CHICAGO — “Cuba y la revolución norteamericana que viene: Aniversario 60 de dos victorias históricas de la Revolución Cubana y su importancia para forjar un partido revolucionario en Estados Unidos, entonces y ahora”. Ese fue el título de la presentación que Mary-Alice Waters dio en una conferencia del Partido Socialista de los Trabajadores en la región del Medio Oeste, celebrada aquí el 24 de abril.
Waters es miembro del Comité Nacional del PST y editora o autora de más de 30 libros de la editorial Pathfinder sobre la Revolución Cubana.
Ella se enfocó en cómo Fidel Castro, Che Guevara y otros dirigentes de la revolución condujeron a los trabajadores y agricultores en Cuba para tomar el poder político, movilizarse a fin de realizar medidas más y más profundas contra las relaciones de propiedad capitalistas, y transformarse en este proceso. A través de estas movilizaciones de masas, el pueblo trabajador cubano llevó a cabo la primera revolución socialista en nuestro hemisferio.
Waters también explicó cómo ese poderoso ascenso revolucionario impactó a jóvenes de inclinación revolucionaria en Estados Unidos. Estos jóvenes además estaban participando en la batalla proletaria de masas liderada por negros para derrocar el sistema Jim Crow de segregación racial. Este conjunto de sucesos ayudó a convencerlos de que se incorporaran al Partido Socialista de los Trabajadores y de que hoy día sigan impulsando el partido.
Asimismo, Waters abordó el reciente juicio al policía Derek Chauvin de Minneapolis, quien fue declarado culpable de matar a George Floyd en 2020. Aplicando lecciones de la Revolución Cubana, ella explicó que la manera en que la clase dominante organizó el juicio representó un ataque a nuestros derechos, y por qué estas cuestiones son de vital importancia para el pueblo trabajador.
Asistieron unas 60 personas, entre ellas miembros y partidarios del partido, compañeros de trabajo y jóvenes de Chicago, Minneapolis, Detroit, Cincinnati y Louisville, Kentucky. También participaron Joe Swanson, candidato del Partido Socialista de los Trabajadores para el Consejo Municipal de Lincoln, Nebraska, y los candidatos del PST para alcalde en Minneapolis y Louisville, Doug Nelson y Maggie Trowe.
El evento vespertino comenzó con una cena, seguida del programa y un nutrido período de debate de una hora. Concluyó con un encuentro social para conversaciones políticas informales y relajadas.
Trowe hizo una solicitud de fondos para apoyar la campaña electoral nacional del PST, y se recaudó $3,600.
La reunión fue moderada por Dan Fein, presidente estatal de la campaña del PST en Illinois, y Mary Martin, presidenta de la rama del PST en Minneapolis.
Línea de acción revolucionaria
El evento empezó con una muestra de Maestros voluntarios, un breve documental sobre la campaña cubana de alfabetización de 1961. La película, una obra en progreso, fue proporcionado por su directora, Catherine Murphy.
“No hay mejor manera de comenzar nuestro programa esta tarde que con este video”, dijo Waters, señalando que ilustra el carácter proletario de masas de las movilizaciones de alfabetización.
“Qué placer poder hablar con seres humanos en carne y hueso”, dijo Waters entre aplausos. “La clase trabajadora ha pagado un precio muy alto durante el último año por nuestro aislamiento e incapacidad de usar nuestros números para poner nuestra impronta en los acontecimientos políticos que se han desarrollado”.
Esta celebración del 60 aniversario de las victorias de los trabajadores y agricultores cubanos en Playa Girón y en la campaña de alfabetización, dijo Waters, es ante todo una oportunidad para educarnos, para estar mejor preparados para ayudar a dirigir una revolución socialista aquí en Estados Unidos.
