Miles de manifestantes que ocuparon la residencia del presidente de Sri Lanka Gotabaya Rajapaksa y la oficina del primer ministro Ranil Wickremesinghe (arriba) devolvieron los edificios al gobierno el 14 de julio tras la huida de Rajapaksa a Singapur y su renuncia. La ocupación de la lujosa residencia expuso las divisiones de clase en Sri Lanka, donde millones tienen que omitir algunas de sus comidas debido a la profunda crisis económica y social, mientras los gobernantes viven en la extravagancia.
El 20 de julio, el parlamento, dominado por el partido de Rajapaksa, eligió a Wickremesinghe como presidente. El movimiento de protesta se había opuesto a la selección de Wickremesinghe y exigió un “gobierno interino” para iniciar pasos hacia nuevas elecciones. La Federación de Estudiantes Interuniversitarios dijo que continuaría su campaña para “echar afuera a la junta de Ranil-Rajapaksa”.
Pero un cambio de rostros de una facción de la burguesía a otra no ofrece un camino para enfrentar al gobierno capitalista que ha puesto la carga de la crisis sobre las espaldas de los trabajadores durante años.
La caída mundial del comercio y la producción, exacerbada por la pandemia de COVID-19 y la invasión de Ucrania por Moscú, junto con la desastrosa decisión de Rajapaksa el año pasado de prohibir la importación de fertilizantes y pesticidas sintéticos e imponer una agricultura 100% orgánica —medida que fue revertida después de las protestas— han llevado al país a la bancarrota.
El régimen de Beijing tiene una responsabilidad especial por la crisis. Los gobernantes de China han hecho que Sri Lanka cargue con proyectos de “la Franja y la Ruta” que han contribuido a llevarla a la quiebra. Beijing ahora controla el puerto de Hambanthota en Sri Lanka.
Con menos de 25 millones de dólares en efectivo disponible, el gobierno ha dejado de pagar su deuda externa de 51 mil millones de dólares. La gasolina escasea y el precio de los alimentos se ha disparado.
Los partidos de oposición burgueses promueven la ilusión de que el problema es la corrupción ligada a una familia o partido. Pero esto es solo una parte de la explotación capitalista y el saqueo imperialista de los recursos naturales y la mano de obra del pueblo del país.
Los prestamistas capitalistas, desde el Banco Mundial hasta el Fondo Monetario Internacional, desde Beijing hasta Nueva Delhi y más allá, están compitiendo por los pagos de los préstamos y beneficiarse hundiendo a Sri Lanka aún más en la deuda.