Blaise Compaore, quien gobernó a Burkina Faso con mano de hierro durante casi tres décadas, será juzgado junto con otras 13 personas, por un tribunal militar el 11 de octubre por el asesinato en 1987 del entonces presidente Thomas Sankara.
Sankara fue el dirigente central de la Revolución de Burkina Faso de 1983 a 1987. Su asesinato fue el comienzo de una contrarrevolución encabezada por Compaore, quien era miembro del Consejo Nacional de la Revolución.
Sankara lideró en 1983 un levantamiento de masas que estableció un gobierno revolucionario popular y democrático. El dirigente, de 33 años, se convirtió en presidente de Alto Volta, el nombre del país de África Occidental bajo los antiguos gobernantes coloniales franceses. Por iniciativa de Sankara, el pueblo adoptó un nuevo nombre, Burkina Faso, que significa Tierra de hombres íntegros.
Con una población que sigue siendo una de las más pobres del mundo, el rumbo político de Sankara abrió el camino al desarrollo económico y social. Lideró a millones de trabajadores en la realización de profundas medidas económicas y sociales con el respaldo del gobierno revolucionario.
Estas medidas incluyeron la nacionalización de la tierra para garantizar a los campesinos el fruto de su trabajo; proyectos de riego; y la siembra de 10 millones de árboles para detener la invasión del desierto.
Se tomaron medidas para combatir la centenaria subyugación de la mujer. Tres millones de niños fueron vacunados contra enfermedades comunes. Se realizaron campañas de alfabetización; se construyeron carreteras, escuelas, viviendas y un ferrocarril nacional.
Extendieron su solidaridad internacional a los que luchaban contra la opresión en África y en todo el mundo, incluido su apoyo a la revolución socialista de Cuba.
Sankara habló en nombre de los oprimidos y explotados del mundo y se destacó entre los dirigentes de las luchas por la liberación nacional en África posteriores a la segunda guerra mundial imperialista por ser un comunista.
Una contrarrevolución sangrienta
La violencia del golpe contrarrevolucionario liderado por Compaore traumatizó y desorientó políticamente a una generación de campesinos, trabajadores y jóvenes que se inspiraban en Sankara.
Veintisiete años después, en 2014, Compaore huyó del país ante una insurrección popular contra su dominio. La demanda de que fuera juzgado por el asesinato de Sankara estaba en la boca de millones de personas que se movilizaron para derrocarlo. Hasta el día de hoy, se ven grafitis diciendo “¡Justicia para Sankara!” por toda Uagadugú, la capital de Burkina Faso. Compaore ahora reside cómodamente en el exilio en la vecina Costa de Marfil y será juzgado en ausencia.
Roch Kabore, el actual presidente de Burkina Faso, se ha rehusado a solicitar la extradición de Compaore. En su lugar, Kabore recientemente pidió la “reconciliación nacional” y pidió considerar permitir que Compaore viva su retiro en Burkina Faso. Kabore fue primer ministro, presidente de la Asamblea Nacional y asesor de Compaore.
Fidele Toe, quien fue ministro de trabajo en el gobierno de Sankara, dijo: “Pedimos que el término ‘reconciliación nacional’ no se use para decir ‘callarse’, sino, por el contrario, para decir la verdad sobre lo sucedido.
“Un país que no conoce su pasado se miente a sí mismo y no puede avanzar”, dijo a los medios. “No puede decir que quiere juzgar a los ladrones si no ha arrojado luz sobre sus líderes”.
Poco después del asesinato, Compaore dijo que Sankara fue asesinado accidentalmente en un intercambio de disparos con comandos que supuestamente descubrieron un complot de Sankara para matarlo a él.
“Era él o yo”, dijo Compaore, tratando de hacer parecer que el derramamiento de sangre fue una rivalidad personal.
Alouna Troare fue uno de los seis dirigentes revolucionarios que estuvo con Sankara en una reunión el día del golpe. Años más tarde describió lo que presenció. Disparos estallaron fuera de las oficinas de Sankara y soldados exigieron que los participantes salieran. “¡Quédense quédense!” le dijo Sankara a sus camaradas, según Troare. “Es a mí a quien quieren”.
Sankara salió de la sala, con sus manos arriba, y de inmediato lo mataron a tiros, dos balas en la cabeza y su cuerpo fue rociado con fuego de ametralladora. “Los atacantes habían venido a matar”, dijo Troare.
Otros cinco en la sala de reuniones fueron ejecutados. Siete de los guardias presidenciales de Sankara fueron asesinados. Los cuerpos fueron arrojados en tumbas poco profundas en las afueras de Uagadugú. Troare logró escapar.