El 16 de abril de 1961, el día después de que las fuerzas mercenarias organizadas y financiadas por Washington bombardearon bases aéreas cubanas —intentando destruir la fuerza aérea revolucionaria para facilitar la invasión por Playa Girón— Fidel Castro pronunció un discurso en que preparó a los trabajadores y agricultores cubanos para la batalla inminente.
“Compañeros obreros y campesinos, esta es la revolución socialista y democrática de los humildes, con los humildes y para los humildes. Y por esta revolución”, dijo, “estamos dispuestos a dar la vida”.
No era una declaración ideológica o una “proclamación” del carácter socialista de la revolución, como a menudo se describe ese discurso, dijo Waters. Era una afirmación de lo que el pueblo trabajador cubano ya había conquistado durante los dos años desde haber derrocado a la dictadura de Batista. “Lo que no pueden perdonarnos [es] que hayamos hecho una revolución socialista en las propias narices de Estados Unidos”, dijo Fidel Castro.
“Había llegado el momento de hacer esa declaración, de decir ‘caso cerrado’ a algo que no era un debate ideológico sino una batalla política que se venía librando en el seno del liderazgo revolucionario desde el inicio de la Revolución Cubana”, dijo Waters.
Desde la victoria del 1 de enero de 1959 contra la dictadura de Fulgencio Batista, el partido estalinista pro-Moscú en Cuba, el Partido Socialista Popular, y los partidos estalinistas en todo el mundo habían argumentado que era imposible hacer una revolución socialista en Cuba, o en otros países de América Latina. Decían que no era el momento propicio, que solo era posible una revolución democrático-burguesa.
Pretendían arrebatarle la dirección política a Fidel Castro y sus compañeros de lucha del Movimiento 26 de Julio, y frenar el impulso revolucionario de los trabajadores y agricultores cubanos. Buscaban defender los intereses de Moscú manteniendo la “coexistencia pacífica” con Washington.
El PST defendía el curso revolucionario impulsado por Castro. “Participamos en este debate, defendiendo la Revolución Cubana y lo que estaba logrando”, dijo Waters. Explicó que Jack Barnes, hoy secretario nacional del Partido Socialista de los Trabajadores, estaba en Cuba durante el verano de 1960, junto con miles de otros jóvenes de todo el continente y otras partes del mundo, en momentos cuando los trabajadores y campesinos profundizaban sus movilizaciones, nacionalizaban las fábricas, la banca y la tierra, y hacían avances frente a las relaciones sociales capitalistas.
Barnes participó en el Primer Congreso Latinoamericano de Juventudes, celebrado en La Habana, donde el Che Guevara habló en la sesión inaugural. ¿Es esta una revolución comunista?, preguntó Guevara.
“Después de las consabidas explicaciones para averiguar qué es comunismo, y dejando de lado las acusaciones manidas del imperialismo, de los poderes coloniales, que lo confunden todo, vendríamos a caer en que esta revolución, en caso de ser marxista —y escúchese bien que digo marxista—, sería porque descubrió también, por sus métodos, los caminos que señalara Marx. …
“Y esta Revolución Cubana, sin preocuparse por sus motes, sin averiguar qué se decía de ella, pero oteando constantemente qué quería el pueblo de Cuba de ella, fue hacia adelante”.
En abril de 1961, dijo Waters, “Fidel sabía que había llegado el momento para poner fin al debate. Sabía que los combatientes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, la Policía Nacional Revolucionaria y las Milicias Revolucionarias lucharían con más y más valentía y decisión, comprendiendo lo que ya habían logrado, lo que luchaban por defender.
“Ninguna revolución socialista es posible sin profundizar la conciencia de clase, sin una conciencia socialista. Los trabajadores tenemos que ser conscientes de lo que estamos haciendo o seremos derrotados”.
Campaña alfabetizadora socialista
Las raíces de la masiva campaña de alfabetización, dijo Waters, se remontaban a lo que el Ejército Rebelde había hecho después de conquistar territorios y responsabilizarse de organizar la vida allí. Esta campaña no tenía que ver solo con educación y cultura. Era ante todo una batalla para transformar las relaciones de clase en Cuba.
