A continuación publicamos una carta que el Militante recibió de Jeri Mullan sobre la lucha de los trabajadores de Marathon en St. Paul Park.
He seguido con interés especial los artículos del Militante sobre la lucha de los trabajadores petroleros de la Marathon en St. Paul Park. Durante años trabajé en una escuela pequeña allí.
En St. Paul Park, durante todo el año, la refinería hace sonar sus sirenas una vez al mes para verificar el funcionamiento del sistema de alerta de explosiones de la refinería. En esta ciudad con un poco más de 5 mil habitantes, una explosión en la refinería de petróleo Marathon, localizada al final de la calle principal de la ciudad, no dejaría nada en pie.
Uno puede contar la línea de vagones cisterna paralelos a la refinería cuando entran. El peligro de una explosión radica en todos los materiales que se envían por ferrocarril hacia y desde la refinería además de los peligros asociados a la producción en la refinería misma.
La línea ferroviaria Canadian Pacific que transporta esos materiales pasa por mi barrio. En las Ciudades Gemelas estamos rodeados por una red ferroviaria que circula trenes que a veces transportan cien o más vagones cisterna. Yo vivo en una zona que ha sido dividida por la ciudad en zonas que toman en cuenta la posibilidad de un descarrilamiento. La ciudad tiene un plan en el caso de un descarrilamiento que provoque una explosión: es un plan de limpieza. Hazmat llegará después de que termine el evento.
No hay ninguna promesa de que se va a lidiar con asuntos de seguridad para evitar un desastre ferroviario.
No hay ninguna promesa de establecer un plan de evacuación. Arréglenselas como puedan al respecto.
Doscientos trabajadores petroleros en la refinería de Marathon están haciendo frente a la amenaza de un desastre que pone en peligro a toda una ciudad. Es una lucha que se entiende como lo muestra el apoyo sindical de enfermeras, maestros, camioneros, trabajadores ferroviarios, carteros, trabajadores del Metro, para nombrar solo a algunos de los que están enviando apoyo a St. Paul Park. La seguridad está en manos de estos luchadores.
— JERI MULLAN, ST. PAUL, MINNESOTA