A pesar de la brutal represión del gobierno, las protestas a raíz de la muerte de Mahsa Amini a manos de la policía se han extendido a las 31 provincias de Irán y entre trabajadores de las principales nacionalidades y religiones del país. Amini, una mujer kurda, murió el 13 de septiembre tres días después de ser arrestada en Teherán por contravenir los opresivos códigos de vestimenta impuestos por el gobierno. Las manifestaciones son las más grandes desde 2019 y han inspirado acciones de solidaridad en todo el mundo.
Además de un amplio apoyo hacia la igualdad de la mujer detrás de las protestas está la profunda oposición de millones de personas a la opresión del gobierno, la negación de libertades fundamentales y la represión mortal contra manifestantes; la inflación galopante y escaseces; y el costo humano y social de las aventuras bélicas del régimen iraní en Iraq, Líbano, Siria y Yemen que los trabajadores en Irán y en la región pagan con su sangre.
Estudiantes y profesores de más de 20 universidades realizaron una huelga el 28 de septiembre y miles de estudiantes de secundaria abandonaron las clases. “Estoy aquí para acompañar y apoyar a mi hija”, dijo a Associated Press Abdolali, un maestro en Teherán que no quiso dar su apellido. Dijo que participó en la revolución iraní de 1979 que había “prometido justicia y libertad, y ya es hora de materializarlas”.
El 2 de octubre los matones del régimen rodearon la Universidad Tecnológica de Sharif en Teherán, impidieron que salieran los estudiantes a protestar y luego dispararon gases lacrimógenos. Cientos fueron arrestados. Días después, manifestantes en decenas de otras universidades marcharon para exigir la excarcelación de los estudiantes.
Inicialmente el régimen fue cauteloso y hasta contactó a la familia de Amini para prometer una investigación. Pero a medida que se extendieron las protestas, la respuesta del gobierno ha sido brutal, particularmente contra los kurdos tanto en Irán como en Iraq. Se han reportado 83 muertes a causa de los disparos de las fuerzas gubernamentales. El 30 de septiembre, al menos 42 personas murieron en enfrentamientos en la ciudad iraní de Zahedan.
El líder supremo, el ayatola Ali Jamenei, trató de cambiar el enfoque y el 3 de octubre culpó a agentes de los gobiernos de Israel y Estados Unidos de incitar las protestas.
Teherán bombardea a kurdos
El gobierno iraní desató ataques con misiles y drones el 28 de septiembre en áreas en el Kurdistán iraquí donde tienen sus bases tres grupos de oposición kurdos iraníes en el exilio. El general de brigada Mohammad Pakpour, máximo comandante del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica, se jactó de que Teherán había “demolido por completo” las aldeas con 73 misiles balísticos y drones. Al menos 14 personas murieron. Muchos agricultores y nómadas tuvieron que huir de la zona.
Un drone iraní que se dirigía hacia Erbil, la capital del Kurdistán iraquí, fue derribado por fuerzas estadounidenses. Diecinueve años después de la invasión de Iraq en 2003, los gobernantes estadounidenses aún mantienen unos 2,500 soldados allí.
Funcionarios iraníes dicen que las protestas han sido atizadas por los kurdos. Alrededor de 10 millones de kurdos, una décima parte de la población de Irán, han carecido de derechos políticos y culturales por mucho tiempo. La solidaridad mostrada por los iraníes no kurdos tras la muerte de Amini les resulta intolerable a las autoridades iraníes. Al menos 1,500 kurdos han sido arrestados en las últimas semanas.
Los kurdos son el pueblo oprimido más grande del mundo que no tiene un estado, con unos 30 millones repartidos en Iraq, Irán, Siria y Turquía.
Los trabajadores y agricultores son los más afectados por la crisis económica capitalista mundial que se ve agravada por las sanciones impuestas por Washington y sus aliados que dificultan que las empresas iraníes vendan petróleo y tengan acceso al sistema financiero mundial. La administración Biden emitió una nueva ronda de sanciones contra Irán el 29 de septiembre.
Las protestas actuales se suman a las ocurridas por todo el país en mayo cuando el gobierno recortó los subsidios a los alimentos básicos. Los iraníes ahora pagan un 75 por ciento más por alimentos que hace un año. La tasa de inflación oficial en agosto fue del 52 por ciento. Nader, un empleado de una empresa de construcción en Teherán, dijo a la prensa: “No puedo mantenerme al paso del aumento de los precios, no importa cuánto corra”. Con sus ahorros agotados y su alquiler duplicado, hasta el queso y los huevos se han convertido en lujos, dijo.
“Apoyamos las luchas del pueblo contra la violencia organizada y cotidiana contra las mujeres, y contra la pobreza y el infierno que domina la sociedad”, dijo el 26 de septiembre el Consejo Organizador de Trabajadores Petroleros por Contrato.