Más trabajadores se están uniendo para enfrentar los ataques de los patrones y están descubriendo de lo que somos capaces cuando usamos nuestros sindicatos para defendernos. La mayoría de las huelgas actuales pretenden evitar que los patrones desmantelen logros obtenidos en luchas sindicales previas e intensifiquen su ofensiva contra nuestros salarios y condiciones de trabajo.
Miembros del sindicato de mineros UMWA en Warrior Met Coal en Alabama y del sindicato de enfermeras de Massachusetts en el Hospital St. Vincent en Worcester han estado en huelga durante varios meses. Miembros del sindicato de la industria alimenticia UFCW en la destilería Heaven Hill Brands en Bardstown, Kentucky, establecieron líneas de piquetes el 11 de septiembre.
Más de 650 miembros del sindicato de trabajadores del acero USWA están luchando contra un cierre patronal en ExxonMobil en Beaumont, Texas, donde los patrones están tratando de dividir a los trabajadores imponiendo contratos distintos en las dos partes de la refinería e imponer cambios que hacen más peligrosas las condiciones laborales.
Casi 1,000 miembros del sindicato de panaderos BCTGM en cinco instalaciones de Nabisco acaban de regresar a trabajar después de lograr avances tras una reñida huelga de cinco semanas. Empacadores de carne en Quebec, afiliados al Sindicato de Trabajadores de Olymel en Vallee-Jonction, terminaron su huelga de cuatro meses el 31 de agosto tras derrotar los ataques de sus patrones. Los sindicalistas de ambas empresas dicen que están regresando más fuertes y unidos, listos para luchar mejor para defenderse en el trabajo.
Los trabajadores señalan las concesiones que les han extraído previos contratos bajo la excusa de “salvar a la empresa”. A muchos trabajadores les han dicho durante la pandemia que son “esenciales” al mismo tiempo que los presionan para que trabajen más horas y más rápido. Estas condiciones ahora son la “nueva normalidad”. Millones se han quedado sin trabajo.
La mayoría de la cúpula sindical ha venido debilitando a nuestros sindicatos durante décadas al actuar en su convicción de que nuestros intereses dependen de las ganancias de los patrones y que para defendernos debemos ampararnos en el Partido Demócrata. Como consecuencia, la afiliación sindical en la industria ha bajado a poco más del 6% en la actualidad, del 35% en la década de 1960.
Pero hoy, las encuestas de Gallup muestran que el apoyo a los sindicatos es más alto que en cualquier otro momento desde 1965. Cuando los trabajadores usan sus sindicatos, vemos crecer nuestra capacidad de actuar como clase y nuestra determinación y confianza. La idea de que los trabajadores tienen algo en común con los patrones se desvanece con las experiencias en la lucha de clases.
Fuerte ejemplo de luchas de años 30
Para lograr el reconocimiento de los sindicatos industriales fue necesario el estallido de sangrientas batallas durante la Depresión de la década de 1930. La acción militante de cientos de miles de trabajadores, incluida una poderosa ola de huelgas de brazos caídos entre 1936 y 1937, resultó en la sindicalización de las industrias automotriz, siderúrgica, petrolera, empacadoras y en otras industrias básicas.
En 1934 y los años posteriores, militantes con conciencia de clase y trabajadores comunistas en Minneapolis dirigieron a decenas de miles de trabajadores de la industria del camionaje para organizar un movimiento sindical combativo en los Teamsters. Sus luchas muestran de lo que son capaces los trabajadores cuando cuentan con un liderazgo digno de ellos.
El sindicato general de choferes de Minneapolis unió a los choferes de camiones de reparto de alimentos y de carbón, a los trabajadores de almacenes y choferes de camión de larga distancia. En sus huelgas y campañas de sindicalización, ganaron el respaldo de los desempleados, los agricultores, las mujeres y los choferes-dueños independientes, estableciendo un sindicato fuerte y capaz de brindar liderazgo al movimiento sindical en 11 estados del centro del país. Organizaron una guardia de defensa sindical que defendió sus líneas de piquetes y frenó una campaña de reclutamiento fascista respaldada por los patrones que tenía como objetivo atacar a los judíos y aplastar el movimiento sindical en ascenso.
Los líderes de los camioneros actuaron bajo el reconocimiento de que la democracia sindical, la disciplina y la solidaridad inquebrantable con todos los explotados y oprimidos por el capital era la única forma de construir un sindicato combativo. Lucharon contra los casos amañados del gobierno contra los militantes sindicales y organizaron oposición obrera a la guerra imperialista que se avecinaba.
Las lecciones de esas luchas y sobre como ampliaron la conciencia política de los trabajadores involucrados son descritas por Farrell Dobbs, un dirigente central del sindicato y del Partido Socialista de los Trabajadores, en su serie de cuatro tomos sobre los Teamsters. Los trabajadores que quieran comprender cómo organizarse y encauzar el poder sindical hoy en día encontrarán estos libros de gran valor.
Un movimiento social combativo
Una serie de huelgas de brazos caídos en General Motors y otras plantas automotrices en 1936 se extendió a todo tipo de industrias. Los sindicalistas que ocupaban las fábricas demostraron altos niveles de organización, creatividad y audacia y disciplina para defenderse.
Los patrones y los gobiernos desde los ayuntamientos hasta la Casa Blanca respondieron con policías, mandatos judiciales y la Guardia Nacional. Pero los trabajadores y sus aliados se mantuvieron firmes y ganaron. El Congreso de Organizaciones Industriales, formado en 1935, ayudó a impulsar estas luchas.
El CIO organizó a millones de trabajadores que la vieja dirección sindical consideraba como basura y, por primera vez, atrajo al movimiento obrero a un gran número de trabajadores negros. En 1940 había 200 mil negros en los sindicatos del CIO.
Los trabajadores comenzaron a sentir su poder de clase en la lucha contra los patrones. El creciente interés en establecer un partido obrero independiente de los patrones se vio frustrado por los funcionarios sindicales y el Partido Comunista, que hicieron todo lo posible para evitar que los trabajadores dejaran de depender del presidente Franklin D. Roosevelt, a quien presentaban como “amigo de los trabajadores”. La marcha hacia la fundación de un partido obrero se descarriló con la entrada de los gobernantes norteamericanos a la segunda guerra mundial imperialista.
Desde entonces, la mayoría de los funcionarios sindicales han subordinado los intereses de los trabajadores a la colaboración con los patrones, en lugar de movilizar a las filas y nuestros aliados.
Las relaciones sociales bajo el capitalismo se basan en la explotación de los trabajadores por las acaudaladas familias gobernantes. Su despiadado afán por ganancias, la opresión racista y las guerras por mercados garantizan que los trabajadores buscarán las formas de unirse, combinarse.
El impacto de la crisis económica, política y moral del capitalismo está fortaleciendo la disposición a organizar y utilizar sindicatos, superar las divisiones promovidas por los patrones y forjar la solidaridad tan crucial para quienes se encuentran en las líneas de piquetes.
Y los trabajadores están discutiendo porque es importante romper con los partidos patronales, el Demócrata y el Republicano y construir nuestro propio partido político.