Cuba refuta farsa de ‘San Isidro’, defiende historial de la revolución

Por Róger Calero
28 de diciembre de 2020
En campaña de alfabetización cubana en 1961, 250 mil personas alfabetizaron a obreros y campesinos hasta en las áreas más remotas. “Aunque la agresividad de EEUU empezó muy tempranamente, a través de presiones y amenazas, bombas, financiamiento de bandas armadas y una feroz campaña mediática­ — el gobierno revolucionario no descuidó la promoción de la cultura cubana”, escribió Abel Prieto, ex ministro de cultura, en Granma, 4 de dic.
En campaña de alfabetización cubana en 1961, 250 mil personas alfabetizaron a obreros y campesinos hasta en las áreas más remotas. “Aunque la agresividad de EEUU empezó muy tempranamente, a través de presiones y amenazas, bombas, financiamiento de bandas armadas y una feroz campaña mediática­ — el gobierno revolucionario no descuidó la promoción de la cultura cubana”, escribió Abel Prieto, ex ministro de cultura, en Granma, 4 de dic.

Funcionarios del gobierno de Estados Unidos y los medios de comunicación capitalistas están recurriendo una vez más a las trilladas calumnias de que el gobierno cubano es una “dictadura” después que las autoridades cubanas desalojaran el 26 de noviembre a un grupo de autodenominados “artistas independientes” oponentes de la Revolución Cubana que realizaban una protesta.

La realidad es que la Revolución Cubana tiene un orgulloso historial de 60 años de promover la producción de libros, cine, música y la creación artística, que ha ampliado el acceso a la cultura y la educación de millones de personas en la ciudad y el campo.

Las autoridades cubanas habían desalojado de su sede y detenido brevemente a 14 miembros del llamado Movimiento San Isidro, un grupo antigubernamental. Habían estado en huelga de hambre contra la detención de Denis Solís, uno de sus integrantes, quien se presenta como un rapero. Fue declarado culpable por un tribunal cubano de desacato a la autoridad por insultar y amenazar a un oficial de la policía en cumplimiento de su funciones y fue sentenciado a ocho meses de prisión.

El 27 de noviembre, unos 200 artistas, escritores y estudiantes se congregaron frente al Ministerio de Cultura en La Habana para expresar su preocupación por el desalojo y discutir sobre la libertad de expresión. El viceministro de cultura, Fernando Rojas, y representantes de organizaciones culturales y artísticas se reunieron durante cuatro horas con 30 de los manifestantes, incluidos algunos del grupo de San Isidro, y acordaron tener más discusiones.

La mayoría de los participantes estaban “influidos por la atmósfera creada en las redes. Pocos conocían lo acontecido efectivamente en San Isidro y a sus protagonistas”, escribió Abel Prieto en el diario cubano Granma el 4 de diciembre. “Creo que querían honestamente dialogar con la institución”. Prieto es director de Casa de las Américas, reconocida institución y editorial cultural cubana. Fue presidente de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), y ministro de cultura durante muchos años.

‘Operación contra la revolución’

“Otros (una minoría) participaban con total conciencia en un plan contra la revolución”, dijo Prieto. “Solo les interesaba el ‘diálogo’ para convertirlo en noticia, en show, y anotárselo como una victoria. Algunos necesitaban justificar el dinero que reciben”.

“La política cultural de la Revolución ha abierto un espacio amplio y desprejuiciado para que los creadores puedan hacer su obra en total libertad”, dijo Prieto, y las instituciones culturales de Cuba, aunque han cometido algunos errores, “se mantienen abiertas al debate franco con artistas y escritores”.

Como parte de sus esfuerzos económicos y políticos de décadas para destruir la revolución en Cuba, tanto bajo administraciones demócratas como republicanas, los gobernantes capitalistas estadounidenses han promovido y proporcionado fondos para individuos y grupos que realizan actividades antigubernamentales bajo el lema de defender la libertad artística e intelectual.

