Defender la Revolución Cubana, fortalecer a trabajadores en EEUU

Por Mary-Alice Waters
23 de noviembre de 2020
Las acciones unitarias han sido parte íntegra del trabajo del Partido Socialista de los Trabajadores en defensa de la Revolución Cubana por seis décadas. Arriba: 15 de abril de 1961. Protesta frente a ONU convocada por el Comité Pro Trato Justo a Cuba, que hacía actividades en EE.UU. y Canadá para frenar ataques a Cuba. Recuadro: Mary-Alice Waters (der.), dirigente del PST, y Róger Calero, candidato presidencial del PST en 2008, con pancarta en marcha en Washington por la libertad de los Cinco Cubanos, septiembre 2008. También participaron IFCO/Pastores por la Paz, la Red Nacional sobre Cuba, el Partido por el Socialismo y la Liberación, el Partido Verde y el Comité DC Metro para Liberar a los Cinco, entre otros.
Arriba, Guardian; derecha, Militante/Paul MailhotLas acciones unitarias han sido parte íntegra del trabajo del Partido Socialista de los Trabajadores en defensa de la Revolución Cubana por seis décadas. Arriba: 15 de abril de 1961. Protesta frente a ONU convocada por el Comité Pro Trato Justo a Cuba, que hacía actividades en EE.UU. y Canadá para frenar ataques a Cuba. Recuadro: Mary-Alice Waters (der.), dirigente del PST, y Róger Calero, candidato presidencial del PST en 2008, con pancarta en marcha en Washington por la libertad de los Cinco Cubanos, septiembre 2008. También participaron IFCO/Pastores por la Paz, la Red Nacional sobre Cuba, el Partido por el Socialismo y la Liberación, el Partido Verde y el Comité DC Metro para Liberar a los Cinco, entre otros.

En la edición impresa en inglés del Militante de la semana pasada, se publicó un artículo titulado, “¿Sería mejor para Cuba una Casa Blanca con Joe Biden?” Fue retractado y no fue incluido en la edición digital cuando el Comité Nacional del Partido Socialista de los Trabajadores le señaló al director del periódico que el artículo era contrario a las posiciones editoriales mantenidas por el Militante por mucho tiempo. El artículo tampoco fue publicado en las páginas en español del Militante. En esta edición aparece un editorial al respecto (ver página 10). [El artículo al cual está respondiendo Waters se encuentra abajo]

Aprovecho con mucho gusto la invitación del director de explicar, en nombre de la dirección electa del PST, por qué el artículo no representaba ni los criterios del partido ni el curso de acción que hemos mantenido durante décadas.

El problema empieza con el titular mismo. Plantea una interrogante que el artículo nunca aborda. Además, es una pregunta que no se puede contestar. Qué otra cosa se podría decir excepto: “Si Joe Biden llega a ser el próximo presidente de Estados Unidos, ya veremos”.

Lo que sí sabemos son dos cosas:

Primero, sea Biden o Donald Trump el que quede instalado en la Casa Blanca el 20 de enero de 2021, la dirección revolucionaria de Cuba continuará el curso que ha seguido desde 1959 hasta el presente, durante 12 administraciones norteamericanas. Como lo han afirmado muchas veces  a través de las décadas, la soberanía de Cuba y sus principios revolucionarios no se discuten, ni mucho menos se negocian. Ellos están dispuestos en todo momento a explorar formas de resolver problemas de interés mutuo entre Cuba y Washington  —o cualquier otro gobierno— pero siempre sobre una base de igualdad y respeto mutuo.

El ex presidente cubano Fidel Castro explicó esta trayectoria con claridad en su artículo “El hermano Obama” publicado en 2016. Ese breve escrito no tenía nada que ver con algún proceso electoral en Estados Unidos, ni con uno u otro partido, pero  fue en ese contexto que se citó y se utilizó en el Militante de la semana pasada. Fidel estaba afirmando el historial ininterrumpido del pueblo cubano en defensa de su revolución: “Nadie se haga la ilusión de que el pueblo de este noble y abnegado país renunciará a la gloria y los derechos, y a la riqueza espiritual que ha ganado con el desarrollo de la educación, la ciencia y la cultura. … [Nosotros] somos capaces de producir los alimentos y las riquezas materiales que necesitamos con el esfuerzo y la inteligencia de nuestro pueblo. No necesitamos que el imperio nos regale nada”.

