Los liberales en las oficinas editoriales de los periódicos capitalistas y del Partido Demócrata están eufóricos por la filtración de un “denunciante” anónimo —que según informes es un agente de la CIA— que alega que el presidente Donald Trump mencionó al ex vicepresidente Joseph Biden en una llamada telefónica con el presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky. Creen que finalmente han obtenido lo que han estado buscando en su esfuerzo incansable para encausar o realizar un juicio político contra Trump.
Impulsados por el desprecio y el temor que le tienen a los millones de trabajadores que votaron por Donald Trump o los que decidieron no votar, los demócratas anunciaron que iniciarían una investigación en la cámara de representantes.
La líder de la mayoría de la cámara, la demócrata Nancy Pelosi, dijo que impulsará cambios en la ley para que presidentes titulares puedan ser acusados y encarcelados.
Estos pasos son populares en la izquierda de la política burguesa. La congresista demócrata de Michigan, Rashida Tlaib, está vendiendo camisetas para financiar su campaña de reelección de 2020 que dicen: “Enjuicien al h— de p—”.
Los esfuerzos de los liberales para criminalizar sus diferencias políticas con Trump se remontan a antes de las elecciones de 2016, cuando el jefe del FBI James Comey intentó fallidamente influenciar las elecciones a favor de Hillary Clinton. Luego, el departamento de justicia nombró a Robert Mueller, otro ex jefe del FBI, como asesor especial para impulsar reclamos infundados de que la campaña del presidente había “coludido con Rusia”.
El equipo de agentes del FBI de Mueller utilizó cientos de órdenes de allanamiento, miles de citaciones y redadas armadas contra personas asociadas al presidente, algunos de los cuales fueron acusados y encarcelados por cargos no relacionados. Pero, después de tres años y de una incesante histeria de la prensa, los liberales tuvieron que abandonar la campaña de “influencia rusa” contra Trump.
La histeria de Ucrania
Pelosi, y los medios de comunicación liberales y los programas de entrevistas, alegan que Trump usó su puesto para que Zelensky proporcionara información difamatoria sobre Joseph Biden, el favorito en las primarias demócratas. Citó la solicitud que Trump hizo a Zelensky para que investigara el despido de Viktor Shokin, el fiscal general de Ucrania. Shokin dice que fue despedido por la insistencia del ex vicepresidente Joe Biden, porque estaba investigando a Burisma Holdings Limited, una compañía en la que el hijo de Biden tenía una posición muy lucrativa.
Ahora, si usted desea evidencia de cómo un funcionario del gobierno utiliza su puesto para presionar a Ucrania, solo tiene que escuchar a Biden: “Se suponía que yo iba a anunciar que había otros mil millones de dólares” designados para Ucrania, dijo Biden en una charla en 2018 al Council on Foreign Relations.
“Me voy en seis horas”, dijo Biden al entonces presidente de Ucrania, Poroshenko. “Si el fiscal no es despedido, no van a recibir el dinero. Bueno —hijo de puta— fue despedido”, dijo el ex vicepresidente, recibiendo risas.
Todos los funcionarios norteamericanos, sin excepción, han utilizado el peso económico de Washington para presionar a otros gobiernos a hacer lo que que quieran. Trump no es mejor ni peor.
Objetivo real es la clase obrera
El columnista del New York Times, quien odia a Trump, Charles Blow, dijo que la reunión con Zelensky muestra que “la constitución no es una restricción suficiente para un presidente que se cree fuera de la ley”. En un artículo de opinión en el mismo periódico, Will Wilkinson insistió en que a Trump “no se le puede permitir postularse para ningún cargo público, y mucho menos para la presidencia, jamás”.
Aunque estos meritócratas liberales insisten en que la enorme perfidia de Trump es completamente clara para todos menos un tonto, también creen que podría ganar las elecciones de 2020. Están convencidos de que los trabajadores, su “base”, son tan racistas, reaccionarios y retrógrados que lo volverán a elegir, y deben ser frenados.
Por eso se inició la investigación para un juicio político.
“Los capitalistas estadounidenses y su gobierno han empezado a temerle a la clase trabajadora”, explica el dirigente del Partido Socialista de los Trabajadores, Steve Clark, en la introducción a El historial antiobrero de los Clinton: Por qué Washington le teme al pueblo trabajador. “Porque reconocen que un número mayor de trabajadores están empezando a ver que los patrones y sus partidos políticos no tienen ‘soluciones’ más allá de imponernos aún más a nosotros el costo —monetario y humano— de la crisis de su sistema”. Para defender su privilegio de clase, pretenden atacar los derechos del pueblo trabajador porque simplemente no son capaces de tomar la decisión “correcta” en las urnas.
El agente anónimo de la CIA que los liberales insisten en llamar el “denunciante” insiste en que su identidad debe mantenerse en secreto y admite que sus acusaciones se basan completamente en relatos de segunda mano. Pero esto viola el derecho constitucional del presidente de confrontar a su acusador.
El uso de “evidencia” anónima, y de la policía política, el FBI y la CIA, para destituir a un presidente, haría mucho más fácil que el gobierno pueda usar métodos similares para acusar falsamente a luchadores de la clase trabajadora: enemigos de los gobernantes mucho más serios.
El abogado del agente anónimo de la CIA es Andrew Bakaj, un liberal que ha trabajado para Hillary Clinton y el senador Chuck Schumer. Incluso la Oficina de Asesoría Jurídica del Departamento de Justicia dijo que la información que revisó sobre la “fuente” demostró “prejuicio político por parte del recurrente a favor de un candidato político rival”.
Algunos liberales temen que la investigación para un juicio político sea desacertada, y solo le entregará a Trump las elecciones de 2020. Señalan que prácticamente no hay posibilidad de que el senado, dominado por los republicanos, vote para remover al presidente.
Para los trabajadores, hay tres cosas claras. Primero, los liberales están decididos a atacar nuestros derechos, a suprimir la capacidad de los trabajadores de practicar la política. Segundo, buscan fortalecer la policía política en anticipación de ataques más profundos contra las luchas de la clase trabajadora.
En tercer lugar, los trabajadores necesitan organizar su propio partido político independiente para contrarrestar el sistema bipartidista de los gobernantes capitalistas y luchar por el poder político.