Los 100 mil jóvenes de las ciudades que se movilizaron para ir al campo —en su mayoría mujeres y adolescentes— recibieron una educación de los propios trabajadores rurales y campesinos que estaban alfabetizando. “Le inculcó en esa generación una conciencia de clase que los transformó para toda la vida”, dijo Waters.
Así también hicieron avances que socavaron los viejos prejuicios contra los negros y las mujeres.
Waters contrastó esta iniciativa —dirigida como rumbo consciente encaminado a transformar las relaciones sociales— con los importantes programas de alfabetización que acompañaron a muchas revoluciones burguesas. Ella señaló la escena de un hermoso mural pintado por Diego Rivera que muestra a una maestra solitaria que alfabetiza a campesinos después de la Revolución Mexicana de 1910, una imagen en la portada del libro Art and Revolution (Arte y revolución) de León Trotsky, publicado por la editorial Pathfinder. Lo comparó con fotos de la celebración de decenas de miles de alfabetizadores en La Habana tras cumplir su misión a fines de 1961.
“Esta fue una campaña proletaria”, destacó.
“La primera derrota del imperialismo norteamericano en este hemisferio se dio en Bahía de Cochinos. Esto no ocurrió porque los gobernantes norteamericanos tuvieran un plan defectuoso, o porque se acobardaron, según dice la narrativa muy divulgada en Estados Unidos”, dijo Waters.
“Ocurrió porque los trabajadores y agricultores cubanos vencieron”.
Las fuerzas respaldadas por Washington fueron derrotadas porque “les faltó medir la correlación moral de fuerzas”, dijo Che Guevara en un discurso a los trabajadores eléctricos después de la victoria. “Pero además, [midieron mal] la capacidad de luchar de cada uno de los grupos”.
Tres victorias importantes
Estas tres victorias que estamos celebrando —la revolución socialista en Cuba, Playa Girón y las conquistas sociales logradas gracias a las movilizaciones de alfabetización— fueron decisivas para forjar una vanguardia obrera en Estados Unidos, tanto entonces como hoy día.
“Los miembros del Partido Socialista de los Trabajadores no estaríamos aquí sin los hombres y mujeres que hicieron esto”, dijo Waters. “No por una cosa llamada Revolución Cubana, sino por el trabajo consciente de seres humanos vivos”.
Los primeros años de la Revolución Cubana, dijo, coincidieron con una nueva ola en la batalla de masas encabezada por trabajadores para derribar el sistema estilo apartheid de segregación racial en Estados Unidos, conocido como el sistema Jim Crow.
A partir de la victoria del boicot de autobuses en Montgomery, Alabama, la nueva ola incluyó las sentadas en las cafeterías de Woolworth, los Viajes por la Libertad, el Verano de la Libertad, la marcha de Selma a Montgomery, las batallas por el derecho al voto y mucho más, incluida la perspectiva internacional revolucionaria cada vez más clara de Malcolm X.
“Vimos un movimiento de masas que avanzaba en Estados Unidos, que no proclamaba victimismo sino humanidad. Nos identificamos con Conrado Benítez”, un alfabetizador voluntario asesinado por contrarrevolucionarios en Cuba. Él era como los luchadores por los derechos civiles que estaban siendo brutalmente asesinados aquí.
“Vimos hasta qué extremos llegarían los gobernantes capitalistas para mantener su poder y su propiedad y, aún más importante, vimos la transformación nuestra que era necesaria. El tipo de partido proletario de masas disciplinado que hace falta forjar”.
“Fuimos captados para el PST”, dijo.
Derechos conquistados en batalla
“Aprendimos y seguimos aprendiendo de la postura política y moral de clase de la Revolución Cubana”, dijo Waters. Un ejemplo oportuno que ella explicó fue en torno al juicio del ex policía de Minneapolis Derek Chauvin, quien fue declarado culpable de asesinar a George Floyd.