Segundo, por nuestra parte, independientemente de quién ocupe la Casa Blanca durante los próximos cuatro años, el Partido Socialista de los Trabajadores también continuará el curso que hemos seguido desde 1959 hasta hoy. Haremos todo a nuestro alcance para divulgar la verdad sobre la revolución socialista cubana entre el pueblo trabajador en Estados Unidos y por todo el mundo, y para organizarlos en defensa de lo que los trabajadores y agricultores han logrado en Cuba al conquistar y usar el poder estatal.

Trabajadores de Shop-Vac protestan después de que patrones anunciaron 427 despidos, Williamsport, Pennsylvania, 28 de septiembre. Los gobernantes de EE.UU. descartan las capacidades del pueblo trabajador, como descartaron las de los trabajadores y campesinos cubanos que derrocaron el dominio capitalista y se transformaron al hacerlo.
Paul Weaver/SIPA via AP Images Trabajadores de Shop-Vac protestan después de que patrones anunciaron 427 despidos, Williamsport, Pennsylvania, 28 de septiembre. Los gobernantes de EE.UU. descartan las capacidades del pueblo trabajador, como descartaron las de los trabajadores y campesinos cubanos que derrocaron el dominio capitalista y se transformaron al hacerlo.

Actuando conjuntamente con otros, independientemente de sus posiciones sobre estas u otras elecciones en Estados Unidos, el PST continuará combatiendo todos y cada uno de los aspectos de la guerra política, diplomática y económica de la clase gobernante norteamericana contra el pueblo cubano. Celebraremos como victoria para el pueblo cubano, y para el pueblo trabajador en todo el mundo, cualquier paso, por parte de cualquier administración, sea republicana o demócrata, que afloje las medidas destinadas a asfixiar y a derrocar el poder político de los trabajadores cubanos.

Para el PST, no solo es una cuestión de solidaridad. Es también una cuestión de vida o muerte para la clase trabajadora norteamericana. Si no se logra que una parte importante del pueblo trabajador en Estados Unidos entienda la Revolución Cubana y busque emular el ejemplo de los trabajadores y agricultores cubanos, no habrá una revolución socialista victoriosa en Estados Unidos.

Eso no es un sueño utópico. Emular el ejemplo del pueblo trabajador cubano es esencial para la conciencia obrera que puede desarrollarse y se desarrollará a medida que atravesemos juntos crecientes luchas propias. Es parte irreemplazable de la continuidad política del Partido Socialista de los Trabajadores y su dirección, de la trayectoria obrera revolucionaria del PST.

Elecciones y solidaridad con Cuba

El segundo problema importante con el artículo “¿Sería mejor para Cuba una Casa Blanca con Joe Biden” son las oraciones iniciales. “Varios grupos aquí y por todo el país que se consideran ‘amigos de Cuba’ están promoviendo la candidatura presidencial de Joe Biden como manera de aliviar los efectos de más de 60 años de ataques económicos y políticos de Washington.

“Estos grupos están organizando caravanas de autos [en Miami], fomentando el mito de que las administraciones demócratas . . . ‘han sido mejores’ para las relaciones entre Washington y La Habana”.

El uso de la frase anónima “varios grupos” es periodísticamente inaceptable y más que suficiente razón para rechazar esta oración de entrada en un periódico obrero. ¿Pero por qué es un problema que algunos amigos de Cuba insten a votar por Joe Biden? ¿O por Donald Trump? ¿Es acaso un problema que el Partido Socialista de los Trabajadores promueva y organice a todos los que podamos a apoyar la fórmula presidencial del PST de Alyson Kennedy y Malcolm Jarrett?

Estas diferencias de ninguna manera se limitan al movimiento de solidaridad con Cuba. Son parte de las cuestiones políticas más amplias e importantes que enfrentan la clase trabajadora y otras capas oprimidas y explotadas de la población estadounidense.

