Durante dos semanas, trabajadores, campesinos y comunidades indígenas organizaron protestas por todo Bolivia contra la destitución del presidente Evo Morales. Por ahora, las protestas han disminuido tras un precario acuerdo entre el nuevo gobierno y los manifestantes.
Morales resignó el 10 de noviembre y abandonó el país frente a las acciones violentas dirigidas por el hombre de negocios derechista Luis Fernando Camacho, un motín de unidades policiales, y llamadas a su salida tanto del alto mando del ejército como de la Central Obrera Boliviana. Afirman que la victoria de Morales en las elecciones del 20 de octubre fue fraudulenta.
El gobierno de Estados Unidos y otros regímenes proimperialistas desde Brasil hasta Ecuador reconocieron rápidamente a Jeanine Áñez, ex vicepresidenta que se autodenominó presidenta en una reunión del congreso que no tenía quórum, ya que la mayoría de los delegados, partidarios de Morales, la boicotearon.
Las protestas de la derecha explotaron tras la disputada victoria de Morales para un cuarto mandato en las elecciones presidenciales del 20 de octubre. Después de perder un referéndum en febrero de 2016 para enmendar la constitución para permitirle postularse de nuevo, Morales logró que un tribunal anulara la prohibición.
Morales, el primer presidente indígena de Bolivia, asumió el cargo en 2006 con el 54 por ciento del voto popular, después de masivas protestas que él ayudó a liderar, prometiendo revertir siglos de explotación y discriminación contra la población indígena mayoritaria quechua y aymara.
Bajo su mandato, Morales y su partido, el Movimiento al Socialismo, iniciaron programas gubernamentales de bienestar social e infraestructura que mejoraron las condiciones para los sectores más pobres de la clase trabajadora y los pequeños agricultores, lograron la aprobación de una nueva constitución que convirtió a Bolivia en un estado secular sin religión oficial y codificaron los derechos de los indígenas.
Desarrolló relaciones fraternales con el liderazgo revolucionario en Cuba e invitó a más de 700 internacionalistas cubanos a brindar tratamiento médico en las áreas más aisladas de Bolivia.
Al mismo tiempo, Morales promovió acuerdos con capitalistas nacionales y extranjeros para explotar los recursos de hidrocarburos, mineros y agrícolas del país, a veces a pesar de las objeciones de sus propios partidarios. Pero los capitalistas extranjeros y nacionales nunca dejaron de ver en el gobierno de Morales y en las aspiraciones de las fuerzas populares que lo apoyaban una amenaza a sus intereses económicos y políticos.
Violencia derechista
Los partidarios de Camacho lanzaron ataques violentos contra los partidarios de Morales y los miembros de su gobierno. Patricia Arce, alcalde de Vinto, del partido de Morales, fue atacada por matones de derecha que incendiaron la oficina del gobierno local y luego le cortaron el cabello y la pasearon por la ciudad cubierta de pintura roja.
Si bien afirma que su “único objetivo” es celebrar nuevas elecciones lo antes posible, Áñez, a menudo flanqueada por Camacho, no perdió tiempo en atacar los derechos de los trabajadores y las comunidades indígenas. Otorgó inmunidad contra el enjuiciamiento a la policía y al ejército. En cuestión de horas, policías y soldados atacaron a los partidarios de Morales que intentaban ingresar a Cochabamba, dejando nueve muertos.
“Hemos vivido 13 años en una dictadura, según dicen”, dijo el líder indígena aymara Gonzalo Quenallata, pero “ahora en la democracia, llevamos 25 muertos en una semana” por parte del nuevo gobierno.
Medidas contra Cuba, Venezuela
Áñez se unió de inmediato a la campaña del imperialismo norteamericano para aislar a los gobiernos de Cuba y Venezuela. Reconoció al líder opositor proimperialista Juan Guaidó como presidente venezolano y expulsó a los diplomáticos venezolanos de Bolivia. Su nuevo ministro del exterior anunció que Bolivia dejará la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA). La alianza es una alternativa para América Latina y el Caribe a los pactos comerciales y los cuerpos políticos dominados por Washington. Está liderada por Cuba y Venezuela.
Las fuerzas de derecha en Bolivia se envalentonaron por las derrotas en años recientes de varios gobiernos que tenían relaciones amistosas con Cuba, incluyendo Brasil, Ecuador, Paraguay y El Salvador. Así como por las medidas de Washington para intensificar su guerra económica contra Cuba y los ataques contra el gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela.
En una grave provocación el 13 de noviembre en El Alto, en las afueras de La Paz, el régimen de Áñez arrestó a cuatro miembros de la brigada médica de Cuba. Haciéndose eco de la retórica anticubana más extrema de Washington, Áñez calumnió a los voluntarios internacionalistas, llamándolos “supuestos” médicos y acusándolos falsamente de fomentar las protestas en su contra.
Ante las amenazas, el gobierno cubano decidió retirar la brigada de voluntarios. “Nos mantuvimos hasta el último instante en nuestros puestos asistenciales, apoyando la salud del hermano pueblo boliviano hasta que ya no fue posible seguir”, dijo la cirujana Nirza García Valdés a Granma a su regreso a Cuba.
La indignación provocada por la detentación del poder de Áñez incendió amplias protestas, incluso por parte de muchos que han criticado aspectos de las políticas y acciones de Morales.
El gobierno de Áñez dijo que van a retirar al ejército y a la policía de las áreas conflictivas, revocar un decreto que le daba inmunidad a los policías y soldados que mataran a manifestantes, y que iban a dejar en libertad los que fueron detenidos durante las protestas. Dijeron que no tomarán represalias contra los dirigentes de las protestas o del Movimiento al Socialismo de Morales.
Pero familiares de los detenidos y dirigentes de las protestas dicen que el gobierno ya está violando el acuerdo.
El congreso votó de manera unánime el 25 de noviembre que no se le permitirá a Morales postularse para las nuevas elecciones.