Dueños de hospitales en áreas rurales están cerrando las salas de maternidad alegando que no son rentables. Esto perjudica la salud y la vida de millones de mujeres, sus familias y sus recién nacidos.
Los cierres ocurren en un momento en que están aumentando las muertes maternas a un ritmo más alto que en cualquier otro país industrializado, más de una muerte por cada 5 mil nacidos vivos. Más mujeres también están sufriendo complicaciones potencialmente mortales. Estas condiciones afectan abrumadoramente a las mujeres de la clase trabajadora.
Un tercio de los condados de Estados Unidos son considerados “desiertos de cuidado de maternidad”, según un informe de octubre de March of Dimes, sin atención obstétrica, ni centros de maternidad, obstetras y ginecólogos o enfermeras parteras certificadas. Casi 7 millones de mujeres en edad reproductiva residen en estos condados.
Menos de la mitad de las mujeres en áreas rurales pueden encontrar atención prenatal en menos de 30 millas, según los Centros de Servicios de Medicare y Medicaid.
“Tres días antes de Navidad, el único hospital en esta remota ciudad en la reserva indígena de los Yakimas, cerró abruptamente su unidad de maternidad sin consultar a la comunidad, a los médicos que realizan partos o incluso a su propia junta directiva”, informó un artículo del New York Times desde Toppenish, Washington.
Al menos 35 mujeres esperaban dar a luz en el Hospital Astria Toppenish en enero, y el cierre creó una crisis. Los servicios de ambulancia son poco fiables y escasos, con largas esperas y grandes distancias para llegar a otro hospital.
Los dueños del hospital Astria dijeron cuando lo compraron que mantendrían los servicios de maternidad disponibles durante al menos una década. Ahora dicen que no lo pueden costear. “Se perderán vidas, la gente necesita saber eso”, dijo al Times Leslie Swan, una doula, que ayuda a las mujeres embarazadas y sus familias durante el parto.
En 2020, la mitad de los hospitales comunitarios rurales no brindaban atención obstétrica, según la Asociación Americana de Hospitales. Y esta tendencia se ha acelerado “a medida que los hospitales, desde Maine hasta California, han desechado las unidades de maternidad, principalmente en áreas rurales”, informó el Times.
Las mujeres que viven en zonas rurales tienen tres veces más probabilidades de morir durante el embarazo y el crítico año después de dar a luz, que las que viven más cerca de los hospitales que brindan atención, según un estudio de madres en Louisiana.
Shantel Jones llamó al Windham Community Memorial Hospital en Connecticut, a pocas cuadras de donde vivía, cuando iba a dar a luz en 2020. Pero el hospital dijo que habían cerrado la unidad de maternidad y que la ambulancia debería llevarla a Norwich, a 30 minutos de distancia. No llegaron a tiempo y dio a luz en la carretera. El hospital de Norwich no pudo brindar al recién nacido el cuidado intensivo que requería y tuvieron que viajar otros 30 minutos a un hospital en Hartford. La madre y el bebé están bien ahora.
La decisión de los dueños de los hospitales de proteger las ganancias a expensas de la vida de las mujeres subraya lo que los dirigentes del Partido Socialista de los Trabajadores Jack Barnes, Mary-Alice Waters y Steve Clark plantean en el nuevo libro Ya superamos el punto más bajo de la resistencia del pueblo trabajador: El Partido Socialista de los Trabajadores mira hacia adelante: que no hay un camino hacia la emancipación de la mujer “independientemente y aparte de la lucha de la clase trabajadora para afrontar las crisis que recaen sobre los trabajadores y sus familias”. Eso, a su vez, “requiere una perspectiva de lucha de clases para abordar los desafíos y las responsabilidades que recaen principalmente sobre la mujer como gestadora y criadora de la vida nueva”.
Además de cerrar los servicios de maternidad, cada vez están cerrando más hospitales. Más de 179 hospitales rurales en todo el país cerraron entre 2005 y 2020.