Vacunas para ganancias vs. solidaridad intl. de Cuba

Por Róger Calero
19 de abril de 2021

Hay dos enfoques de clase diferentes con respecto a los esfuerzos de vacunación contra la COVID-19 en el mundo hoy. Uno de ellos asegura las ganancias de las familias capitalistas gobernantes propietarias de los gigantes monopolios de farmacéuticos y seguros médicos.

El otro, defendido por el pueblo cubano y su revolución socialista, concentra recursos para producir vacunas para cada persona en Cuba y para todo país del mundo que las desee.

Es imprescindible que todos los trabajadores y sus familias sean vacunados. Para reconstruir la fuerza laboral en Estados Unidos y en otras partes del mundo capitalista —que ha sido diezmada por los despidos, combinaciones de empleos y el aumento del ritmo de trabajo, procesos acelerados por la pandemia— los trabajadores deben unirse en sus centros de trabajo para luchar en defensa de nuestros empleos, salarios y seguridad.

Pero las lucrativas compañías farmacéuticas capitalistas, que han recibido miles de millones de dólares del gobierno para la investigación, el desarrollo y la distribución de vacunas, más bien subordinan todo para acaparar parte del mercado en una competencia encarnizada.

Esto también incrementa la tentación de los patrones de la industria farmacéutica de manipular los resultados de sus pruebas para llegar al mercado más rápidamente.

Este enfoque de la medicina con fines de lucro, junto con el “yo-primero” y “al diablo con los demás” del proteccionismo de los gobernantes capitalistas, dejará a miles de millones en los países subdesarrollados sin la posibilidad de ser vacunados durante los próximos meses, por no decir nunca. La prolongación de la pandemia tendrá efectos aún más devastadores en la vida de millones y aumentará las posibilidades de mutaciones del virus que puedan propagarse por todo el mundo.

El 1 de marzo, casi tres meses después que los países capitalistas más ricos como Estados Unidos compraran las vacunas más prometedoras y comenzaran sus campañas de vacunación, los gobiernos de Ghana y Costa de Marfil recibieron unas 500 mil dosis cada uno del programa Covax de la Organización Mundial de la Salud. Esto apenas es suficiente para comenzar a inocular a los trabajadores de la salud y a los ancianos.

La mayoría de los 142 países inscritos en Covax se encuentran en una situación similar. África, con una población de 1,300 millones de habitantes, recibirá sólo 140 millones de dosis para junio, en el mejor de los casos.

Y el programa Covax se está desmoronando a medida que los gigantes farmacéuticos priorizan acuerdos con el mejor postor.

A mediados de enero, más de 7 mil millones de dosis de vacunas habían sido adquiridas en el mundo, de los cuales 4.2 mil millones iban destinadas para los principales países capitalistas, informó The Guardian. Algunos de estos gobiernos han comprado suficiente dosis para cubrir varias veces a su población. La administración de Biden está sentada en decenas de millones de dosis de la vacuna AstraZeneca, esperando la aprobación de su uso en EE.UU. Mientras tanto, está considerando “prestar” vacunas a México.

‘Proteccionismo de vacunas’

Hay mucha tensión incluso entre las potencias imperialistas rivales. A principios de marzo, la Comisión Europea bloqueó las exportaciones de vacunas AstraZeneca producidas dentro del bloque de la Unión Europea a países con “mejor cobertura de vacunación”. Se quejó de que el fabricante no estaba cumpliendo con las entregas a países miembros. Representantes de la UE exigieron que AstraZeneca deje de usar fábricas ubicadas en Europa para producir dosis destinadas para el Reino Unido.

La verdad es que la escasez de vacunas es creada por el funcionamiento del capitalismo. En lugar de movilizar los recursos de la sociedad, dejan la creación y producción de las vacunas en manos del “mercado” y su “afán de lucro”. Los ganadores esperan ganar billones de dólares. Los trabajadores serán los perdedores.

Cuba: ‘Compartimos lo que tenemos’

El pueblo cubano acogió con entusiasmo y orgullo los ensayos en etapa final de dos de las cinco vacunas que se están desarrollando allí —Soberana 2 y Abdala— que ponen a Cuba en camino a convertirse en el primer país latinoamericano en fabricar su propia vacuna.

Un estudio de vacunación más grande fue iniciado a fines de marzo con la Soberana 2. Unas 1.7 millones de personas serán vacunadas en La Habana —la mayoría de la población adulta de la ciudad— para el fin de mayo. Un segundo esfuerzo dio inicio en las provincias orientales utilizando el candidato vacunal Abdala. La meta es inocular al 70 por ciento de la población del país para agosto y el resto para el fin del año.

Los logros médicos y científicos de Cuba son posibles porque el pueblo trabajador hizo una revolución en enero de 1959 y le quitó el poder a los gobernantes capitalistas y a los imperialistas norteamericanos que los respaldaban.

En 1962, el gobierno revolucionario de Cuba inició un Programa Nacional de Inmunización poco después de una movilización que vacunó a todos los menores de 15 años contra la poliomielitis en una semana.

El programa, explicó Miguel Galindo en 1999, su director, se basa en cuatro principios básicos.

Los esfuerzos de vacunación abarcan a todo el pueblo cubano.
La vacunación está integrada en los servicios de atención primaria de la salud.
El programa se basa en la participación activa de la comunidad.
La vacunación es gratuita.

El objetivo de Cuba no es solo proporcionar vacunas a su población y a cualquiera que visite Cuba, sino también ponerlas a disposición de todo el mundo. El gobierno revolucionario de Cuba busca proporcionar vacunas gratuitas a las naciones más explotadas o a bajo costo a otras.

Al igual que otras contribuciones internacionalistas de Cuba por todo el mundo, el desarrollo de la vacuna se realiza bajo el principio de la revolución: “No damos los que nos sobra. Compartimos lo que tenemos”.

Estamos demostrando que “esta vacuna puede ser eficaz y podemos ayudar a combatir esta epidemia en el mundo entero”, dijo en la televisión cubana José Luis Saldívar, un voluntario en el ensayo clínico de Abdala en la provincia de Guantánamo, después de ser vacunado.