Miles de personas protestaron el 24 de mayo en Hong Kong contra la decisión de los gobernantes chinos de imponer una represiva ley de “seguridad nacional” sobre la actividad política en el territorio. Beijing busca aprovechar la supresión de las protestas bajo el pretexto de detener el coronavirus, para reforzar su control sobre este puerto clave y centro financiero.
Los gobernantes chinos pretenden asestar golpes al movimiento de masas de trabajadores y jóvenes por derechos políticos y mayor autonomía de Beijing. Desde el verano pasado, más de un millón de personas se han manifestado para exigir elecciones directas del director ejecutivo de Hong Kong y su asamblea, la cual es actualmente nombrada por un comité dominado por Beijing.
A pesar de los brutales ataques policiales contra los manifestantes y el arresto de miles de personas, los esfuerzos gubernamentales para contener el movimiento han sido infructuosos.
El nuevo edicto de los gobernantes chinos prohíbe la “traición, secesión, sedición y subversión”, términos generales que facilitan la persecución de sus opositores. Acusan falsamente a quienes exigen una mayor libertad de ser instrumentos de “potencias extranjeras”. Temen que las masivas acciones por los derechos políticos en Hong Kong lleven a la pérdida de su control sobre el territorio y que brinden un ejemplo al pueblo trabajador en China continental fustigado por su régimen dictatorial.
“Debemos levantarnos y luchar, y asegurar que Beijing sepa que nunca nos rendiremos”, dijo a la prensa el veterano líder de protestas Joshua Wong el 24 de mayo. Los policías usaron gases lacrimógenos y cañones de agua para dispersar a la multitud. Una consigna popular en la acción fue “Independencia de Hong Kong, la única salida”.
Carrie Lam, la jefa ejecutiva en Hong Kong, prometió que su administración implementaría fielmente la nueva ley de Beijing. La legislatura del territorio también pretende convertir el irrespeto al himno nacional chino en delito punible con pena de prisión. En protestas recientes participantes han abucheado el himno de Beijing y han cantado uno escrito por ellos —“Gloria a Hong Kong”— que incluye la estrofa: “¡Levantaos! ¡Vosotros que no seríais esclavos otra vez: para Hong Kong, que reine la libertad!”
La policía de Lam irrumpió en una reunión de la legislatura el 22 de mayo y arrestó a miembros que estaban protestando contra este nuevo ataque a la libertad de expresión.
Según el acuerdo de 1997 que puso fin al dominio colonial británico en Hong Kong, su asamblea debía promulgar medidas explícitas de “seguridad”. Pero los legisladores rehuyeron hacerlo después que una manifestación de medio millón de personas en 2003 los obligara a retirar propuestas similares a las que Beijing está imponiendo hoy.
El comisionado del ministerio del exterior de China en Hong Kong, Xie Feng, afirmó que la medida “aliviará las graves preocupaciones entre las comunidades empresariales locales y extranjeras sobre las fuerzas violentas y terroristas” en las manifestaciones.
Las autoridades de la ciudad prohibieron las reuniones de más de ocho personas hasta por lo menos el 4 de junio, el aniversario de la sangrienta represión de las protestas de la Plaza de Tiananmen en Beijing.
Amenazas de Washington
El secretario de estado Mike Pompeo aprovechó la imposición de la nueva ley por Beijing para impulsar los intereses de los gobernantes estadounidenses en sus conflictos con Beijing. Amenazó con que Washington retiraría el estado de comercio preferencial de Hong Kong, lo que aumentaría los aranceles sobre los bienes exportados desde Hong Kong a Estados Unidos
Dada la fuerte caída de la producción y el comercio capitalista mundialmente, los conflictos entre Washington y Beijing se han agudizado.
La acelerada crisis económica también está provocando nuevos conflictos entre Beijing y los gobiernos en Asia que tienen grandes deudas con el gobierno chino. Estas líneas de crédito tenían como fin el facilitar que Beijing obtuviera contratos para proyectos de infraestructura que ayudarían a los gobernantes chinos a expandir sus mercados y su dominio en la región.
En las últimas semanas los gobiernos de Pakistán, Kirguistán, Sri Lanka y otros solicitaron a Beijing una prorroga a los plazos de los pagos hacia la deuda. En 2017 Beijing tomó control de un puerto en Sri Lanka cuando el gobierno no pudo cumplir con los pagos.