Poderosos tornados azotaron seis estados el 10 de diciembre, provocando la muerte de más de 100 personas, entre ellos trabajadores que fueron dejados a su suerte durante sus labores en fábricas en Kentucky e Illinois. Si bien las tormentas fueron un reflejo del poder de la naturaleza, gran parte de las muertes y la destrucción fue el producto de las decisiones tomadas por los patrones capitalistas y el desprecio de los gobiernos de todos niveles hacia los trabajadores. Miles se han quedado sin hogar y decenas de miles sin electricidad en el invierno.
El sistema de tormentas causó estragos en Kentucky, Arkansas, Illinois, Missouri, Mississippi y Tennessee, destrozando edificios, lanzando autos por el aire y descarrilando 28 vagones de tren de la CSX en Earlington, Kentucky.
El Servicio Meteorológico Nacional en Paducah, Kentucky, informó el 11 de diciembre que las fotografías aéreas de los daños indicaban un “histórico tornado de largo alcance” de al menos tres cuartos de milla de ancho con vientos de hasta 200 millas por hora.
Este desastre natural se ha convertido en una catástrofe social para los trabajadores. La falta de preparación para la protección contra los tornados, los fuertes vientos y lluvias, la carencia de refugios para tormentas, y la inadecuada respuesta de rescate, dejó a los trabajadores a su suerte y luego tener que lidiar con una burocracia gubernamental indiferente para obtener ayuda.
Los dos eventos más mortales ocurrieron en Mayfield, Kentucky, donde un tornado arrasó la fábrica de velas de Mayfield Consumer Products donde trabajaban unas 100 personas, y en Edwardsville, Illinois, donde un tornado destruyó gran parte de un almacén de Amazon. En ambas plantas, los patrones sabían que se habían pronosticado tormentas y que no tenían un refugio para tornado adecuado, pero decidieron no enviar a los trabajadores a casa.
“Si te vas, es muy probable que te despidan”, escuchó decir a los patrones McKayla Emery, una trabajadora de la fábrica de velas, según NBC News. La fábrica había estado operando las veinticuatro horas del día produciendo velas para la temporada navideña.
“Todo sucedió tan rápido”, dijo la trabajadora Kyanna Parson-Perez al noticiero Weekend TODAY. “Nos pusieron en el área donde uno va en caso de tormentas, y estábamos todos allí. Luego, las luces empezaron a parpadear y luego, de repente, sentimos una ráfaga de … podíamos sentir el viento. Luego, mis oídos comenzaron a estallar, ya sabes, como si estuvieras en un avión.
“Y luego te hacías como una piedrita, para acá y para allá. Y luego, de repente, boom, todo cayó sobre nosotros. Solo escuchabas gritos”. Ella llamó al 911 y luego comenzó a transmitir en vivo en Facebook. “Me fui en vivo porque estaba tratando de mantener la calma, y mantener a todos los demás tranquilos y tratar de darnos la mayor ayuda posible”.
La empresa es uno de los empleadores más grandes del área, una de las más pobres del estado. Los trabajadores ganan 8 dólares por hora, tanto por horas normales como por horas extras, lo que dificulta la contratación de suficiente mano de obra. Los patrones han gestionado la contratación de presos de dos cárceles. En 2019 la Administración de Salud y Seguridad Ocupacional (OSHA) multó a la empresa por infracciones relacionadas con los equipos de protección, mantenimiento y rutas de salida inadecuadas.
Estos reos se unieron a otros trabajadores que jugaron un papel clave en el rescate de los trabajadores que se escuchaban gritando bajo los escombros de la fábrica. “Les digo, algunos de esos prisioneros estaban trabajando sin descanso para sacarnos”, dijo Parson-Perez. “Sabes que podrían haber aprovechado ese momento para tratar de escapar o cualquier cosa. Pero no lo hicieron. Estaban ahí, nos estaban ayudando”.
Trabajadores acuden a ayudar
Los trabajadores de la región se han hecho voluntarios para el esfuerzo de rescate y limpieza y están contribuyendo con ropa, alimentos y agua para los desplazados. Los pequeños negocios y las iglesias están brindando comida y refugio.
En Monette, Arkansas, otro tornado impactó directamente a un hogar de ancianos con 67 residentes. Las enfermeras de turno agarraron a los residentes de sus sillas de ruedas y los cubrieron con sus cuerpos para protegerlos de los escombros cuando el techo del edificio se derrumbaba y el sistema de prevención de incendios comenzaba a rociar agua por todas partes.
Enfermeras que estaban fuera de turno se presentaron para ayudar, junto con trabajadores del área.
El almacén de Amazon de 1.1 millones de pies cuadrados en Edwardsville, Illinois, uno de los tres que la compañía opera en las afueras de St. Louis, fue golpeado a las 8:30 p.m., durante el cambio de turno, matando a un número aún desconocido de trabajadores. Gran parte del techo y las paredes de hormigón fueron demolidos. No había ningún refugio de tornados en el lugar.
Los trabajadores fueron instruidos a congregarse en un pasillo y luego los enviaron a los baños. “Nos hicieron refugiarnos allí hasta que nos fuimos. Estuvimos al menos dos horas y media allí”, dijo a Reuters el trabajador de Amazon, David Kosiak.
El multimillonario fundador de Amazon, Jeff Bezos, uno de los patrones capitalistas más ricos del mundo, evocó su amplio desprecio cuando publicó una foto en las redes sociales la mañana después del desastre de él recibiendo a los últimos pasajeros turísticos de su cohete New Shepard, que acababa de aterrizar después de un viaje corto al borde del espacio. Saludó a la tripulación y a los turistas espaciales, pero no dijo nada a los medios sobre el desastre en Illinois o los trabajadores muertos.
Una y otra vez, Amazon pone sus ganancias por encima de la vida de sus empleados”, dijo Stuart Appelbaum, presidente del sindicato de trabajadores de comercio RWDSU, que está tratando de sindicalizar a los trabajadores de Amazon ante la férrea oposición de Bezos, en un comunicado el 11 de diciembre después del desastre. “Este es otro indignante ejemplo de cómo la compañía prioriza las ganancias por encima de la salud y seguridad de sus trabajadores, y no podemos soportarlo”.