las fábricas eran rutinarias. Pero a raíz de las protestas masivas de los trabajadores inmigrantes en 2006, incluida una huelga el 1 de mayo de más de un millón de personas en contra de proyectos de ley antiinmigrantes, y protestas posteriores que incluyeron a un número significativo de trabajadores nacidos en Estados Unidos en respuesta a las redadas, el gobierno cambió de táctica.
Después de 2008, empezó a utilizar lo que llamaron redadas silenciosas, despidiendo a miles de trabajadores después de que ICE realizara “auditorías” de inmigración en las fábricas.
La administración Trump ha reanudado las redadas de fábricas. No obstante, el número de deportaciones bajo su administración no ha alcanzado las de Bill Clinton u Obama.
Mano de obra inmigrante
Los gobernantes de Estados Unidos no tienen por ahora la intención de realizar deportaciones masivas. Ellos dependen de la mano de obra inmigrante para competir contra sus rivales a través del mundo.
De hecho, ante lo que muchos patrones consideran una escasez de mano de obra, Washington ha estado expandiendo su programa de “trabajador huésped” otorgando 250 mil visas este año, más del triple del número de visas en 2017.
Bajo el programa, los trabajadores obtienen visas temporales que les permiten trabajar “legalmente” en Estados Unidos. Pero si renuncian o son despedidos, están sujetos a la deportación.
“El pueblo trabajador tiene que superar la competencia y las divisiones fomentadas por los patrones y su sistema político”, dijo Candace Wagner, candidata del Partido Socialista de los Trabajadores para la Asamblea General de Nueva Jersey. “Necesitamos exigir una amnistía para los indocumentados y el fin inmediato de las redadas y deportaciones”.