‘Bloqueo a Revolución Cubana es política de estado de EUA’

Por José Ramón Cabañas
14 de diciembre de 2020
Cuban Ambassador José Ramón Cabañas.
Prensa Latina/Diony SanabiaEmbajador cubano José Ramón Cabañas.

[Traducido de presentación en inglés]

El bloqueo norteamericano contra Cuba es la guerra económica más grande y más amplia —y no solo en términos económicos— contra cualquier país. Su principal objetivo es derrocar la Revolución Cubana.

Nosotros siempre citamos el memorando de Mallory. Lester Mallory era un burócrata en el Departamento de Estado de Estados Unidos en 1960. Él escribió un documento que decía esencialmente que la Revolución Cubana cuenta con un amplio apoyo entre la población cubana, que básicamente no hay oposición, a nivel interno, en Cuba. Y que para derrocar la Revolución Cubana, Estados Unidos necesita hacer que el pueblo cubano se rinda por el hambre, imponiendo presiones económicas.

Eso fue mucho antes de la proclama del presidente [John F.] Kennedy [en 1962] que impuso el embargo contra Cuba. Si leemos la Proclama 3447, el principal argumento utilizado para imponer el embargo contra Cuba era por las relaciones entre Cuba y la República Popular de China y con la antigua Unión Soviética. Pero la Unión Soviética ya no existe, y China es el principal socio comercial de Estados Unidos.

Esta es una política de estado. A veces la gente asocia el bloqueo contra Cuba con un determinado presidente. La realidad es que hemos tenido 12 presidentes norteamericanos que han aplicado el bloqueo.

Solo quiero mencionar lo complejo que es toda la estructura del bloqueo. Varios elementos tienen que ver con la Ley de Comercio con el Enemigo de 1917. Y la Ley para la Asistencia Exterior de 1961.

Ya mencioné la Proclama 3447 decretada en 1962 por el presidente Kennedy. También están las Regulaciones para el Control de Activos Cubanos del Departamento del Tesoro impuestas en 1963. Está la Ley para la Administración de las Exportaciones de 1979.

También está la llamada Ley para la Democracia Cubana, o ley Torricelli, de 1992. El gobierno norteamericano dice que este es simplemente un asunto bilateral entre Estados Unidos y Cuba. Pero, si lees la ley Torricelli, está claro que tratan de aplicar el bloqueo a terceros países. La ley Torricelli pretende limitar las relaciones comerciales entre Cuba y compañías estadounidenses en terceros países.

Luego está la llamada ley Helms-Burton, o Ley para la Libertad y la Solidaridad Democrática Cubanas de 1996. El nombre es una broma de mal gusto. Es probablemente la ley más abarcadora con respecto al embargo.

Y está la Sección 211 de las Ley de Asignaciones Suplementarias de Emergencia de 1999. Esa sección es única. Su propósito es no reconocer las marcas cubanas en Estados Unidos.

Por último, está la Ley de Reforma a las Sanciones Comerciales y Ampliación de las Exportaciones del 2000, que establece nuevas regulaciones para el bloqueo.

El bloqueo ha existido durante 60 años. Varios senadores y representantes en el congreso estadounidense han tratado de cambiarlo totalmente, o por lo menos una parte. Hasta ahora no han tenido éxito.

El bloqueo se mantuvo vigente durante los años de la administración de Obama. Aun cuando existía lo que se denominaba un acercamiento: establecimos vínculos diplomáticos y firmamos 22 memorandos de entendimiento que cubrían diferentes áreas, desde la agricultura hasta el medio ambiente y la salud pública.

Pero el bloqueo —que constituye el elemento central de la política de Estados Unidos contra Cuba— fue implementado. Durante la administración de Obama hubo sanciones y otras medidas. Impusieron multas a bancos extranjeros para limitar las transacciones financieras con Cuba.

Es importante recordar que hasta en los momentos probablemente más positivos que tuvimos en las relaciones bilaterales de los últimos años, el bloqueo se hizo cumplir y se aplicó.

Ahora, ¿qué ha pasado durante los últimos cuatro años bajo el gobierno de Trump? Se han tomado aproximadamente 235 nuevas acciones contra Cuba en múltiples sectores. Es una política que pretende lograr que el pueblo cubano se rinda bajo las presiones económicas: limitando el abastecimiento de petróleo y otros productos importados por Cuba.

El bloqueo es algo que impacta todos los aspectos de la vida en Cuba, desde la educación hasta la salud pública, la agricultura y el comercio.

También limita las posibilidades para el pueblo de Estados Unidos. Por solo mencionar un ejemplo, la posibilidad de exportar productos agropecuarios de Estados Unidos a Cuba, que sería un mercado natural.

Ustedes han visto cómo han aumentado los viajes de Estados Unidos a Cuba. Alrededor de cinco millones y medio de norteamericanos y cubanoamericanos visitaron Cuba entre 2015 y principios de 2019.

Hay una comunidad grande de cubanoamericanos en Estados Unidos, y ellos han sufrido el impacto de estas regulaciones. Solo en los últimos dos años, el gobierno de Estados Unidos implementó 121 decisiones para limitar los viajes a Cuba y limitar el envío de remesas familiares.

Sesenta años de bloqueo es demasiado. Sesenta años de una política fracasada, de un fiasco. Es hora de intentar algo diferente.

Ustedes probablemente tendrán preguntas o comentarios sobre los resultados de las elecciones en Estados Unidos. Hay una renovada esperanza entre los norteamericanos respecto a una nueva relación que se pueda establecer con Cuba.

Seguimos abiertos a cualquier tipo de conversaciones, sobre la base del respeto mutuo y la reciprocidad. Esas son las dos claves para cualquier relación futura entre Cuba y Estados Unidos. Con el presidente entrante o con cualquier otra administración en el futuro.

Hemos oído las declaraciones públicas de los candidatos. Hemos oído declaraciones de personas que pudieran estar vinculadas con el nuevo gobierno. Pero Cuba no ajusta su política porque alguien fue electo. No ajustamos las políticas a personas específicas. Los principios de nuestra política exterior son consistentes.

Entendemos que tenemos y tendremos diferencias con Estados Unidos. Las enumeramos en 2015 y 2016. Pero sí creemos, para beneficio de nuestra población, para beneficio del mundo y de la región, que debemos encontrar terreno común sobre varios temas.

El bloqueo contra Cuba siempre ha sido un acto de guerra. Pero hoy es también un crimen mantener y aplicar ese bloqueo bajo las condiciones de la pandemia de la COVID-19. La actual administración norteamericana en ningún momento, ni una sola vez durante el último año, suspendió alguna medida. Al contrario. Han reforzado severamente las limitaciones que los ciudadanos cubanos tienen que soportar por el bloqueo.

Esperemos que la causa común de combatir la COVID en Estados Unidos, en esta región, en este hemisferio, sea una oportunidad para que cooperen todos nuestros países. No solo para encontrar una cura, sino para encontrar un mejor futuro para nuestros pueblos.