Prácticamente toda persona que participa en actividades de solidaridad con Cuba apoya a una u otra candidatura presidencial en 2020. Si ese hecho fuera un problema que el Militante necesitara exponer y debatir, entonces no existiría una base política para la Red Nacional sobre Cuba u otra coalición de solidaridad en cualquier ciudad o región del país.

Si uno u otro de esos partidos o individuos pretendiera exigir que se apoyara a “su” partido o sus criterios como condición para realizar acciones comunes en torno a la razón única que nos aglutina —oponerse a la política de los gobernantes imperialistas norteamericanos dirigida a aplastar la revolución— eso sí sería un problema sobre el cual debería escribir el Militante. Lamentablemente, ese tipo de nocivo faccionalismo sectario sí divide las fuerzas de solidaridad con Cuba en muchos países. Pero no es el tema que aborda el artículo.

Toda la trayectoria del PST desde los primeros meses de la revolución ha sido a favor de organizar las coaliciones más amplias posibles en defensa de Cuba y de la Revolución Cubana. Empezó con nuestra colaboración a principios de 1960 en la formación del Comité Pro Trato Justo a Cuba, trabajando junto con el periodista liberal de la CBS Robert Taber; con miembros del Partido Comunista estadounidense;  con prominentes escritores, artistas, académicos y dirigentes religiosos, entre ellos James Baldwin, Norman Mailer, Waldo Frank, Carleton Beals y otros; con Robert Williams, aguerrido dirigente de la NAACP en Monroe, Carolina del Norte; y otros luchadores por los derechos de los negros.

En años más recientes, la misma trayectoria se plasmó en el trabajo para desarrollar en Estados Unidos y a nivel internacional el movimiento más amplio posible en la exitosa lucha por la libertad de los cinco revolucionarios cubanos acusados falsamente y encarcelados en prisiones federales norteamericanas.

Al unirse en aras de derrotar los intentos de los gobernantes norteamericanos de destruir la Revolución Cubana, no importa el partido que uno apoye, no importan cuáles sean sus opiniones religiosas o su posición sobre Israel, Palestina, el derecho al aborto, cuestiones de sexo y género o cualquier otra cuestión social o política en disputa.

Lo que importa es lo que uno hace para involucrar a nuevas fuerzas e impulsar una meta común. Lo que uno hacepara oponerse a los intentos de excluir a personas o grupos con los cuales uno discrepa sobre otros temas. Lo que uno hace para fomentar el libre intercambio de literatura política y el debate abierto y respetuoso.

Trump, Biden y Cuba hoy

Hay una tercera manera en que el artículo “¿Sería mejor para Cuba una Casa Blanca con Joe Biden?” no expresó ni la línea editorial del Militante ni las posiciones del Partido Socialista de los Trabajadores. Es la manera en que presentó las diferencias entre las acciones ejecutivas que tomó la administración de Barack Obama durante su segundo mandato y las medidas impuestas por la administración Trump. Esta administración, entre otras cosas, ha reducido los derechos de viajar en ambos sentidos y ha privado a Cuba de necesidades tales como petróleo, acceso al sistema financiero internacional y remesas de familiares en el exterior.

Partiendo de las medidas bipartidistas tomadas a través de las décadas para asfixiar económicamente al pueblo trabajador cubano, la Casa Blanca, en los últimos dos años, ha agregado algunas de las medidas políticas y económicas más severas contra Cuba hasta la fecha. Estas han amplificado el impacto sobre el pueblo cubano de la creciente crisis capitalista mundial sumada a la pandemia del COVID-19. Las escaseces de combustible, medicamentos, alimentos importados y artículos de aseo están repercutiendo en la vida cotidiana del pueblo trabajador cubano. El artículo de la semana pasada, que ni siquiera mencionó estas consecuencias de la política de la administración Trump, podría parecer desinformado, hasta insensible

En vez de eso, el artículo se concentró en presentar el caso contra Biden. Cuando habló en Miami el 5 de octubre, el candidato presidencial del Partido Demócrata repitió mentiras trilladas sobre la Revolución Cubana. “El enfoque de la [actual] administración no está funcionando”, dijo Biden. “Cuba hoy no está más cerca de la libertad y la democracia que hace cuatro años. Incluso, hay más presos políticos, la policía secreta es más brutal que nunca y Rusia tiene nuevamente una importante presencia en Cuba”.

