Conferencia del PST: Dirigiendo a la clase trabajadora para tomar el poder

Por Terry Evans
y John Studer
23 de agosto de 2021
Jack Barnes, SWP national secretary, speaks at conference. SWP leader Mary-Alice Waters, right. Banner captured central themes of conference presentations, classes, discussions.
Militante/Dave WulpJack Barnes, secretario nacional del PST, y Mary-Alice Waters (der.), dirigente del PST, en la conferencia. Manta capta los temas centrales de las presentaciones, clases y discusiones.

SPRINGFIELD, Ohio — “Este libro trata de la dictadura del capital y del camino a la dictadura del proletariado”, dijo el secretario nacional del Partido Socialista de los Trabajadores, Jack Barnes, señalando a Malcolm X, la liberación de los negros y el camino al poder obrero.

En sus palabras en la conferencia internacional del PST celebrada en la Universidad de Wittenberg en esta ciudad del 22 al 24 de julio, Barnes agregó: “Este libro trata de por qué es necesaria esta conquista revolucionaria del poder estatal por una vanguardia de la clase trabajadora dotada de conciencia de clase y organización política, una fuerza de millones de personas”.

“El poder político no cae simplemente en manos de la clase trabajadora y sus aliados”, enfatizó Barnes. “Hay que tomarlo”. Esto requiere la construcción de un partido comunista. Lo que está en juego es si los trabajadores podrán actuar decisivamente para tomar el poder a medida que se profundiza la crisis del capitalismo y evitar que nos aplasten las fuerzas fascistas desatadas por una clase dominante cada vez más desesperada, con consecuencias devastadoras para la humanidad. Este es el partido que procuramos forjar hoy y en las luchas sociales y políticas que se avecinan.

La manta que colgaba sobre el escenario de la conferencia resumía esto: “Dirigiendo a la clase trabajadora para tomar el poder”, “¡Únase al Partido Socialista de los Trabajadores! ¡Construya la vanguardia comunista!”

Estos temas marcaron las tres charlas principales, el conjunto de clases orientadas a profundizar la discusión, los resúmenes al concluir la conferencia y una animada sesión al final titulada “Llevando nuestro programa comunista a los trabajadores”.

Trescientas trece personas asistieron a la conferencia, incluidos miembros y partidarios del movimiento comunista en Canadá, Francia, Grecia y el Reino Unido. Hubieran llegado muchos más si se hubieran levantado las prohibiciones de viaje de los gobiernos de Australia, Nueva Zelanda, el Reino Unido y Estados Unidos.

Revolución socialista, liderazgo marxista

En su informe político de apertura, Barnes señaló a la Revolución Rusa de 1917 y la Revolución Cubana de 1959, las dos grandes revoluciones socialistas de la época imperialista y el liderazgo decisivo que las llevó al poder: el Partido Bolchevique en Rusia y el Movimiento 26 de Julio en Cuba.

En el costado de la sala había exhibiciones que resaltaban los temas de la conferencia y la continuidad del PST, comenzando con una compuesta de seis paneles titulada “La Revolución Cubana: una revolución socialista con una dirección marxista”. En ella se destacó las revisiones hechas por Barnes a la introducción de un artículo del Militante para garantizar una presentación clara de cómo se desarrolló la revolución socialista en Cuba. Los trabajadores y agricultores de Cuba no solo fueron dirigidos a tomar el poder y hacer incursiones cada vez más profundas contra la explotación y las relaciones de propiedad capitalistas, agregó Barnes, sino también a través de sus propias experiencias a “reconocer el carácter socialista de estos logros y la política marxista de su liderazgo y así transformarse en el proceso”.

Conference participants search through books, build up their Marxist libraries.
Militante/Mike Shur Participantes seleccionan y compran libros para sus bibliotecas marxistas.

“A menos que se diga esa verdad”, agregó Barnes en su resumen a la conferencia, no tiene sentido. Las revoluciones socialistas solo pueden ser dirigidas por partidos que se hayan forjado y templado con antelación en la lucha. Que sus miembros estén imbuidos del programa, el valor y la audacia necesarios para dirigir a millones de personas a tomar el poder cuando sea posible y esencial para evitar el triunfo de la reacción.

Basándose en las conclusiones que sacaron Carlos Marx y Federico Engels de la Comuna de París, el primer gobierno de trabajadores y agricultores establecido en la historia, Lenin construyó el Partido Bolchevique en Rusia para dirigir a los trabajadores a tomar el poder estatal cuando llegara el momento, dijo Barnes. Lenin escribió El estado y la revolución para profundizar la preparación del partido para estos momentos decisivos. Instó a los dirigentes del partido que estaban en Rusia a asegurarse de que se imprimiera si algo le pasaba a él.