Cuatro de los guardias personales de Compaore durante esa época también serán procesados por asesinato en el juicio del 11 de octubre.
Cientos de partidarios de Sankara fueron arrestados. Entre ellos dirigentes de las organizaciones de masas de la revolución, funcionarios del gobierno, estudiantes, profesores, periodistas, soldados y otros. Muchos fueron torturados y asesinados.
El hermano de Sankara, Pascal, fue detenido, con los ojos vendados, fue atado a un árbol, golpeado hasta que su rostro quedó irreconocible y sometido a simulacros de ejecución. Valere Some, un colega de Sankara en el gobierno revolucionario que trató de organizar la resistencia popular al golpe, fue golpeado, quemado, colgado del techo y cortado con cuchillos por varios meses. Ambos sobrevivieron para contar lo que les pasó.
A fines de octubre de 1987 el comandante de una base militar a 50 millas al oeste de Uagadugú intentó reunir fuerzas contra el golpe. Pero comandos dirigidos por los aliados de Compaore rodearon la base, llevaron a cabo una masacre y persiguieron y ejecutaron a los sobrevivientes.
Mariam Sankara, la viuda del dirigente revolucionario, y la familia Sankara, junto con los familiares de otros asesinados en el golpe, llevan 34 años librando una campaña para exponer la verdad. Han persistido a pesar de las amenazas, el hostigamiento y la feroz oposición. Llevaron su lucha a los tribunales de Burkina Faso, donde fue enterrada, y al Comité de Derechos Humanos de la ONU, que dictaminó en 2006 que el régimen de Compaore violó sus derechos.
Rechaza valores del capitalismo
Durante la revolución Sankara habló abiertamente de los peligros que podrían descarrilar la revolución y los logros del pueblo trabajador, tanto frente a sus enemigos de clase en el país, en el resto de África y en los centros imperialistas.
“Nuestra patria se ha convertido en una gran obra en construcción donde los criterios en cuanto a la moralidad, interés en la justicia social y respeto al derecho fundamental de todos a vivir y disfrutar de una existencia cada vez mejor no son solo palabras vacías”, dijo Sankara en un discurso en 1987 en el cuarto aniversario de la revolución. Estos logros fueron posibles, explicó, por un pueblo cuya conciencia política los llevó a rechazar los despiadados valores de la “jungla capitalista”.
Pero Sankara advirtió: “Nos hemos tropezado con el oportunismo y lo hemos visto operar. Funciona de varias maneras para hacernos dejar la lucha revolucionaria y abandonar la defensa intransigente de los intereses del pueblo a favor de una búsqueda frenética del beneficio personal egoísta”.
“Las dificultades de la lucha”, dijo Sankara, “han llevado a algunos camaradas a abandonar nuestras filas pura y simplemente”.
Los gobernantes imperialistas en Washington y París, junto con algunos gobiernos capitalistas africanos, intentaron de innumerables formas socavar a Sankara y derrocar al gobierno revolucionario. Temían la revolución y su ejemplo. Pero donde fracasaron desde fuera, la traición de Compaore logró desde dentro apagar el faro en que Burkina Faso se había convertido para África y el mundo, y volcó los logros de la revolución.
A medida que se desarrolla el juicio, los lectores querrán descubrir por sí mismos quién era Thomas Sankara y por lo que luchaba. Sus discursos, el mejor lugar para comenzar, brindarán información sobre el hombre y el dirigente y la Revolución de Burkina Faso.
Estudiando las palabras de Sankara
De Sankara, los lectores aprenderán que la historia no se trata solo del pasado, sino de lo que hace el pueblo trabajador en el presente, basándose en lecciones pasadas, para preparar un futuro digno de la humanidad.
“Sankara creía que un mundo edificado sobre bases económicas y sociales diferentes puede ser creado, no por ‘tecnócratas’, ‘brujos financieros’ o ‘políticos’”, escribió Mary-Alice Waters, dirigente del Partido Socialista de los Trabajadores, en el prefacio de Thomas Sankara Speaks (Habla Tomás Sankara) y de Somos herederos de las revoluciones del mundo, “sino por las masas de trabajadores y campesinos cuyo trabajo, aunado a las riquezas naturales, es la fuente de toda riqueza. Por seres humanos comunes y corrientes que se transforman al convertirse en fuerza activa y consciente, al transformar sus condiciones de vida. Y el gobierno revolucionario que él emprendió este camino”.
Thomas Sankara Speaks, la colección de sus discursos y Somos herederos de las revoluciones del mundo publicados por la editorial Pathfinder, están disponibles en www.pathfinderpress.com y en los centros de distribución listados en la página 8.