LONDRES — El nuevo primer ministro británico, Boris Johnson, prometió sacar al Reino Unido de la Unión Europea para el 31 de octubre, a la vez que pretende afrontar la profunda crisis del capitalismo británico. Tras su designación, Johnson dio inicio a una gira por el Reino Unido en la que prometió lograr un Brexit y el gasto de miles de millones de libras esterlinas con la esperanza de revitalizar regiones donde los trabajadores han sido gravemente afectados por la crisis económica y social.
El presidente norteamericano, Donald Trump, celebró la elección de Johnson y afirmó que será conocido como el “Trump británico”. El embajador de Estados Unidos en Londres, Woody Johnson, dijo a Fox TV News el 30 de julio que la administración consideraba a Boris Johnson como un aliado importante. “Los británicos nos han apoyado mucho”, dijo refiriéndose a una fuerza naval dirigida por Washington para escoltar barcos en el Golfo Pérsico-Árabe. “Son una parte muy importante de la coalición para defender los barcos” que atraviesan el Estrecho de Ormuz.
Líderes de los principales estados miembros de la Unión Europea y de la burocracia en Bruselas han pretendido castigar al gobierno británico por tomar pasos para salirse de la Unión Europea. Michel Barnier, el negociador de Brexit de la Unión Europea, dijo que los términos de Johnson para las conversaciones sobre la salida del Reino Unido del bloque comercial proteccionista eran “inaceptables”.
La izquierda de la política capitalista y los medios de comunicación en el Reino Unido han descrito al nuevo gobierno como el “más derechista” en décadas, incluso como “fascista”.
Es todo menos eso. Johnson es un conservador que promueve una supuesta unidad entre las clases en nombre de un “interés nacional común”. Gran parte de su espacio político (aumento de fondos para la educación y la salud y la contratación de miles de policías adicionales) es similar al del Partido Laborista.
Además, ha prometido una amnistía para los 500 mil inmigrantes indocumentados y permitir que ciudadanos de la Unión Europea puedan continuar residiendo en el Reino Unido después del Brexit.
Miembros de la Liga Comunista hicieron campaña en Harlow, Essex, justo al norte de Londres, el 3 de agosto, hablando con trabajadores en las puertas de sus casas. Encontraron poco entusiasmo hacía el nuevo primer ministro. “Todos son iguales”, dijo la trabajadora de una tienda Jackie Gunner. “Prometen todo y no nos dan nada. Velan por sus intereses a costa nuestra”.
Johnson enfrenta las mismas realidades políticas que acosaron a las administraciones anteriores: el declive desproporcionado del Reino Unido en relación a sus rivales capitalistas; el desorden capitalista mundial en el que la Unión Europea se está desmoronando; y la preocupación en el seno de la clase gobernante de lo que se está gestando en el pueblo trabajador asolado por la crisis.
Los gobernantes británicos no pudieron evitar la captura de un petrolero británico por la Guardia Revolucionaria iraní en el golfo el mes pasado. La armada británica cuenta con solo 40 barcos, la mitad de lo que tenía durante la Guerra de las Malvinas en 1982.
Divisiones fraccionales sobre la UE
Los sectores dominantes de la burguesía británica se aferran a la membresía en la Unión Europea. Quieren impedir la implementación del voto en 2016 a favor de salirse de la Unión Europea. Las divisiones entre fracciones con respecto a la Unión Europea pesan más que la lealtad partidaria.
Johnson ha tenido que abordar divisiones que amenazan con la fragmentación del Reino Unido. Afirmando ser el “ministro de la unión”, Johnson visitó Escocia e Irlanda del Norte, donde una gran mayoría votó a favor de permanecer en la Unión Europea en 2016. El Partido Nacional Escocés ha llamado a un nuevo voto sobre la independencia de Escocia. Johnson ha reanudado sus llamamientos por una mayor transferencia de poderes políticos a las asambleas en Irlanda del Norte, Escocia y Gales.
El anterior gobierno de Theresa May había propuesto evitar los controles fronterizos entre Irlanda del Norte y la República de Irlanda, y permitir la libre circulación de mercancías a través de la isla. May también propuso mantener al Reino Unido en una unión aduanera con la Unión Europea hasta que ambos acuerden ponerle fin. Johnson rechaza la propuesta de May.
El retorno a un control fronterizo que interrumpa el comercio y la comunicación entre Irlanda del Norte y la República de Irlanda suscitará llamamientos a favor de una Irlanda unida.
Johnson también visitó Gales, donde los agricultores le dijeron que si el Reino Unido se sale de la Unión Europea sin un acuerdo comercial tendrán que enfrentar aranceles del 46 al 65 por ciento. Un tercio de la producción de carne ovina del Reino Unido se destina a países de la Unión Europea.
Johnson prometió respaldo financiero a los agricultores y dijo que podría estar a favor de que el Reino Unido continúe siendo miembro del mercado único y de la unión aduanera de la Unión Europea por “un par de años”.
“No debemos tener ilusiones en ningún gobierno capitalista que solo se ocupa de los intereses de los capitalistas”, dijo Julie Crawford, miembro de la Liga Comunista, a Saidh Miah, un trabajador de 38 años de edad de Harlow, quien dijo estar en contra de las medidas bélicas contra Irán. “En todos los asuntos de política exterior o nacional, lo que se necesita es un curso obrero independiente, desde salirse de la Unión Europea ya y dejar Irlanda a los irlandeses, hasta construir y fortalecer los sindicatos”, agregó Crawford.