Joseph Hansen, un dirigente del PST de larga trayectoria que visitó Cuba en 1960 y durante años ayudó a dirigir al partido a entender y defender la revolución allí, explicó que el liderazgo oportuno es crucial. “Los problemas relacionados con la lucha por el poder”, escribió Hansen, “no se pueden congelar para sacarlos ‘cuando llegue el momento’”.

Cambio desde la última conferencia

En la previa conferencia del partido en junio de 2019, la banderola que colgaba sobre la tarima decía: “Avanzando por la línea de marcha de la clase trabajadora. Actuar en consecuencia de la creciente profundización de la crisis política del imperialismo. Construir el movimiento sindical. Construir el Partido Socialista de los Trabajadores”. Nadie podría haber previsto cómo se desarrollaría la crisis capitalista de hoy estos últimos dos años, dijo Barnes, pero el PST actuó de acuerdo con lo que decía esa bandera, sin perder el ritmo para ir más profundamente a la clase trabajadora y lidiar con los desafíos planteados por la pandemia a lo largo del camino.

Mientras que la “izquierda” de clase media desapareció de la actividad pública, replegándose a la realidad virtual, el PST hizo una campaña amplia en la clase trabajadora, expandió la circulación del Militante, impulsó la solidaridad con las batallas sindicales y luchas contra la brutalidad policial y otras luchas sociales. El partido inspiró a sus partidarios, atrajo a nuevos combatientes jóvenes y aumentó la atención a la educación marxista. Hizo campaña para que los sindicatos tomaran el liderazgo en la lucha para que los trabajadores se vacunen, el único camino para acabar con la pandemia.

Barnes instó a los participantes a leer lo que Malcolm X dijo sobre cómo él tuvo que transformarse para convertirse en un dirigente revolucionario. Su rechazo para siempre a la vida que había llevado como estafador sin educación, ladrón y proxeneta fue un requisito para que él actuara de acuerdo a su propia valía y la de otros trabajadores.

En la cárcel comenzó a leer con voracidad, comenzando con el diccionario. Se abrió camino a través de los clásicos de la literatura, la historia, la cultura y las “antiguas filosofías, occidentales y orientales”. Se limpió, dándose cuenta de que si no lo hacía, él, quien era conocido como Detroit Red, terminaría muerto o como “un convicto amargado en alguna penitenciaría” o “estafando, robando lo suficiente para comida y narcóticos, y yo siendo acosado como presa de jóvenes estafadores cruelmente ambiciosos como Detroit Red lo había sido”. Escribió que su estudio “despertó dentro de mí un deseo latente durante mucho tiempo de estar mentalmente vivo”. Sobre esta base, se esforzó para dar el ejemplo, para luchar por despertar a los trabajadores a que reconocieran su propio valor.

Barnes dijo: “Contribuyó a hacer de Malcolm X uno de los dirigentes revolucionarios más verdaderamente educados y capaces que surgieron en Estados Unidos en nuestra vida”.

Refugio para judíos en época imperialista

La perseverancia del odio antijudío en la época imperialista, y su uso en tiempos de crisis por los gobernantes capitalistas para dividir y aplastar a la clase trabajadora y a su vanguardia comunista, requieren que el partido revolucionario dirija la lucha en su contra y defienda incondicionalmente el derecho de Israel a existir hoy, dijo el dirigente del PST, Dave Prince, en la segunda presentación principal de la conferencia. Se titulaba “Por el reconocimiento incondicional de Israel como refugio para los judíos en la época imperialista: lo que está en juego para la clase trabajadora mundial”.

El establecimiento de Israel en 1948 se hizo inevitable después del exterminio nazi de 6 millones de judíos durante la Segunda Guerra Mundial; la negativa de las democracias imperialistas de Estados Unidos y el Reino Unido a abrir sus fronteras a los judíos antes, durante y después del Holocausto; y la traición de revoluciones por parte de los partidos estalinistas en la década de 1930 como en España, y en los años inmediatos de la posguerra en Grecia y otros lugares.

“Una revolución proletaria española victoriosa habría detenido la mano del imperialismo, detenido la segunda matanza imperialista, inspirado a la clase trabajadora mundial y rearmado a los trabajadores alemanes y sus aliados para derrotar al régimen fascista”, dijo Prince.

En cambio, las traiciones estalinistas impidieron que llegaran al poder gobiernos obreros que podían haber trazado un rumbo hacia la erradicación del antisemitismo de una vez por todas.

