Reseña

Lucha de Cuba contra el ébola en África es ‘un faro de luz’

Por Maggie Trowe
2 de marzo de 2020
Arriba: Médicos cubanos y personal guineano en un cambio de turno en el centro de tratamiento en Coyah, Guinea, en enero de 2015. “Los cubanos llegaban haciendo chistes”, dice Ubieta. “Distendían el ánimo propio y el de enfermos y colegas”. Abajo, tres pacientes que se recuperaron. Ya inmunes, algunos ex-pacientes se quedaron para trabajar con los médicos.
Fotos por Enrique Ubieta GómezArriba: Médicos cubanos y personal guineano en un cambio de turno en el centro de tratamiento en Coyah, Guinea, en enero de 2015. “Los cubanos llegaban haciendo chistes”, dice Ubieta. “Distendían el ánimo propio y el de enfermos y colegas”. Abajo, tres pacientes que se recuperaron. Ya inmunes, algunos ex-pacientes se quedaron para trabajar con los médicos.

Durante un invierno en el que una nueva epidemia, la del coronavirus, se está extendiendo rápidamente en China y más allá, cuando la influenza  más tradicional ha matado a unas 20 mil personas solo en Estados Unidos, y en un momento en el que Washington está intensificando su guerra económica contra la Revolución Cubana, la publicación por la editorial Pathfinder de Zona Roja: Cuba y la batalla contra el ébola en África occidental es un faro de luz.

El libro, un relato apasionante de Enrique Ubieta Gómez sobre la respuesta de la Revolución Cubana a la epidemia del virus mortal del ébola en África Occidental en 2014, es un poderoso argumento a favor de la revolución socialista y una mirada más de cerca a los seres humanos que ese tipo de revolución produce. Es imposible dejar de comparar la compasión y la solidaridad de las políticas del gobierno cubano y los hombres y mujeres que llevan a cabo esas políticas con el carácter de la atención médica proporcionada por fines de lucro en Estados Unidos donde la atención que la gente necesita es una mercancía costosa. Una gran parte del libro son entrevistas con los cubanos que se ofrecieron como voluntarios para librar la lucha contra la enfermedad.

El relato de Ubieta también refuta en su totalidad la calumnia de Washington de que el programa internacional de asistencia médica de Cuba emplea “prácticas laborales explotadoras y coercitivas” contra sus médicos voluntarios, como dijo el secretario de estado Mike Pompeo el verano pasado, o que la motivación principal de los médicos cubanos por la que aceptan tareas internacionales es solo para ganar más dinero.

Cuando la Organización Mundial de la Salud declaró que la epidemia de ébola en África occidental era una “emergencia para la salud pública” en agosto de 2014 y Naciones Unidas instó a las naciones a que se unieran a la lucha para contenerla y resolverla,  varios gobiernos respondieron con ayuda económica. Los gobernantes estadounidenses enviaron 500 soldados para construir hospitales y otras instalaciones

En ese momento, Cuba fue el único gobierno que respondió con personal médico.

Se ofrecen 12 mil voluntarios

El liderazgo revolucionario de Cuba actuó rápidamente, solicitando voluntarios. Unos 12 000 médicos y enfermeras respondieron. De estos, 256 fueron seleccionados y comenzaron una capacitación especializada. El primer contingente salió de Cuba hacia Sierra Leona el 19 de septiembre, otros lo siguieron en las próximas semanas.

El Dr. Luis Escalona, un oficial de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Cuba, ejemplifica la actitud de los voluntarios médicos. Llamó al jefe del departamento de servicios médicos sobre la misión, quien le dijo: “Estamos buscando personas que estén dispuestas a ir a África a combatir el ébola”.

“Yo le respondo: ‘Póngame ahí,’” cuenta Escalona.

“Él me dice: ‘Te puedes morir en África’”.

“Vuelvo a repetirle: “Póngame ahí”.

Ubieta cita lo que Fidel Castro, el líder central de la Revolución Cubana, dijo sobre los voluntarios, comparando la lucha cubana contra el ébola con los voluntarios militares cubanos que se unieron a la batalla de Angola contra las invasiones del apartheid de Sudáfrica décadas antes.

“Si nadie tuvo la menor duda de que los cientos de miles de combatientes [cubanos] que fueron a Angola y a otros países de África o América, prestaron a la humanidad un ejemplo que no podrá borrarse nunca de la historia humana”, Castro escribió, “menos dudaría que la acción heroica del ejército de batas blancas ocupará un altísimo lugar de honor en esa historia”.

Diferentes métodos de cubanos

Los médicos y enfermeras cubanos le relataron a Ubieta cómo vencieron el miedo con humor, camaradería y dedicación a su trabajo. Cómo confortaron a los moribundos a la vez que luchaban por la supervivencia de todas y cada una de las personas. Cómo trataron a sus pacientes con respeto y dignidad. Cómo aprendieron y apreciaron la cultura de las personas que trataron.

