Un número creciente de trabajadores y agricultores está enfrentando condiciones que dejan muy claro que nuestro principal problema en la actualidad es el cierre profundo de la economía por parte de los gobernantes y la pérdida masiva de empleos que ha causado. Decenas de millones se han quedado sin trabajo. Los que aún están trabajando enfrentan una campaña de los patrones para aumentar sus ganancias, empujándolos a trabajar más rápido, con menos seguridad y por menos remuneración.
Sus medidas están provocando protestas de trabajadores dentro y fuera del trabajo.
La clase patronal también enfrenta crecientes presiones para reiniciar la producción. Gran parte de sus plantas, minas, transporte aéreo, tiendas minoristas, propiedades de alquiler y otras empresas con fines de lucro permanecen inactivas. Los competidores en otros países están presionando para abrir la economía.
Tanto los patrones como su gobierno están hundidos en deudas de billones de dólares que siguen creciendo mientras tratan de mantenerse, sin ningún plan de cómo abordarlo. Si la crisis capitalista se profundiza, esa deuda puede conducir a una inflación desbocada. Millones de trabajadores ya enfrentan una crisis, cargados con deudas de automóviles, universidades, tarjetas de crédito, viviendas y otras.
Para tratar de convencer a los trabajadores de que necesitan hacer sacrificios, los patrones y sus gobiernos a todos los niveles han estado repitiendo la falsa idea de que “estamos todos juntos en esto”. Pero ellos no tienen ninguna intención de sacrificarse, y nunca lo han hecho en la historia del capitalismo.
El impulso de los patrones para revertir el cierre tiene el apoyo de ambos partidos pero no es unánime. Los más vituperantes contra la reapertura de la economía son los liberales, cuya línea política siempre comienza y termina con la mejor manera de tratar de poner fin a la presidencia de Donald Trump, independientemente de las consecuencias para los trabajadores y, en este caso, también para los patrones.
Grupos capitalistas están presionando al congreso para que se les concedan rescates, la eliminación de regulaciones que atan sus manos, y protecciones contra demandas legales por si hay brotes de la enfermedad en sus establecimientos. Quieren garantías, públicas y privadas, de que sus empresas no tendrán que enfrentar nuevos cierres.
Boeing esta regresando a trabajar a unos 27 mil empleados en algunas de sus fábricas de aviones más grandes. La mayoría de las plantas automotrices en China ya están operando. En Europa, los fabricantes de automóviles desde Toyota y Hyundai hasta Volkswagen, Renault y Volvo están reiniciando labores. Los patrones automotrices de Estados Unidos no quieren quedarse atrás. Pero sin una reanudación más amplia de la producción y el comercio, ¿quién va a poder comprar sus productos?
Patrones atacan a clase obrera
El principal objetivo de los patrones es aumentar sus ganancias a medida que reinician la producción y planean utilizar menos trabajadores, pagar menos, trabajar más rápido, más duro y en condiciones menos seguras. Pretenden utilizar el desempleo masivo para aumentar la competencia entre los trabajadores y hacerlos aceptar peores condiciones.
Grandes minoristas como Walmart y Amazon están contratando a decenas de miles de trabajadores temporales, poniéndolos a trabajar prácticamente sin ninguna capacitación y usándolos para romper las normas laborales establecidas en luchas previas. Nuevas luchas están ocurriendo.
La Casa Blanca accedió a las demandas de los agronegocios para reducir las tasas de salario mínimo para los trabajadores agrícolas inmigrantes con visas temporales H-2A. Esto afectará a aproximadamente el 10 por ciento de los 2.5 millones de trabajadores agrícolas en Estados Unidos.
Los trabajadores necesitan trabajar. Si son despedidos y obligados a aislarse en casa, comienzan a perder lo que los hace un trabajador. No cambia el hecho de que tienen que vender su fuerza de trabajo para sobrevivir, pero bloquea la actividad colectiva y común con compañeros de trabajo que abre la puerta a la confianza en sí mismos, su capacidad de lucha y conciencia de clase.
Protestas contra aislamiento
Desde Nueva York hasta el estado de Washington, ha habido manifestaciones contra las restricciones de cierre, principalmente en estados con gobiernos demócratas. Han sido organizadas principalmente por grupos políticos conservadores, pero algunos trabajadores han sido atraídos y simpatizan con las protestas. “¡Déjennos trabajar!” es una demanda común.
La crisis es más severa en los pueblos pequeños y las zonas rurales, donde los gobiernos locales planean recortes y despidos a medida que se evaporan sus presupuestos. “Si esto dura demasiado, no sobreviviremos”, dijo Brad Tonner, dueño de una tienda en Bristol, New Hampshire, al New York Times el 14 de abril. “Esto va a matar a los pueblos pequeños de Estados Unidos”.
Los despidos y el desempleo golpean más fuerte a los trabajadores negros, latinos y nativo americanos, que representan un número desproporcionado de los afectados por el coronavirus.
Ha habido casos de personas que han sido detenidas, citadas, acosadas o multadas por policías por tener modestas ventas de garaje o por salir en su auto. En muchos lugares, las autoridades municipales han cerrado las áreas de juego y parques, diciendo que no se puede confiar en los trabajadores que salen a caminar o tomar un poco de aire.
Trabajadores de hoteles, miembros del Local 355 del sindicato UNITE HERE en el sur de Florida organizaron una caravana el 19 de abril con carteles en sus carros y tocando sus bocinas para protestar la lenta respuesta del estado a sus solicitudes de pagos por desempleo.
Mustaf Alijaj, un ex portero de un hotel de Miami Beach, dijo en una conferencia de prensa organizada por el sindicato, que un mes después de haber sido despedido aún no le han informado siquiera si recibieron su solicitud. “Vino y se fue la factura para la renta de abril. Ya va a llegar la factura para la renta de mayo y no me está entrando nada de dinero”, dijo.