Fue evidente desde el principio que la clase gobernante había tomado la decisión de condenar a Chauvin con la esperanza de desviar la creciente ira por este y muchos otros casos de brutalidad policial, reflejada en las protestas de masas que estallaron en todo el país el verano pasado. Para los gobernantes, era el menor de los males.
Destacados abogados de grandes empresas jurídicas privadas donaron sus servicios al enorme equipo de la fiscalía para enjuiciar a Chauvin. Un oficial de policía tras otro testificó en su contra, incluido el jefe de policía. Chauvin tuvo un solo abogado. Sus compañeros policiales no se movilizaron para colmar la sala del tribunal, como suelen hacer cuando uno de sus “hermanos de azul” es enjuiciado.
Mientras tanto, políticos del Partido Demócrata como Maxine Waters intentaron atizar a las multitudes exaltadas que observaban cada minuto del juicio televisado, y amenazaron con violencia si el jurado no presentaba un veredicto unánime de asesinato.
Otros, entre ellos el presidente Joseph Biden, trataron de canalizar esta rabia hacia la política electoral del Partido Demócrata y hacia demandas de reformar la policía. Uno de los manifestantes expresó la mentalidad de turba de linchamiento, diciendo que Chauvin no tenía derecho a un juicio: “el video es lo único que necesitamos”.
Fue un espectáculo público de masas que atentó contra los derechos que la clase trabajadora ha conquistado con su sangre a través de los siglos: el derecho a ser juzgado por un jurado de sus pares, la presunción de inocencia a menos que se demuestre su culpabilidad. Que la culpabilidad debe probarse más allá de toda duda razonable. Que la decisión del jurado debe ser unánime.
“Es por eso que no nos sumamos a los que lo celebran como un maravilloso juicio y veredicto”, dijo Waters.
Al respecto, ella dijo que vale la pena estudiar uno de los capítulos más controvertidos de los primeros meses de la Revolución Cubana, los juicios que los tribunales revolucionarios realizaron contra muchos de los esbirros más connotados y brutales de Batista y la ejecución de un buen número de ellos.
En una entrevista realizada por el periodista francés Ignacio Ramonet y publicada en 2006 en el libro Cien horas con Fidel (tercera edición), Castro comentó sobre esos juicios. Fue un error “que se realizaron esos juicios utilizando lugares públicos donde podían reunirse numerosas personas del pueblo justamente indignadas por los miles de crímenes cometidos”, dijo el líder cubano. “Chocó con nuestra propia concepción de la justicia. Eso fue muy explotado por Estados Unidos. No tardamos en rectificar lo que sin duda fue un error”.
“No nos arrepentimos”, dijo, refiriéndose a la creación de los tribunales revolucionarios y a los juicios, “aunque siento lástima al recordar cuán amargo debió ser para ellos [los acusados] el odio que con razón el pueblo sintió por sus repugnantes crímenes”.
Durante la guerra revolucionaria, el Movimiento 26 de Julio había explicado una y otra vez que cuando el régimen de Batista fuera derrotado, “nuestro Movimiento no quería gente arrastrada por las calles, ni venganzas personales, porque habría justicia”, dijo Castro. “Durante toda la guerra, pensando en la violencia de masas que acompaña a las victorias populares, advertimos a nuestro pueblo sobre eso”.
“Esta fue, tal vez, la única Revolución en que fueron juzgados y sancionados los principales criminales de guerra, que no asaltó ni arrastró a la gente ni tomó venganza por sus manos”.
“Y si no hubo linchamientos ni baño de sangre se debió a una prédica y a una promesa: ‘Los criminales de guerra serán juzgados y sancionados ejemplarmente’”.
“La policía existe para proteger las prerrogativas del capital”, dijo Waters. “No se puede transformar. Nuestra demanda no es ‘reformar’. Es controlar y reemplazar”.
