Después de librar una guerra casi genocida durante un año contra el pueblo ucraniano, el presidente ruso Vladímir Putin, está tratando de poner una fachada de legitimidad a la captura de casi la quinta parte del país por parte de su régimen. Visitó las áreas de Ucrania ocupadas por Moscú por primera vez desde que comenzó la guerra.
Putin visitó Sebastopol en Crimea, el hogar ancestral de los tártaros, nueve años después de que fuera invadido y anexado por las fuerzas rusas. Moscú ha mantenido una constante campaña de opresión ahí.
Luego voló a Mariúpol, ocupada por Rusia. Los habitantes de la ciudad ucraniana defendieron heroicamente la asediada acería de Azovstal, resistiendo durante 83 días y ganando el apoyo de los trabajadores de todo el mundo. Putin “llegó en la noche como un ladrón”, dijo el Ministerio de Defensa de Ucrania, a un área impecablemente limpia, ocultando al público ruso la destrucción en toda la ciudad.
Regresó a Moscú para recibir al presidente chino, Xi Jinping, en su visita del 20 al 22 de marzo. Ambos buscan aumentar los vínculos a pesar de sus intereses nacionales contrapuestos.
A medida que Beijing promueve sus intereses, está aumentando su influencia sobre los gobernantes rusos, debilitados por su intento de destruir a Ucrania, y extraerá un precio político y económico de Moscú. Esto forma parte de los cambios en las alianzas políticas, económicas y militares en todo el mundo que han sido acelerados por la invasión de Moscú.
Al mismo tiempo, Xi se presenta como un mediador “neutral” que podría negociar el fin del conflicto. Sin embargo, su plan no incluye la retirada de las fuerzas rusas de Ucrania.
Miles de efectivos rusos han muerto en ataques contra Bajmut en las últimas semanas, superando con creces las pérdidas de las fuerzas ucranianas. Reclutas rusos de Irkutsk, en Siberia, se quejaron en un video enviado a Putin el 7 de marzo de que estaban “siendo enviados al matadero”.
“Esta cantidad de pérdidas rusas aún no ha provocado una explosión en la sociedad rusa, pero resuena mucho dentro del ejército ruso”, dijo Yevhen Dykyi, un veterano de guerra ucraniano, en un programa de televisión. “Y cuanto más duren estas pérdidas locas …, más baja será la moral del ejército ruso en el momento de nuestra contraofensiva”.
Por el contrario, las tropas ucranianas están motivadas para defender la soberanía de su país frente a los ataques destructivos de Moscú. Al mismo tiempo, Ucrania es un país capitalista cuyo gobierno permite que las mayores penurias recaigan sobre el pueblo trabajador.
La producción en Ucrania ha sido afectada por la guerra. Los trabajadores están enfrentando el aumento de los precios de los alimentos y otros artículos esenciales y el pago irregular de sus salarios. Además de eso, el gobierno ucraniano acaba de recortar los salarios del personal militar que no está en la primera línea.
El sistema militar de asistencia médica está abrumado por la afluencia de soldados heridos. Aunque los soldados reciben atención hospitalaria gratuita, tienen que pagar por el tratamiento de seguimiento privado.
‘Rusia no es Putin’
Dentro de Rusia, los opositores a la guerra siguen encontrando formas de expresar su oposición a la matanza. Cientos de personas han sido llevadas ante los tribunales rusos acusadas del “delito” de difundir “noticias falsas” sobre la guerra.
“Oigo las voces de Rusia” es el título de una serie de obras de arte creadas por Alisa Gorshenina en Nizhni Taguil, una ciudad en los Urales. Una de las piezas es una larga capa cubierta con la frase “Estamos contra la guerra” en diferentes idiomas.
“Rusia es un país multinacional, y me di cuenta de que la gente había empezado a hablar en contra de la guerra en sus idiomas nativos”, dijo al Moscow Times. Una quinta parte de la población de Rusia de 144 millones proviene de más de 160 etnias distintas de la rusa. Los soldados rasos del ejército ruso provienen de manera desproporcionada de regiones pobres como Buriatia y Daguestán.