Alegando que se habían cometido crímenes mayores y delitos menores, líderes del Partido Demócrata de la Cámara de Representantes llevaron a su caucus a adoptar artículos de impeachment con un voto totalmente partidario el 18 de diciembre. Pretenden destituir al presidente Donald Trump a menos de un año de las elecciones presidenciales de 2020. Pero en vez de entregar los artículos al Senado para que se realice un juicio, como lo requiere la Constitución, lo han demorado por varias semanas.
Saben que el Senado votará a favor de absolver al presidente de cualquier infracción. Desde el día en que Donald Trump fue elegido, los liberales han colaborado con ex jefes del FBI, como James Comey y Robert Mueller, para que se realicen investigaciones “independientes” con el fin de encontrar algo en contra de Trump. Cada uno de los cargos anunciados con fanfarria —como la acusación de colusión con Moscú— se ha desmoronado y descartado para luego aferrarse a uno nuevo, igual de infructuoso.
Les aterra que llegue el juicio. Casi todos los demócratas y sus seguidores en la prensa liberal están convencidos de que Trump probablemente gane las elecciones en noviembre si no logran derribarlo antes.
“No entreguen los artículos”, recomienda Jennifer Rubin en el Washington Post del 16 de diciembre. Simplemente déjenlos en la Cámara de Representantes como una “mancha permanente en la presidencia de Trump”, dice.
Otros abogan por mantener la investigación abierta como una inquisición permanente de tipo gran jurado, constantemente buscando nuevas pruebas o nuevos cargos. Al fin de cuentas, quizás encuentren algo que puedan usar para evitar que el presidente se postule en noviembre.
Todo esto es una burla de la Constitución, así como de las garantías en la Carta de Derechos que son cruciales para el pueblo trabajador: la presunción de inocencia y el derecho a confrontar a tus acusadores en un tribunal de justicia, para nombrar solo algunos. Los demócratas están utilizando el método de hacer acusaciones fabricadas comúnmente usado por el sistema capitalista de “justicia” contra los trabajadores, contra un político capitalista rival, que fue electo a la presidencia.
El senador republicano Josh Hawley está pidiendo que el Senado desestime los cargos el 12 de enero, 25 días después de ser adoptados, “por falta de procesamiento”. Otros piden que el Senado simplemente establezca su propio juicio de los cargos y los rechace.
El blanco es la clase trabajadora
Los demócratas están tratando de encontrar la manera de evitar que los que votaron por Trump en 2016 o que no votaron por nadie —cansados de que el sistema bipartidista de los capitalistas no produce nada positivo para los trabajadores— puedan hacer algo semejante de nuevo.
Janan Ganesh en el Financial Times se queja de que “es imposible que el Sr. Trump decepcione” a los que votaron por él porque “nunca tuvieron esperanzas que perder”. Las elecciones de 2016, dice, fueron simplemente un “aullido contra el declive nacional percibido” por personas “resignadas a la improbabilidad de las cosas”.
Lo que Ganesh llama despectivamente un “aullido” fue el voto de millones de trabajadores y de otros que buscaban una forma de detener el empeoramiento de las condiciones de vida y de trabajo que han enfrentado tanto bajo administraciones demócratas como republicanas. Trump ganó los votos de muchos de los que votaron por Obama en 2008 y 2012, que buscaban un “cambio”.
Los comentaristas de la izquierda y la derecha de la política capitalista dicen que todo está marchando bien para el pueblo trabajador.
“Este ha sido el mejor año que nunca”, dice Nicholas Kristof en el New York Times el 28 de diciembre. “Para la humanidad en todas partes, la vida solo sigue mejorándose”.
“Los estruendosos años 20 han comenzado”, declaró el New York Post el 31 de diciembre.
Y la Casa Blanca exige reconocimiento por haber creado “prosperidad para todos”. Su mensaje de Año Nuevo dice que “los salarios están aumentando a un ritmo más rápido para los trabajadores con bajos ingresos”.
Ha habido un leve aumento en los salarios a raíz de un alza en las contrataciones en Estados Unidos. Pero esto no ha tenido un impacto sustancial en la crisis económica y social que enfrentan los trabajadores. Muchos han sufrido la disminución de sus salarios reales y el deterioro de sus condiciones de vida durante años. Esto es producto del afán por ganancias de los patrones de hacernos pagar por la profunda crisis de su sistema capitalista.
De hecho, durante los últimos tres años, la esperanza de vida ha disminuido en Estados Unidos, el país capitalista más rico de la historia. Es más difícil que nunca, para los trabajadores jóvenes casarse o iniciar una familia, con un número creciente de ellos viviendo con sus padres, incapaces de costearse su propia vivienda.
La deuda está creciendo para los trabajadores de todas las edades, desde préstamos universitarios hasta tarjetas de crédito, así como hipotecas y alquileres. La atención médica continúa deteriorándose, y se están cerrando hospitales en zonas rurales de todo el país.
En marcado contraste con los demócratas y republicanos, los candidatos del Partido Socialista de los Trabajadores explican por qué los trabajadores, tanto los sindicalizados como los no sindicalizados, necesitan luchar contra esta explotación de clase, y que de estas luchas construiremos nuestro propio partido, un partido obrero basado en los sindicatos. Necesitamos organizarnos juntos para combatir los ataques de los patrones contra los salarios y las condiciones de trabajo inseguras que nos imponen. A través de esas experiencias, los trabajadores podrán transformarse a si mismos, ganando el coraje y la confianza en nosotros mismos necesarios para construir un movimiento que pueda poner fin a la dominación capitalista.