Tanto Hamás, el reaccionario partido islamista gobernante en la Franja de Gaza, como el gobierno de Israel afirman que “ganaron” la más reciente ronda de combates que terminó con un alto el fuego el 21 de mayo. Esta es la cuarta vez desde 2008 que los ataques con cohetes de Hamás contra zonas civiles israelíes han sido confrontados con represalias de Israel.
De hecho, ninguno de los dos lados obtuvo una “victoria” y lo único que es muy probable es que este ciclo sangriento se repita. La única solución posible, explica el Partido Socialista de los Trabajadores, es “que los gobiernos israelí y árabes y los liderazgos de las organizaciones palestinas inicien conversaciones inmediatas para reconocer tanto a Israel como a un estado palestino independiente”. (Vea la declaración del PST: “Por el reconocimiento de un estado palestino e Israel” en el sitio web del Militante www.themilitant.com).
Hasta que esto suceda serán los trabajadores en Israel y en los territorios palestinos quienes pagarán el precio.
Hamás disparó más de 4,300 misiles contra blancos civiles en Israel, matando a 12 personas, incluidos tres trabajadores inmigrantes y dos ciudadanos árabes. Unas 242 personas murieron en Gaza como resultado de los ataques aéreos israelíes o, en algunos casos, por los cohetes del propio Hamás que fallaron. Los muertos en Gaza son en su mayoría combatientes de Hamás y de la Yihad Islámica, así como niños y otros civiles.
Gran parte de Gaza yace bajo los escombros de los ataques israelíes que impactaron 1,500 lanzacohetes, puestos de mando, depósitos de municiones y túneles que Hamás colocó deliberadamente en barrios obreros.
Esta vez sucedió algo nuevo cuando pequeños grupos de jóvenes árabes ondeando banderas de Hamás y de Palestina atacaron a sinagogas, negocios, hogares y personas judías. Y pequeños grupos de derechistas judíos israelíes atacaron negocios y hogares árabes, profanaron cementerios musulmanes y golpearon a árabes en ciudades “mixtas”.
La mayoría del pueblo trabajador, tanto judíos como árabes, se oponen a estos ataques. Palestinos ayudaron a apagar las llamas cuando los agitadores incendiaron la sinagoga Dossa en Lod y condenaron la violencia contra los residentes judíos.
Trabajadores judíos acudieron a ayudar a vecinos y compañeros de trabajo árabes y viceversa. Tras la muerte del electricista judío Yigal Yehoshua, de 56 años, por un ladrillo arrojado por una turba en Lod, su familia dijo sentirse “honrada” de que su riñón fuera trasplantado a una mujer palestina.
“Debe haber paz entre judíos y árabes, paz verdadera”, dijo a la prensa Randa Aweis, la mujer de Jerusalén que recibió el riñón.
La familia del estudiante de secundaria árabe Mohammed Kiwan, de 17 años, presuntamente muerto por la policía en Umm al-Fahm, donó sus órganos a seis personas, cinco de ellas judíos. “Respetamos a todas las personas. Tanto árabes como judíos”, dijo su padre Mahmoud a la prensa.
Estos ejemplos demuestran el potencial para trazar un camino diferente.
Hamás: expulsar a los judíos
Hamás afirma cínicamente que inició su lanzamiento de cohetes contra ciudades israelíes para apoyar a los palestinos que están luchando contra los desalojos en el barrio Sheikh Jarrah de Jerusalén Oriental y para oponerse a la presencia de la policía israelí en la mezquita Al-Aqsa.
Pero Ismail Haniyeh, jefe del Buró Político de Hamás, explicó los verdaderos objetivos del grupo en un discurso en Qatar el 15 de mayo. “La teoría de la coexistencia entre los dos pueblos [judíos y árabes] dentro de las fronteras de 1948, una teoría que han estado cultivando durante 70 años, está siendo pisoteada”, dijo.
El funcionario de Hamás dijo en otra charla que las relaciones diplomáticas que los gobiernos de los Emiratos Árabes Unidos, Bahrein, Sudán, Marruecos y Kosova habían establecido con Israel durante el último año habían sido destruidas.
Pero Haniyeh se equivoca. Los pasos de los regímenes árabes para reducir el estatus de paria de Israel, que pueden sentar las bases para conversaciones más amplias, no se han revertido. Los Emiratos Árabes Unidos han proseguido con un acuerdo de exploración de petróleo de mil millones de dólares con Israel, según Al Jazeera.
En una entrevista el 20 de mayo con Sky News de Gran Bretaña, Mahmoud al-Zahar, cofundador de Hamás, fue aún más directo. Al-Zahar se jactó de que el grupo ataca conscientemente a la “sociedad civil” en Israel con sus cohetes. Cuando le preguntaron si Israel tiene derecho a existir, al-Zahar dijo: “No. ¿Por qué? ¿Por qué?” y agregó: “Nosotros somos los dueños de esto”.
La prensa “liberal” en Estados Unidos encubre las acciones antiobreras de Hamás, incluso el haber iniciado la última ronda de combates y su amplio margen de ataques contra civiles israelíes.
Hasta el 25 de mayo, lo que admiten los dos líderes de Hamás aún no había sido reportado por los principales medios de comunicación estadounidenses.
Discriminación de árabes en Israel
A pesar de ser ciudadanos israelíes, los árabes, que constituyen el 20 por ciento de la población, enfrentan una discriminación generalizada en la vivienda, la educación y el empleo.
Aproximadamente el 30 por ciento de los jóvenes árabes en Israel no están empleados ni asisten a la escuela; entre los jóvenes judíos esta cifra es solo del 13 por ciento. En 2014, el salario promedio de los ciudadanos judíos de Israel era de 3,157 dólares al mes. Para los hombres árabes fue menos de 1,900.
Existe una amplia simpatía entre los árabes israelíes hacia el reclamo de los palestinos en Gaza y la Franja Occidental. Durante los recientes combates, algunos jóvenes árabes se sintieron atraídos a ver a los judíos como objetivos. Este peligroso rumbo registra la ausencia de un liderazgo proletario empeñado a unir al pueblo trabajador en Israel en una lucha contra la discriminación y la explotación capitalista.
Entre los más de 1,500 detenidos por participar en la ola de violencia interétnica, 168 son judíos. Esta disparidad refleja tanto el mayor número de ataques por turbas antijudías como la posición más indulgente de la policía hacia los derechistas antiárabes.
En la última semana de los enfrentamientos entre Israel y Gaza, hubo grandes manifestaciones en ciudades de Estados Unidos y Europa bajo la consigna “Palestina libre”. Muchas acciones, incluso una protesta de varios miles en Brooklyn, Nueva York, el 15 de mayo, usaron la consigna de Hamás, “Del río al mar, Palestina debe ser libre”. Este es un llamado abierto para destruir el estado de Israel y expulsar a los judíos de la región.
Junto a estas acciones hubieron actos de odio contra los judíos, incluso en Nueva York y Los Angeles. Maleantes que ondeaban banderas palestinas golpearon a un judío cuando se dirigía a un acto a favor de Israel en Times Square y arrojaron fuegos artificiales a los transeúntes en el cercano distrito de diamantes de Nueva York, donde algunas tiendas son de propiedad judía.
Al mismo tiempo, miles de personas marcharon en Tel Aviv el 22 de mayo en una muestra de apoyo por el fin de la violencia y por la “coexistencia” entre judíos y árabes.