La televisión cubana ha mostrado reportajes de participantes en la protesta siendo contactados por oponentes de la revolución residentes en Estados Unidos para incitarlos a realizar actos de vandalismo. Mostró videos de funcionarios norteamericanos reuniéndose con miembros del grupo San Isidro.

El 28 de noviembre, el Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba llamó al Encargado de Negocios de Estados Unidos, Timothy Zuñiga-Brown, para protestar contra la “grave injerencia de Washington en los asuntos internos de Cuba”. Zuñiga-Brown respondió que continuaría estableciendo contactos con opositores al gobierno y la Revolución Cubana.

El Secretario de Estado Mike Pompeo; Jake Sullivan, nombrado por el presidente electo Joe Biden para Consejero de Seguridad Nacional; y otros políticos demócratas y republicanos han también usado esta provocación para difamar a la Revolución Cubana.

Decenas de opositores de la Revolución Cubana organizaron una protesta en Miami el 28 de noviembre para apoyar la provocación de San Isidro. También hubo pequeñas acciones ese día en Nueva York y cinco días después en Washington. Alex Otaola, un autodenominado “influencer” de YouTube y principal organizador de la protesta en Miami, hizo un llamado al gobierno de Estados Unidos a intensificar las sanciones económicas contra Cuba y por la “libre empresa” allí.

Diálogo dentro de la revolución

Representantes del Ministerio de Cultura de Cuba, dirigentes de la UNEAC y la Asociación de Hermanos Saíz, una agrupación de jóvenes artistas cubanos, sostuvieron una segunda reunión el 5 de diciembre con decenas de artistas y escritores, incluyendo participantes de la manifestación el 27 de noviembre.

Pero en respuesta a nuevas provocaciones por el grupo de San Isidro, el ministerio cubano anunció el día anterior que no se reuniría con personas que hayan tenido contacto directo y reciban apoyo financiero del gobierno de Estados Unidos, o con medios de comunicación que reciban fondos de agencias gubernamentales de Estados Unidos.

Con el fin de promover la oposición a la Revolución Cubana, los dirigentes del grupo de San Isidro se han concentrado en el Decreto 349, que establece el requisito de obtener una licencia para la comercialización de obras de arte y para actuaciones de artistas y músicos empleados por cuenta propia. La ley, también prohíbe el arte o la música con contenido pornográfico, racista, “sexista, vulgar y obsceno”, así como el “uso de símbolos patrios que contravengan la legislación”.

El Consejo de Estado de Cuba adoptó la legislación como parte de los esfuerzos para regular el mercado privado de arte en Cuba, el cual ha crecido en las últimas dos décadas.

El Decreto 349 generó un amplio debate entre los artistas cubanos, tanto a favor como en contra. Sus críticos, entre ellos partidarios de la revolución, expresaron su preocupación de que fuera implementada de manera demasiado administrativa y podría llevar a la censura de la expresión artística. La aplicación de la ley fue pospuesta para permitir más discusión y hacer cambios para abordar estas preocupaciones, y aún no se ha implementado.

“La Revolución formó un público masivo y ávido para las artes y las letras”, escribió Prieto. “Dio espacio, además a las expresiones más genuinas y discriminadas de las tradiciones populares y a las búsquedas más audaces en los diversos géneros artísticos”.

Si bien algunos artistas e intérpretes tienen preocupaciones genuinas sobre la mejor manera de desarrollar el arte en Cuba, y participan en discusiones y debates como parte del fortalecimiento de los logros de la revolución, grupos como el de San Isidro buscan utilizar estos agravios para ayudar al imperialismo norteamericano a socavar la revolución.

“Es necesario separar claramente la historieta de los marginales de San Isidro y lo sucedido en el Ministerio de Cultura”, dijo Prieto, refiriéndose a la acción del 27 de noviembre. “En el segundo caso, hay valiosos jóvenes que deben ser atendidos”.

“Todo creador que se acerque a las instituciones con objetivos legítimos encontrará interlocutores dispuestos a escucharlo y a apoyarlo”, dijo. “Con los farsantes no hay diálogo posible”.