Cuando el régimen de Batista fue derrocado, los trabajadores y agricultores cubanos tomaron todas las comisarías, dijo Waters. Desarmaron y disolvieron a la policía batistiana. Algunos fueron enjuiciados. Los demás fueron enviados a casa por un mes y luego se les ofreció trabajos productivos. Se construyó una nueva policía nacional sobre bases de clase cualitativamente diferentes, reclutando a combatientes revolucionarios.
Estas unidades policiales sufrieron las mayores bajas en los combates de Playa Girón.
La Revolución Cubana es nuestra
“Celebramos y aprendemos de los triunfos —y los errores— de la Revolución Cubana”, dijo Waters. “También es nuestra revolución. Pero para nosotros, el desafío se encuentra aquí mismo”.
En su libro Cuba y la revolución norteamericana que viene, Jack Barnes describe cómo, en aquellos meses de verano de 1960, todos sabían que se avecinaba una invasión. Era solo cuestión de cuándo. Le dijo a un comandante de las milicias cubanas que Barnes conocía y respetaba que él quería quedarse y ayudar a derrotarla.
“No, nosotros estaremos listos y los vamos a vencer”, le dijo el comandante a Barnes. “Tu tarea es regresar a casa. Encontrar a otra gente como tú y hacer una revolución en Estados Unidos. Y sumarte a un partido, convencido de que sigue ese camino”.
“Y eso es precisamente lo que hizo”, dijo Waters.
Un debate en proceso
Durante una hora de debates, los participantes intercambiaron experiencias recientes sobre su participación en luchas sindicales y otras luchas obreras. Debatieron cuestiones políticas planteadas durante el evento y las oportunidades para construir un partido proletario hoy día.
Algunos acababan de regresar de una visita a Brookwood, Alabama, para apoyar la huelga de mineros del carbón contra Warrior Met Coal.
Maggie Trowe, candidata del PST para alcalde de Louisville, participó en la visita a Brookwood. Instó a los presentes a promover la solidaridad con la lucha de los mineros y a hacer campaña con el Partido Socialista de los Trabajadores.
“Es una buena forma de entablar un debate, incluyendo sobre la huelga y sobre el ejemplo de lo que hizo el pueblo trabajador en Cuba”, dijo Trowe. “Y sobre lo que están haciendo hoy día con su ejemplo de solidaridad internacional” en respuesta a la pandemia.
“Conocí al partido hace seis meses y me alegra estar aquí”, dijo Dave Perry de Cincinnati. Describió la lucha por la dignidad y por condiciones más seguras en la fábrica donde trabaja. Al igual que muchos otros trabajadores allí, Perry es ciego. “No importa que seas ciego o vidente, no importa cuál sea tu discapacidad, raza o antecedentes, hay que luchar para lograr cualquier cambio”, dijo.
Ilona Gersh de Chicago dijo que al hacer campaña en Minneapolis y en Chicago, había conocido a trabajadores que identificaban las protestas de masas con los saqueos y la violencia que ocurrieron tras la muerte de George Floyd. Ella les respondió señalando la necesidad de ampliar las movilizaciones obreras —incluido el esfuerzo para involucrar a nuestros sindicatos— a fin de contrarrestar estas acciones antiobreras y de hacer valer la fuerza y la claridad de clase del pueblo trabajador.
Experiencias en Minneapolis
“Nuestras experiencias en Minneapolis durante el último año han abierto posibilidades para fortalecer el movimiento comunista, para captar a nuevos miembros, contactos y compañeros de lucha”, dijo Doug Nelson, candidato del PST para alcalde. “Hemos participado en las masivas protestas contra la brutalidad policial y, más recientemente, en la solidaridad con los trabajadores petroleros de Marathon y los trabajadores de la salud que están resistiendo los ataques a sus salarios y condiciones de trabajo”.
