Custodia de la tierra y del trabajo recae en la clase trabajadora

Por Brian Williams
20 de septiembre de 2021
Malcolm Jarrett, candidato del PST para vice presidente en 2020, habla en audiencia en 2019 en Allegheny sobre contaminación por la empresa U.S. Steel. “Trabajadores deben luchar por el control de la producción para detener el envenenamiento de los trabajadores y la comunidad”, dijo.
Militant/Tony LaneMalcolm Jarrett, candidato del PST para vice presidente en 2020, habla en audiencia en 2019 en Allegheny sobre contaminación por la empresa U.S. Steel. “Trabajadores deben luchar por el control de la producción para detener el envenenamiento de los trabajadores y la comunidad”, dijo.

El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de Naciones Unidas recientemente publicó su Sexto Informe de Evaluación. Ha renovado la histeria en los medios capitalistas y entre promotores liberales del “Nuevo Pacto Verde” quienes afirman que el desastre ambiental es algo que afrontamos todos.

El informe es una “alerta letal para la humanidad”, declaró el secretario general de la ONU, António Guterres, y llamó a dejar de utilizar los combustibles fósiles. El informe pronostica un “futuro potencialmente catastrófico”, dice el New York Times.

El “cambio climático inducido por los humanos”, afirma el informe, lo demuestran los “extremos como las olas de calor, grandes precipitaciones, sequías y ciclones tropicales”.

Pero a pesar de las profecías de un desastre inminente, gran parte del informe de 4 mil páginas muestra que no está en nuestras puertas.

Las conclusiones de la ONU carecen totalmente de una vía para que la clase trabajadora, la única clase progresista en la tierra, pueda responder a este problema, ni ninguna explicación científica de las causas de la destrucción ambiental. Lo que impulsa a las familias capitalistas gobernantes a explotar sin piedad todas las fuerzas de producción, nuestro trabajo y los recursos naturales del mundo, sin tener en cuenta las consecuencias para las generaciones futuras, es la intensa competencia por mercados y ganancias.

Las cuestiones planteadas son importantes para el pueblo trabajador. “Cómo se organiza el trabajo social para transformar la naturaleza —en beneficio de quién, con qué fines sociales y económicos— depende de las relaciones de clases de la producción. Depende de qué clase gobierna, qué clase detenta el poder estatal”, dice la resolución del Partido Socialista de los Trabajadores, “La custodia de la naturaleza también recae en la clase trabajadora: en defensa de la tierra y del trabajo”, adoptada en 2007. (Ver Nueva Internacional no. 8.)

Los liberales y los radicales de clase media culpan al “calentamiento global” de todos los desastres, desde los incendios forestales, como los que asolan a California, Oregón, Grecia y otros lugares hoy en día, hasta los huracanes, terremotos y más.

Pero los incendios forestales no ocurren de la nada, requieren material combustible y una chispa. La verdadera causa de las catástrofes sociales como el incendio Dixie y otros en California es el rechazo del gobierno y de las compañías eléctricas como la Pacific Gas & Electric a asumir la responsabilidad de actuar como custodios de la tierra. No mantienen el suelo libre de desechos y plantas secas, no remueven los árboles caídos o reparan y mejoran las líneas y torres de transmisión eléctrica. Se niegan a hacerlo porque reduciría las ganancias de los patrones.

Asimismo, bajo el capitalismo, el número de muertos y la destrucción causados por las inundaciones afectan de formas marcadamente diferentes a las clases sociales. “En la mayor parte del mundo”, dice la resolución del PST, “las capas más pobres de las poblaciones rurales y urbanas viven en las llanuras de inundación o sus inmediaciones, ya sea para subsistir o porque las zonas más protegidas están reservadas para las clases propietarias”. El propio informe de Naciones Unidas admite que las inundaciones no son causadas principalmente por el cambio climático. De hecho, un estudio reciente de más de 10 mil ríos en todo el mundo muestra que la mayoría de estos se inundan con menos frecuencia que en décadas anteriores, informó el Wall Street Journal el 6 de agosto.

