La Revolución Cubana, una victoria histórica lograda por los trabajadores y agricultores de Cuba en 1959 y que han defendido durante más de seis décadas, es una notable alternativa a la moralidad capitalista del sálvese quien pueda. Es un ejemplo a emular por el pueblo trabajador en todas partes. Es la razón por la que los gobernantes capitalistas norteamericanos, bajo cada administración demócrata y republicana, han luchado implacablemente para derrocar la revolución.
En los últimos años Washington ha incrementado la guerra económica que mantienen contra el pueblo cubano. La empresa hotelera Marriott International anunció el 5 de junio que las autoridades estadounidenses les ordenaron cerrar sus operaciones en Cuba.
Cuba, una isla nación de 11.5 millones de personas, tiene que importar la mayor parte de su petróleo, alrededor del 60 por ciento de sus alimentos y gran parte de los insumos agrícolas. Bajo las sanciones de Washington gran parte de su maquinaria industrial se ha deteriorado y se mantiene en funcionamiento solo por el ingenio de los trabajadores.
A pesar de todo esto, los trabajadores y agricultores en Cuba están avanzando en la producción de alimentos, a la vez que combaten la propagación del coronavirus.
El éxito de Cuba en la lucha contra la propagación del virus es producto de la movilización de los trabajadores y jóvenes, dirigidos por sus organizaciones de masas, de la misma forma que han enfrentado todos los desafíos ante la revolución. La Central de Trabajadores de Cuba, Federación de Mujeres Cubanas y los Comités de Defensa de la Revolución en los barrios, están trabajando juntos con el sistema de salud preventivo de Cuba.
Los estudiantes de medicina se han unido a otros miles de voluntarios para realizar millones de visitas domiciliarias para garantizar que todos en la isla reciban la atención médica necesaria. El gobierno cubano anunció que estas visitas continuarán indefinidamente.
Aquellos que dan positivo o tienen síntomas son trasladados a centros médicos especiales, donde son puestos en cuarentena y reciben atención médica de primera categoría, todo gratuitamente.
Esto es una extensión de cómo los trabajadores cubanos y su gobierno organizan la atención médica regularmente. Las clínicas y los médicos están ubicados en los vecindarios. Su objetivo es prevenir enfermedades, no solo tratar de contenerlas una vez que se han propagado. ¡Compara esto con lo que pasa en Estados Unidos!
Al mismo tiempo Cuba ha 3 337 trabajadores de la salud voluntarios como parte de 34 brigadas en 27 países para tratar a pacientes con COVID-19, desde Italia hasta Haití y Sudáfrica. Esto se suma a los 50 mil voluntarios que ya estaban brindando atención por todo el mundo, una tradición de solidaridad internacional que comenzó en los primeros años de la revolución.
Miles de personas vitorearon a la primera de esas brigadas en las calles de La Habana —52 hombres y mujeres que atendieron a pacientes en Lombardía, Italia— a su regreso a Cuba el 8 de junio.
“Las calles vacías, los toques de queda, muchos enfermos y sin tratamiento definido, muchos fallecidos, pero aquí estamos, batallando”, dijo uno de los médicos, Leonardo Fernández, a la prensa cubana sobre las condiciones que enfrentaron en Italia imperialista. “Duele mucho ver la indolencia de gobiernos poderosos ante tal calamidad”.
Los logros de Cuba solo son posibles porque los trabajadores y agricultores realizaron una lucha revolucionaria, dirigida por Fidel Castro, que derrocó a la dictadura de Batista que contaba con el respaldo de Washington. En el curso de la revolución —y en las batallas para profundizarla— los trabajadores y agricultores cubanos rechazaron la imagen y la moralidad que la sociedad capitalista les había impuesto y establecieron un gobierno de trabajadores y agricultores. El dirigente revolucionario cubano nacido en Argentina, Ernesto Che Guevara, dijo que se habían embarcado en la creación de nuevos hombres y mujeres.
Un pueblo revolucionario que se organizó para nacionalizar sectores clave de la economía y dirigirlos bajo el control de los trabajadores. Los campesinos sin tierra recibieron tierras para cultivar. Se garantizó a los pequeños agricultores que no perdieran sus tierras. Un millón de cubanos aprendieron a leer y escribir cuando el gobierno cubano organizó jóvenes voluntarios, para ir por toda la isla en una campaña de alfabetización sin precedentes.
Por iniciativa de Castro, se transformó la atención médica: dejó de ser una mercancía y se convirtió en un derecho humano.
“Primero debe haber una revolución”
Guevara fue al meollo de lo que esto implicaba en un discurso el 19 de agosto de 1960. “Casi todo el mundo sabe que inicié mi carrera como médico, hace ya algunos años”, dijo. “Soñaba con trabajar infatigablemente para conseguir algo que podía estar, en definitiva, puesto a disposición de la humanidad, pero que en aquel momento era un triunfo personal”.
”De nada sirve el esfuerzo aislado, el esfuerzo individual”, concluyó “el afán de sacrificar toda una vida al más noble de los ideales, si ese esfuerzo se hace solo, solitario en algún rincón de América, luchando contra los gobiernos adversos y las condiciones sociales que no permiten avanzar”. En el curso de la lucha en Cuba, aprendió que “para ser médico revolucionario o para ser revolucionario, lo primero que hay que tener es revolución”.
Con ese espíritu, miles de trabajadores y jóvenes en Cuba se unen a brigadas de voluntarios para impulsar la agricultura hoy en día. Están luchando para aumentar la producción industrial. Unos 400 sindicalistas en el complejo turístico Las Terrazas en Artemisa ahora trabajan en la granja aledaña Los Graverán. “Nos reubicaron donde más útiles somos: en la producción de alimentos”, dijo José Alberto Lamas, uno de los trabajadores, al periódico sindical Trabajadores.
Saben que su arduo trabajo no beneficiará a un puñado de patrones capitalistas, sino que mejorará la vida de los trabajadores en Cuba y en todo el mundo.