Describió la enorme respuesta popular el año pasado ante la muerte de Floyd, la indignación moral que se había estado gestando durante años y las discusiones en las que él participó, en medios de las protestas, de cómo lidiar con los anarquistas, algunos maldirigentes de Black Lives Matter, y otros que saquearon y quemaron tiendas, desmovilizando las protestas de masas.
Nelson dijo que después de la reciente muerte a manos de la policía de Daunte Wright en Brooklyn Center, cerca de Minneapolis, el administrador municipal Curt Boganey fue despedido simplemente por decir que todos los empleados de la ciudad “tienen derecho al debido proceso”. (Ver recuadro con extractos de las palabras de Nelson).
Nelson dijo que la participación del Local 120 del sindicato de camioneros Teamsters y un mensaje de la Asociación de Enfermeras de Minnesota en solidaridad con las protestas contra la muerte de Wright “representan algo positivo” que destaca las fuerzas de clase que son necesarias para avanzar.
La participación de los sindicatos en estas luchas sociales es también un paso importante para comenzar a transformarlos en instrumentos que luchen por los amplios intereses de la clase trabajadora en su conjunto, señaló Waters.
Joe Swanson habló sobre las experiencias con su campaña para el consejo municipal de Lincoln. Explicó que él trabajó durante décadas en el ferrocarril y militó en su sindicato, “pero no encontré el liderazgo que hacía falta hasta que conocí al partido”.
“Nuestro próximo proyecto es organizar una caravana de autos en Lincoln en oposición a la guerra económica norteamericana contra Cuba”, dijo Swanson.
Muchos de los presentes habían ayudado a promover el creciente número de caravanas mensuales de autos y bicicletas para exigir el fin de la guerra económica de Washington contra Cuba. Dan Fein instó a todos a participar en la caravana que se daría el día siguiente en Chicago. “Es una forma de hacer una manifestación pública, no una reunión por Zoom”, dijo.
Waters y otros participantes en el evento se sumaron a la caravana en Chicago, y Waters dijo unas palabras al inicio de esta.
‘Nuestra tarea es preparar’
“Sabemos que se avecinan grandes batallas de clases, pero no tenemos control de cuándo y cómo comenzarán”, dijo Waters en sus palabras de resumen. “Eso está determinado por factores sociales y económicos al nivel más amplio. Nuestra tarea es estar preparados: comprender y recurrir a la verdadera historia de la lucha de clases, en Estados Unidos y a nivel internacional.
“Las experiencias que los compañeros describieron, en muchos lugares diferentes, son parte de esa preparación”, dijo. “Esto incluye leer y estudiar colectivamente, debatir y aclarar nuestra comprensión”.
Sabemos que solo la clase trabajadora como fuerza organizada puede cambiar el curso de estas luchas, dijo Waters. “Por eso es tan importante el ejemplo de las fuerzas de clase que realmente derribaron el sistema Jim Crow. Es una historia que no se conoce, no se enseña en la escuela”.
Los comunistas aportan a las luchas de hoy una mejor comprensión de una perspectiva de clase, contribuyendo así al desarrollo del liderazgo necesario a medida que los trabajadores atraviesan experiencias en la lucha de clases.
“Estamos muy conscientes de la crisis social y económica del capitalismo y la manera en que se ha acelerado en el último año por la respuesta de los gobernantes a la pandemia del COVID”, dijo. El intento de simplemente encerrar a grandes sectores de la sociedad es un factor en algunas de las luchas que hoy están estallando, en las cuales los trabajadores resisten todas las presiones que han caído sobre nuestra clase.
Los participantes salieron del encuentro con planes de unirse y hacer campaña a favor de Swanson el siguiente fin de semana en Lincoln, antes de las elecciones al consejo municipal en esa ciudad, que se celebran el 4 de mayo. Y de sumarse a los partidarios de la campaña en Minneapolis para poner el nombre de Nelson en la boleta electoral en las elecciones para alcalde.