El Journal escribió que tenía datos “de todos los desastres meteorológicos relacionados con el clima, como inundaciones, sequías, tormentas e incendios de la Base de Datos Internacional de Desastres”. ¿Su conclusión? “En la década de 1920, estos desastres mataban a casi medio millón de personas en promedio cada año. La narrativa climática actual sugeriría que los desastres naturales son cada vez más mortales, pero eso no es cierto. Durante el siglo pasado, las muertes relacionadas con el clima se han reducido a menos de 20 mil en promedio cada año, a pesar de que la población mundial se ha cuadriplicado desde 1920”.

El informe climático de la ONU dice que el ritmo del aumento del nivel del mar ha aumentado en los últimos 50 años. Pero no menciona el hecho de que estaba aumentando casi con la misma rapidez hace 90 años y luego disminuyó considerablemente durante 40 años. El informe también afirma que las olas de calor en Estados Unidos se han vuelto más frecuentes desde 1960, pero a la vez admite que no son más comunes hoy que en 1900.

Informes recientes muestran algunos avances significativos, especialmente desde que los gobiernos de todo el mundo prohibieron los clorofluorocarbonos en 1987. La medida ha tenido más éxito de lo previsto, ya que la capa de ozono ha aumentado de tamaño y los niveles de dióxido de carbono han bajado drásticamente.

Por supuesto, los productos químicos infractores en los acondicionadores de aire y otros dispositivos fueron reemplazados por otros disponibles a bajo costo, lo cual generó menos quejas de los patrones motivados por el lucro.

Los que insisten en la necesidad de medidas drásticas argumentan que las recomendaciones más extremas del informe se basan en pruebas científicas más extensas que las de los informes anteriores. En realidad, no se basan en hechos, sino en modelos informáticos que simulan los cambios climáticos.

Los modelos no explican, por ejemplo, por qué se produjo un rápido calentamiento global entre 1910 y 1940, cuando la influencia humana en el clima era mucho menor. El informe de la ONU también tuvo que reconocer que el calentamiento real del mundo, hasta 1.1 grados Celsius en los últimos 150 años, ha sido menor que el proyectado en los modelos climáticos anteriores.

Mientras tanto, las compañías de seguros están cosechando muchísimo dinero de las predicciones de miseria y desolación de los “modeladores” climáticos. Están vendiendo coberturas de altos precios a individuos y familias e incluso asegurando a otras compañías de seguros para cuando ocurra una “catástrofe” climática.

‘Una cuestión de clase’

“La contaminación ambiental es una cuestión social, una cuestión de clase”, escribió el secretario nacional del Partido Socialista de los Trabajadores, Jack Barnes, en El desorden mundial del capitalismo. “Los trabajadores no deben tragarse el argumento común —es decir, el argumento burgués— de que el medio ambiente… es una cuestión ‘científica’, una cuestión ‘natural’, que de alguna manera flota por encima de las clases y está al margen de la lucha de clases.

“La clase obrera también debe rechazar todas las formas de ciencias falsas, exageraciones, catastrofismo y excentricismos” dijo. “[S]i traducimos todo lo que comúnmente se considera como cuestión ambiental en algo que plantee cómo avanzar en la protección de la clase trabajadora, y cómo la clase trabajadora puede extender esa protección a todos los demás, entonces difícilmente vamos a errar. Con ese método aumentaremos las posibilidades para una solidaridad concreta en las luchas contra el abuso y los ultrajes ecológicos”.

El último informe climático estará al centro de la discusión en la Conferencia sobre el Cambio Climático de la ONU que tendrá lugar en Glasgow, Escocia, este año. Proporcionará una plataforma para que los políticos capitalistas liberales culpen al pueblo trabajador de ser la fuente del problema. “Son los seres humanos los que están agregando la mayor cantidad de combustible al fuego”, reprendió John Kerry, enviado del presidente Joe Biden para el clima, en una entrevista en el New Yorker del 3 de agosto.

“Las acaudaladas familias dominantes”, dice la resolución del PST, “pretenden impedir que reconozcamos la verdadera causa de estas amenazas a la civilización: el modo capitalista de producción, el orden imperialista mundial y la enorme riqueza y poder que los gobernantes exprimen de la naturaleza y de los productores explotados”.

La conquista del poder por parte de los trabajadores y agricultores es “el único camino hacia la paz y hacia una defensa eficaz del trabajo y del suelo, las aguas y la atmósfera del planeta. Por ese camino de lucha revolucionaria se podrán conquistar y se conquistarán, como derivados, logros concretos para el pueblo trabajador”.