Washington está comprometido a “utilizar todas las capacidades defensivas de Estados Unidos, incluida la nuclear” para “disuadir” a Corea del Norte, dijo el secretario de defensa Lloyd Austin después de reunirse el 2 de diciembre en Seúl con oficiales militares surcoreanos para discutir sobre la “actualización” de las opciones militares contra Corea del Norte.
Washington —el único gobierno que ha utilizado las armas nucleares— dice que la República Popular Democrática de Corea es una amenaza a la paz mundial. Pero son los gobernantes norteamericanos los que mantienen 28,500 soldados en Corea del Sur y realizan provocantes maniobras bélicas conjuntamente con el ejército surcoreano. Frecuentemente envían aviones y barcos con capacidad nuclear a la región y pueden asumir control de las tropas surcoreanas en caso de guerra.
En 2006, con el respaldo del Consejo de Seguridad de la ONU, Washington comenzó a imponer sanciones comerciales y bancarias con el fin de obligar al gobierno de Corea del Norte a ceder a sus demandas de poner fin a su programa nuclear. Las sanciones prohíben a Corea del Norte vender carbón, su principal exportación, o importar gas natural. Las importaciones de petróleo están severamente restringidas.
Como resultado, millones de trabajadores y agricultores enfrentan graves dificultades, incluida la escasez de alimentos. Estas se han agravado tras la decisión del gobierno norcoreano de cerrar sus fronteras en enero de 2020 para proteger al país de la propagación del COVID-19. En los últimos meses se ha reanudado el comercio con China, aunque todavía no se acerca a los niveles previos a la pandemia.
En 2018, el entonces presidente Donald Trump y el dirigente norcoreano Kim Jong Un sostuvieron una serie de conversaciones que abrieron la posibilidad de un acuerdo que eventualmente podría conducir a la desnuclearización de la península de Corea. El gobierno de Corea del Norte desmanteló algunas instalaciones nucleares y dejó de hacer pruebas de misiles balísticos intercontinentales. Washington y Corea del Sur suspendieron o redujeron sus anuales maniobras bélicas. Pero el gobierno de Estados Unidos nunca disminuyó las sanciones y las conversaciones terminaron sin un acuerdo.
La administración del presidente Joseph Biden no ha intentado realizar más conversaciones. En agosto intensificó los ejercicios militares en la península que Trump había suspendido.
El gobierno de Corea del Norte ha declarado que pondría fin a su programa de armas nucleares si Washington firma un tratado de paz para poner fin formalmente a la Guerra de Corea de 1950-53 y se compromete a no atacar en el futuro. Más de 4 millones de personas murieron en esa guerra, incluidos al menos 2 millones de civiles coreanos, más de medio millón de combatientes coreanos, cientos de miles de soldados chinos y más de 36 mil soldados norteamericanos.
La guerra comenzó después que Washington y el régimen estalinista de Moscú acordaron dividir el país contra la voluntad del pueblo coreano. Tropas norteamericanas ocuparon el sur e impusieron la sangrienta dictadura de Syngman Rhee en un intento por detener la lucha revolucionaria que arrasaba la península. En el norte, los trabajadores y agricultores comenzaron a expropiar las fábricas y tierras de las familias adineradas y derrocaron el dominio capitalista.
En respuesta a estos avances de los trabajadores, fuerzas lideradas por Washington lanzaron cantidades masivas de napalm y otras bombas, asolando al norte y gran parte del sur de la península. La dictadura de Rhee mató a decenas de miles de presos políticos, y campesinos fueron encarcelados por reclamar tierras. Pero el régimen no pudo aplastar la resistencia de los obreros y campesinos.
En la primera derrota militar del imperialismo norteamericano, el pueblo coreano, con la ayuda de voluntarios chinos, luchó contra las fuerzas invasoras estadounidenses hasta llegar a un impasse. Se firmó un armisticio en 1953, pero Washington se ha rehusado a firmar un tratado de paz hasta el día de hoy.
En un intento de reforzar la imagen de su partido antes de las elecciones presidenciales de marzo, el presidente de Corea del Sur, Moon Jae-In, ha estado colaborando con Washington y Beijing para elaborar una declaración que declare que la guerra ha terminado. Pero según el Korea Times, el plan incluye una cláusula que haría que la declaración sea puramente simbólica, “permitiendo que el Comando de Naciones Unidas en Corea del Sur y las Fuerzas de Estados Unidos en Corea permanezcan como están hoy”.
“Estados Unidos pregona el ‘intercambio diplomático’ y el ‘diálogo sin precondiciones’, dijo Kim Jong Un en un discurso ante la legislatura de Corea del Norte en septiembre, “pero no es más que un mezquino truco para engañar a la comunidad internacional y esconder sus actos hostiles”.
El pueblo trabajador de Estados Unidos “puede ser y será convencido a oponerse a las brutales sanciones y guerras imperialistas”, escribió Steve Clark a nombre del Partido Socialista de los Trabajadores en una carta al gobierno de Corea del Norte el 9 de septiembre. “Nos solidarizamos con la lucha del pueblo coreano para reunificar el país y restaurar la soberanía nacional de Corea.
“Exigimos que el gobierno de Estados Unidos de inmediato e incondicionalmente: levante todas las sanciones económicas y bancarias contra la RPDC” y “Ponga fin a su ‘paraguas nuclear’ sobre Corea del Sur y Japón”.