Biden también ha afirmado, de una forma deliberadamente vaga, que revertiría algunas de las medidas de la actual administración y regresaría a políticas que llevó a cabo la administración Obama.

Por supuesto, es bueno recordar que las promesas electorales muy a menudo, y muy fácilmente, se descartan una vez que el candidato ocupa su cargo, y Trump no tiene el monopolio de las agresiones contra el pueblo cubano. Abundan los ejemplos: La invasión mercenaria por Playa Girón organizada por Washington en 1961. La crisis de los misiles de 1962, cuando el gobierno norteamericano amenazó con desatar la aniquilación nuclear, no solo contra Cuba sino contra gran parte de Estados Unidos y la Unión Soviética. Los años de intentos de asesinar a Fidel Castro y otros dirigentes centrales de la revolución. La promulgación de la Ley Helms-Burton en 1996. El arresto en 1998 y el juicio y encarcelamiento de los Cinco Cubanos.

Estas son solo algunas de las agresiones más notorias contra Cuba, y todas se llevaron a cabo bajo administraciones del Partido Demócrata.

Sin embargo, eso no significa que para el pueblo cubano son irrelevantes las diferencias en el seno de la clase dominante norteamericana que hoy expresan Biden y Trump sobre cómo socavar la Revolución Cubana.

Si una administración Biden diera marcha atrás a algunas de las actuales políticas de Washington, eso daría un respiro al pueblo trabajador cubano y su gobierno para bregar más fácilmente con los desafíos que enfrentan. Si la bota que tienen encima apretara un poco menos, ellos serían muy capaces de hacerlo. Nosotros celebraríamos cualquier cambio en esa dirección, igual que celebramos las acciones durante los últimos años del mandato de Obama de liberar a los tres últimos de los Cinco Cubanos recluidos en prisiones norteamericanas, restablecer las relaciones diplomáticas con Cuba, facilitar los viajes de los residentes de Estados Unidos a la isla y otras medidas.

¿Votar por el ‘menor de los males’?

Por estas razones, podemos decir con bastante seguridad que la mayoría del pueblo trabajador cubano y su dirección esperan que Biden gane una victoria en las elecciones. ¿Acaso significa eso que el dar apoyo político a un partido capitalista y a sus candidatos beneficia los intereses del pueblo trabajador en Estados Unidos?

Esa interrogante ni se planteó ni se contestó en el artículo “¿Sería mejor para Cuba una Casa Blanca con Joe Biden?” Pero para los trabajadores en Estados Unidos con conciencia de clase, esa es la pregunta más importante. Y la respuesta es un “No” inequívoco.

Durante más de un siglo, la gran debilidad de la clase trabajadora en Estados Unidos —trabajadores de todos los colores de la piel, creencias religiosas y orígenes nacionales, tanto hombres como mujeres— ha sido que los partidos que la gran mayoría de los trabajadores ven como su dirección política son instrumentos de la clase capitalista, cuya riqueza y poder provienen de nuestra explotación. Sindicatos, iglesias, organizaciones que dicen hablar en interés de los agricultores agobiados por deudas, pequeños comerciantes y trabajadores a contrato, africano-americanos, mujeres, hispanos, inmigrantes, pueblos indígenas y muchos más: todos, casi sin excepción, están integrados a la maquinaria política del estado capitalista y sus partidos políticos.

La clase trabajadora no tiene un instrumento político propio, mediante el cual podemos debatir y tomar nuestras propias decisiones, independientemente de los patrones y sus partidos, sea el Demócrata, el Republicano o diversos “terceros” partidos capitalistas. En la medida que los trabajadores y nuestros sindicatos se ven involucrados en actividades políticases para incorporarnos a la política capitalista electoral. ¿Es peor él, o es peor ella? Boten a los “malos” de hoy y pongan a los “buenos”, y después se repite el ciclo con los mismos resultados, año tras año, década tras década… hasta que el capitalismo nos hunda a todos, de una manera u otra.