La batalla para librar al mundo de la violencia antisemita es una parte integral de la lucha de la clase trabajadora para tomar el poder.

A lo largo del siglo XX, el movimiento comunista se opuso fuertemente al movimiento sionista, que abogaba a favor de que los judíos abandonaran los países donde nacieron y establecieran asentamientos en Palestina. El Partido Bolchevique bajo la dirección de Lenin luchó para construir un partido obrero revolucionario en todo el imperio zarista y abogó por la construcción de partidos obreros revolucionarios en el Medio Oriente que pudieran unir a todos los trabajadores, judíos, árabes, kurdos, persas y otros, en la lucha para derrocar la dominación imperialista y a sus propios gobernantes capitalistas.

En su libro La cuestión judía, agregó Prince, Abram León dijo correctamente que el único camino para eliminar el odio antijudío es que la clase trabajadora tome el poder y lleve a cabo revoluciones socialistas.

Pero los comunistas no se quejan cuando la lucha de clases no sale como esperaban, dijo Prince. Reconocemos la realidad, y “abrimos un camino hacia adelante, a través de, y sin negar, lo que existe”.

La existencia —y la necesidad— del estado de Israel como refugio para los judíos ha sido decidido por la espantosa historia del capitalismo y el odio antijudío en el siglo XX.

Para los comunistas, luchar contra el odio a los judíos no es “una causa”, sino una parte inseparable de la lucha de la clase trabajadora para tomar el poder en sus propias manos. El objetivo principal de las fuerzas fascistas que inevitablemente generará el capitalismo en crisis no son los judíos. Es la clase trabajadora y su vanguardia comunista. El fascismo se convierte en la última esperanza de los gobernantes capitalistas para preservar su sistema de explotación y opresión. El odio antijudío, como el racismo antinegro, son herramientas para sembrar el terror, para movilizar fuerzas reaccionarias y dividir a la clase trabajadora, la única clase capaz de detenerlos. Si las guardias de defensa obreras no los detienen, aplastarán a los sindicatos y aplastarán a la clase trabajadora.

El materialismo histórico es crucial

Ninguna revolución socialista es posible sin avances en la conciencia de clase obrera, producto de una lucha disciplinada codo a codo con otros trabajadores. En el camino, es esencial que los trabajadores con disposición revolucionaria adquieran una visión científica de la historia mundial y de la lucha de clases. “Sin el materialismo histórico no puede haber unidad de la clase trabajadora, no hay respuesta al ‘wokery’, no hay un movimiento obrero revolucionario”, fue el título de la charla de la tercera sesión plenaria presentada por la dirigente del PST, Mary-Alice Waters.

“El materialismo histórico está bajo un feroz ataque hoy”, dijo Waters, “aunque es posible que nunca escuches esa perspectiva del mundo, una de las piedras angulares del marxismo, mencionada por su nombre”. Los ataques están encabezados no por los centros tradicionales de reacción, agregó, sino por capas privilegiadas de la clase media que muchos consideran el ala “progresista” de la democracia burguesa liberal.

Hay un intento concertado de negar la visión científica del mundo que ha guiado a la vanguardia revolucionaria de la clase trabajadora durante 150 años y en su lugar impulsar los mitos de la creación, fábulas, teorías de conspiración, desprecio por la ciencia y rechazo del patrimonio cultural acumulado de la humanidad. Esto es lo que subyace en gran parte de lo que conocemos hoy como “guerras culturales”, dijo Waters.

“Las guerras culturales son, en el fondo, guerras de clases, y se profundizan hoy sobre todo porque la lucha de clases se agudiza a medida que avanza la crisis del orden mundial provocada por el funcionamiento del capitalismo en la época imperialista, ahora acelerada por la pandemia de COVID”.

Este es el contexto dentro del cual los comunistas realizamos nuestro trabajo político hoy, enfatizó Waters, y eso no cambiará sustancialmente hasta que haya nuevas luchas obreras de un tamaño y peso social que puedan demostrar que hay un camino de clases diferente a seguir para avanzar.

Citando el tributo de Federico Engels frente a la tumba de Carlos Marx en 1883, Waters señaló: “Así como Darwin descubrió la ley del desarrollo de la naturaleza orgánica, Marx descubrió la ley del desarrollo de la historia humana: el simple hecho … de que la humanidad debe, en primer lugar, comer, beber, tener refugio y vestimenta, antes de poder dedicarse a la política, la ciencia, el arte, la religión, etcétera”.