Las muertes de niños los conmovieron de manera particularmente profunda. “Eran impactos muy fuertes”, dijo Ricardo Zamora Álvarez de la Campa, un enfermero, “y lo que siempre nos venía a la mente eran nuestros hijos, prácticamente de la misma edad, cuatro, cinco años”.

A la vez que los voluntarios cubanos estaban haciendo un esfuerzo enorme para salvar vidas, también estaban observando de cerca las condiciones sociales y políticas que permitieron que la epidemia de ébola se desatara en África occidental. Ubieta atribuye la culpa directamente en el sistema capitalista, cuya explotación mantiene a gran parte de la población de África en subdesarrollo y pobreza.

El Dr. Jorge Delgado, jefe de la brigada cubana en Sierra Leona, explica: “El ébola es una enfermedad de la pobreza, de la más estricta y pura pobreza, igual que la malaria es de la pobreza, igual que la neumonía, la meningitis y todas las enfermedades infectocontagiosas asociadas a la desnutrición”. Delgado dijo que unos días antes de su entrevista, 12 o 13 niños habían sido ingresados en su clínica. “Ninguno era positivo de ébola. ¿De qué sí eran positivos? Neumonía, malaria cerebral, gastroenteritis, meningitis, desnutrición con sepsis de cualquier tipo, asociadas a la pobreza”.

“El capitalismo engendra pobreza, guerra biológica, ansias de lucro y catástrofes ecológicas”, comenta Ubieta. “En Liberia, la tasa de mortalidad infantil por cada mil nacidos vivos es de 56 (en Cuba se ubica en 4.2). La de mortalidad materna por cada 100 mil nacidos vivos es de 990 (44 en Cuba). La prevalencia del VIH/SIDA y de la tuberculosis es de 521 y de 495 por cada 100 mil habitantes, respectivamente. En cambio, en Liberia solo hay 0.1 médico por cada 10 mil habitantes. En Sierra Leona, las estadísticas son aún más graves”.

Zona Roja muestra el contraste agudo entre los métodos de los revolucionarios cubanos y los de los países imperialistas. “Nosotros podemos luchar por la vida de los enfermos”, dijo el Dr. Carlos Castro Baras. “Pero la epidemia se vence en el terreno, en las acciones epidemiológicas del terreno, con la población, cortando los contactos, identificando la cadena de transmisión, sensibilizando al pueblo”.

El epidemiólogo Osvaldo Miranda Gómez describió cómo desarrollaron relaciones con los pacientes con ébola y se ganaron su confianza. “Una tarde estaban como cinco o seis pacientes reunidos. Estaban contentos porque sabían que al día siguiente se irían de alta”, dijo. “Nosotros teníamos un celular con música y empezamos a bromear y a cantar, y ellos empezaron a bailar. Fue bonito porque algunos de ellos habían llegado al Centro en estado grave

Algunos de los pacientes se convirtieron en voluntarios en la clínica, dijo el Dr. Miranda. “Es una experiencia muy bonita, porque son los que nos ayudan a convencer a los nuevos pacientes”.

Zona Roja también señala el futuro de la Revolución Cubana, la cual ha sobrevivido durante más de seis décadas a pesar de una guerra política y económica bipartidista en su contra por 12 administraciones estadounidenses consecutivas.

Solo dos voluntarios cubanos murieron durante la misión, ambos de malaria, y solo uno, el Dr. Félix Báez, contrajo el ébola. Fue trasladado en  coma a Suiza.

Cuando no estaba claro si Báez sobreviviría, la prensa cubana mantuvo actualizada a la población sobre su condición y publicó un breve mensaje de su hijo, Alejandro, que provocó una explosión de apoyo por toda la isla. Cuando Báez se recuperó, Alejandro publicó otra carta expresando gratitud por ese apoyo y respondiendo a los que habían cuestionado la misión.

“Si, mi papá enfermó pero eso no quiere decir, como muchos dicen, que no debió ir. Yo digo que es todo lo contrario. Mi papá estaba allí porque él se sintió en el deber de ayudar a quienes más lo necesitan poniendo su vida en riesgo. ¿Pero acaso no es esto lo que nos hace humanos?”

Después de su recuperación, Báez insistió en regresar a su puesto en África.

La Revolución Cubana es un ejemplo

Ubieta ve el espíritu de los voluntarios cubanos en África y en otras misiones internacionalistas como un indicador de la continua fuerza de la revolución. “El bloqueo norteamericano persiste, y se ensaña en el ciudadano común. Pero siempre que se convoca a zafarrancho, surgen miles de voluntarios”, dijo. “Los cientos de médicos y enfermeros que se ofrecieron y los que partieron hacia África Occidental son una prueba irrefutable: en el pueblo hay reservas morales que esperan, que necesitan ser convocadas”.

Para los trabajadores con conciencia de clase en Estados Unidos y otros países imperialistas, leer Zona Roja puede inspirarnos a emular la Revolución Cubana mediante la construcción de un movimiento masivo de la clase trabajadora para tomar el poder político y transformarnos en el proceso.