Solo podremos superar esa profundamente falsa educación cuando se desarrollen batallas de clases en fábricas y otros centros de trabajo en torno a salarios y condiciones de trabajo, y cuando las luchas por los derechos de los negros, la igualdad de derechos de la mujer y otras cuestiones sociales candentes lleguen a ser más proletarias en su composición y liderazgo. Asimismo, el curso de estas luchas y el desarrollo de la conciencia obrera se verán acelerados por avances en luchas revolucionarias en otras regiones del mundo, igual que la Revolución Cubana formó y ayudó a transformar a generaciones anteriores de trabajadores y jóvenes en Estados Unidos y otros países. La creciente crisis capitalista mundial de hoy nos acerca más a esos días.

Por eso, la ayuda más importante que podemos brindar a nuestros aguerridos hermanos y hermanas en Cuba, o en cualquier otra parte del mundo, es hacer todo a nuestro alcance para impulsar esas luchas, al tiempo que  no dejamos de educar sobre el ejemplo que nos transmite el pueblo trabajador cubano: de que una revolución socialista no solo es necesaria, sino que se puede hacer.

Ante todo, como escribió Jack Barnes, secretario nacional del PST, en el libro Cuba y la revolución norteamericana que viene, tenemos confianza al saber que hoy día “los poderes dominantes descartan las capacidades políticas y el potencial revolucionario de los trabajadores y agricultores en Estados Unidos tan rotundamente como descartaron las del pueblo trabajador cubano. Y se equivocan de igual manera”.

Una corrección necesaria que merece estudio

EDITORIAL

En la presente edición del Militante aparece un artículo de Mary-Alice Waters, “Defender la Revolución Cubana, fortalecer al pueblo trabajador norteamericano”. Escribiendo en nombre del Comité Nacional del Partido Socialista de los Trabajadores, Waters rechaza el contenido y la línea política de un artículo publicado en la edición impresa en inglés del periódico de la semana pasada bajo el titular: “¿Sería mejor para Cuba una Casa Blanca con Joe Biden?” [Vea artículo a continuación.]

Waters es una ex directora del Militante y es miembro del Comité Nacional del PST desde hace mucho tiempo. Sus responsabilidades incluyen la dirección política del trabajo del partido en defensa de la Revolución Cubana.

El artículo “¿Sería mejor para Cuba una Casa Blanca con Joe Biden?” se publicó bajo la firma de Steve Warshell, corresponsal del Militante en Miami, pero la responsabilidad de su línea y contenido recaen en el director del periódico. El artículo fue retractado y retirado de la edición digital por el director tan pronto como el Comité Nacional del PST señaló que era contrario a las posiciones que el Militante así como el Partido Socialista de los Trabajadores han mantenido desde hace mucho tiempo. Sin embargo, la edición impresa ya había sido enviada por correo a los suscriptores y distribuidores en Estados Unidos.

La intención del director en el artículo retractado era explicar que la trayectoria que Washington ha seguido durante décadas para derrocar la revolución socialista cubana, y para que la isla y su pueblo vuelvan a ser explotados por las familias gobernantes del imperialismo norteamericano, cuenta con el apoyo de ambos partidos capitalistas. Estos esfuerzos  continuarán, no importa quién ocupe la Casa Blanca el 20 de enero de 2021. Sin embargo, nuestra redacción del artículo no solo no hizo eso sino que introdujo los errores que Waters explica y rebate.

Los directores del Militante están completamente de acuerdo con “Defender la Revolución Cubana, fortalecer al pueblo trabajador norteamericano”. Merece ser leído más de una vez. Instamos a nuestros lectores a que lo estudien y discutan.

¿Sería mejor para Cuba una Casa Blanca con Biden?

POR STEVE WARSHELL
MIAMI — Varios grupos aquí y por todo el país que se consideran “amigos de Cuba” están promoviendo la candidatura presidencial de Joe Biden como una manera de aliviar los efectos de más de 60 años de ataques económicos y políticos de Washington.

En Miami, estos grupos están organizando caravanas de autos, fomentando el mito de que las administraciones demócratas —y sobre todo la de Barack Obama— “han sido mejores” para las relaciones entre Washington y La Habana, y especialmente mejores que bajo la administración de Donald  Trump.