Cuando la generación de Waters se unió al PST, dijo, los veteranos del movimiento comunista “nos instaron a leer y estudiar, incluyendo obras como El origen de la familia, la propiedad privada y el estado de Engels. Nos guiaron para que nos convirtiéramos en ciudadanos del tiempo y del mundo, a comprender la ‘visión a largo plazo de la historia’”. Independientemente de nuestros antecedentes, “llegamos a reconocer y apreciar los diversos logros acumulados de la humanidad y a comprender que el comunismo se construirá sobre lo mejor de esa cultura”.

El Proyecto 1619 del New York Times fue uno de los ejemplos de la guerra política contra el materialismo histórico que abordó Waters, así como la “cultura de la cancelación” y la contrarrevolución contra los derechos de la mujer representada por la campaña para negar la realidad biológica de la existencia de dos sexos.

La autora principal del Proyecto 1619, la periodista Nicole Hannah-Jones, pone de cabeza a los 500 años de historia de lo que hoy es los Estados Unidos de América imperialista. Al meollo de su artículo principal, ella afirma la “creencia de que las personas negras no fueron simplemente esclavizadas sino que constituyen una raza esclava, [creencia] que se convirtió en la raíz del racismo endémico del cual todavía no podemos purgar de esta nación hasta el día de hoy”.

En otras palabras, señaló Waters, Hannah-Jones “afirma que nuestra historia ha sido impulsada por una idea”. De que no tiene nada que ver con el hecho de que “el grado de desarrollo económico alcanzado por un pueblo determinado o durante una época determinada forma la base sobre la cual las instituciones estatales, las concepciones jurídicas, el arte e incluso las ideas sobre religión del pueblo en cuestión han evolucionado”.

Waters señaló que todo el artículo de Hannah-Jones es un himno a la democracia burguesa como personificación de los más altos “ideales” humanos, en los cuales, según ella, los negros creen más que cualquier otro segmento de la sociedad estadounidense.

Muchos de los hechos de la historia de Estados Unidos a los que se refiere Hannah-Jones, especialmente el significado del sangriento aplastamiento contrarrevolucionario de la Reconstrucción Radical posterior a la Guerra Civil, son cosas en las que el Partido Socialista de los Trabajadores ha educado a los trabajadores durante décadas.

“Nuestro trabajo”, dijo Waters, “es elevar la discusión a un nivel más alto y explicar el carácter único de la esclavitud de los negros en las Américas, que no surgió de la sociedad anterior a la existencia de clases. Al contrario, se injertó en la producción capitalista estadounidense para el mercado mundial y se convirtió en un obstáculo cada vez mayor para el desarrollo capitalista, que depende del trabajo asalariado libre como base de la producción capitalista”.

El capitalismo es la raíz del “racismo sistémico” en Estados Unidos, no la “supremacía blanca”.

Clases, reunión de partidarios, mitin

Las clases en la conferencia incluyeron, “Haciendo campaña por la solidaridad y el poder obrero: cómo participan los comunistas en las elecciones”; “La liberación de los negros, la cuestión judía y la lucha por un partido proletario: cursos opuestos en la historia de nuestro movimiento”; “El camino de lucha de clases por la igualdad de los negros: nuestra continuidad comunista”; y “La lucha comunista para poner fin a la opresión de los pueblos nativos de Canadá”.

El mitin de clausura el 24 de julio contó con candidatos del PST y de la Liga Comunista y partidarios, presidido por el director de la campaña nacional del PST, John Studer, y la directora del trabajo sindical del partido, Mary Martin. Los oradores describieron la actividad a la que se unirán los miembros y candidatos del PST tras la conferencia, incluida una protesta en Washington contra el embargo norteamericano contra Cuba al día siguiente y una manifestación el 4 de agosto en Alabama para ganar apoyo para los mineros del UMWA en huelga en Warrior Met Coal.

Entre ahora y las elecciones de noviembre, los candidatos y activistas del PST adoptarán las perspectivas expuestas en la conferencia, incluida la necesidad de que los trabajadores tomen el poder político en nuestras propias manos, en zonas rurales, pueblos y ciudades de todo el país. Una colección de fondos en el mitin recaudó unos 42 mil dólares.

El día después de la conferencia, los partidarios del PST se reunieron para trazar planes para su trabajo en la producción, impresión y distribución de libros de los dirigentes del PST y otros revolucionarios y para recaudar fondos para el trabajo del partido.

Las palabras de un joven trabajador de una fábrica de Columbia, Carolina del Sur, que se unió al PST durante la conferencia, expresaron los sentimientos de todos los presentes. “Quiero hacer algo que pueda de manera realista poner fin a los horrores que se ven en este mundo, poniendo fin al sistema de explotación”, dijo al Militante.