Pero eso simplemente no es cierto, y así lo afirmó el dirigente revolucionario Fidel Castro. La guerra económica de muchas décadas de los gobernantes norteamericanos contra el pueblo cubano y su revolución ha sido de carácter bipartidista sin interrupción. Desde el triunfo revolucionario de 1959, cada administración norteamericana sin excepción ha buscado ser la que pasará a la historia como la que derrocó la Revolución Cubana.

Y Biden aspira a tener una nueva oportunidad de hacerlo. Ya se atribuye el mérito de haberlo intentado siendo vicepresidente bajo Obama.

En octubre, al hacer campaña en la Pequeña Habana, Biden dijo que “nosotros” debemos regresar a la política de Obama hacia Cuba. La política de la administración de Trump “no está funcionando”, dijo. “Cuba no está más cerca de la libertad y la democracia que hace cuatro años”. Prometió seguir utilizando sanciones contra Cuba y Venezuela “de manera inteligente”.

En 2014, bajo la administración Obama, la clase gobernante norteamericana hizo un cambio táctico, reconociendo que habían fracasado sus décadas de brutales sanciones y guerra económica para derrocar la Revolución Cubana. El “nuevo” enfoque que Obama impulsó, y que Biden dice querer reanimar, pretendía promover el desarrollo de negocios capitalistas en Cuba con la esperanza de que las operaciones y “la moral” del sistema del mercado socavarían la confianza de la clase trabajadora y las relaciones sociales de solidaridad que predominan en Cuba gracias a la revolución.

Sin embargo, Obama y Trump tienen el mismo objetivo: reimponer la explotación capitalista y el control imperialista norteamericano sobre el territorio, los recursos y el pueblo de Cuba.

Cuando el presidente Obama visitó Cuba en 2016, como parte de la reanudación de los lazos diplomáticos entre Cuba y Estados Unidos —lazos que aún se mantienen— le aconsejó al pueblo cubano “olvidar el pasado, dejar el pasado” y permitir que  Cuba se abra a la inversión capitalista irrestricta.

El dirigente cubano Fidel Castro escribió una respuesta, titulada “El hermano Obama”. A pesar de la exhortación del presidente norteamericano, el pueblo cubano no olvidará y no debe olvidar el precio económico y humano que ha pagado por las agresiones de Washington, incluido su embargo económico, dijo Castro. “No necesitamos que el imperio nos regale nada”.

Repasó el verdadero historial de los intentos norteamericanos de asfixiar la revolución: lo que Obama quería que los cubanos “olvidaran”.

“Tras un bloqueo despiadado que ha durado ya casi 60 años”, dijo el líder cubano, ¿y qué de “los que han muerto en los ataques mercenarios a barcos y puertos cubanos, un avión de línea repleto de pasajeros hecho estallar en pleno vuelo, invasiones mercenarias, múltiples actos de violencia y de fuerza?

“Nadie se haga la ilusión de que el pueblo de este noble y abnegado país renunciará a la gloria y los derechos” de lo que “ha ganado con el desarrollo de la educación, la ciencia y la cultura”, escribió Fidel Castro.

“Somos capaces de producir los alimentos y las riquezas materiales que necesitamos con el esfuerzo y la inteligencia de nuestro pueblo”.

El equipo de Biden ha defendido, frente a las críticas de la campaña de Trump, su plan de volver a las posiciones de la administración Obama como una mejor manera de atacar la Revolución Cubana.

Entablar relaciones con Cuba, dijo Juan S. González a la revista Americas Quarterly en julio, “no es un regalo para un régimen represivo. Es un acto subversivo”. González ha sido asesor de Biden y funcionario del Departamento de Estado de Obama.

El hecho es que la única campaña presidencial que brinda solidaridad al pueblo cubano y su revolución es la campaña de Alyson Kennedy del Partido Socialista de los Trabajadores. El PST no solo llama a que Washington ponga fin a sus ataques económicos contra Cuba y que los gobernantes norteamericanos se retiren de Guantánamo, sino que también señala la revolución socialista cubana como ejemplo a seguir para los trabajadores y agricultores en Estados Unidos.