EAST PALESTINE, Ohio — Los residentes de este pequeño pueblo se alinearon en la calle Market Street el 18 de marzo para recibir a la “invasión de Jeeps”. Iniciada por la enfermera Terri Graleski del cercano pueblo East Liverpool, los clubes de Jeeps de Pennsylvania, Ohio y Virginia del Oeste trajeron más de 100 vehículos con sus dueños y familias para brindar solidaridad a la lucha de los residentes por el control de la reconstrucción del área y dar apoyo a los comercios locales a raíz del descarrilamiento de un tren de Norfolk Southern el 3 de febrero, y el incendio y derrame de productos químicos tóxicos subsecuentes.
Esto contrasta marcadamente con las decenas de abogados que están creando una atmósfera de histeria y bombardeando a los residentes con invitaciones para que se sumen a demandas legales colectivas. Los corresponsales obreros del Militante, entre ellos trabajadores ferroviarios, han encontrado que muchos residentes desconfían de las predicciones catastróficas de los abogados.
Muchos están interesados en debatir sobre lo que los trabajadores y agricultores de la zona, junto con los obreros ferroviarios y nuestros sindicatos, pueden hacer para tomar el control de su futuro y prevenir desastres ferroviarios similares provocados por el afán de lucro de las empresas.
“El descarrilamiento fue realmente muy serio, estas mismas vías pasan justo al lado de mi casa a unas pocas millas de distancia”, dijo al Militante Jacob Tate, quien llegó con su esposa e hijas en su jeep desde Beaver Falls, Pennsylvania. “Pero algunas personas están exagerando el peligro por sus propios intereses. Vinimos a mostrar nuestra solidaridad”.
“Esta muestra de apoyo es una respuesta a los que están fomentando la idea de que si vienes a la ciudad te vas a envenenar”, dijo Sue Dunlap, una limpiadora de casas que trabaja por cuenta propia. Dunlap y su esposo, Randy, miembro del sindicato de electricistas IBEW en una fábrica cercana, manejaron su Jeep en la caravana. Han vivido en East Palestine durante 21 años.
“Esto significa mucho para nosotros”, dijo Maggie Guglielmo. “Escuché que gente está organizando eventos para recaudar fondos para ayudarnos. Una iglesia hizo una comida con pescado frito. Yo les digo: ‘Dale el dinero a tus feligreses y pídeles que vengan a East Palestine y gasten dinero aquí’”. Guglielmo tiene un negocio de decoración de pulseras de silicona. Sus materias primas absorbieron el olor del incendio químico, y se quedó sin negocio hasta que logre que Norfolk Southern pague por los daños.
Unos días antes, granjeros de Indiana entregaron 17 toneladas de semillas, paja, heno, juguetes y otros artículos para el ganado y mascotas al Freedom Ranch, un establo de caballos al norte de Salem, Ohio. Los dueños del rancho, Kaylee Ball y Chase Brown, abrieron sus instalaciones para los animales que habían sido evacuados de todo el área de East Palestine luego del descarrilamiento.
Estas y otras movilizaciones de solidaridad muestran el potencial que existe para unir a trabajadores, agricultores y pequeños productores en una lucha para obligar a los patrones ferroviarios y al gobierno a limpiar el área y brindar atención médica de por vida, bajo el control de los directamente afectados.
Debate sobre el camino a seguir
Yendo de puerta en puerta a pocas cuadras del descarrilamiento el 15 de marzo, miembros del Partido Socialista de los Trabajadores encontraron una amplia gama de opiniones. Algunos nos dijeron que “confían en lo que está haciendo el gobierno”, pero esa parecía ser una opinión minoritaria.
Lon Berresford, un carpintero que vive justo al sur de las vías, dijo que él y su esposa no estaban enfermos por el derrame químico. Al igual que varios vecinos, dijeron que no tienen planes de irse. “Si tienes miedo, tienes miedo”, dijo, “pero mucha gente está especulando sobre esto”. Hasta el momento, los residentes del área han presentado 22 demandas contra Norfolk Southern, y todas menos una se están consolidando en una gran demanda colectiva.
Berresford no tenía dudas de que el ferrocarril tomó atajos en materia de seguridad y dijo: “No es una sorpresa. Eso es un gran negocio”. Se acordó cuando los trenes solían tener un furgón de cola con tripulantes que podían responder a problemas, como el sobrecalentamiento del eje que causó el descarrilamiento aquí.
Justo al norte de las vías, Kathy Smyth y Mark Thompkins dijeron que ellos y su hija de 10 años han tenido síntomas desde el descarrilamiento, incluidos sarpullidos, hemorragias nasales e irritación severa de los ojos.
El miembro del PST, David Rosenfeld, dijo: “No se puede confiar en Norfolk Southern, en los reguladores y políticos del gobierno, o en la ola de abogados que han llegado a esta ciudad”.
“Así es”, dijo Smyth, quien tiene dos trabajos, en una tienda de comestibles y en un hogar de ancianos. “Las únicas personas en las que podemos confiar somos los unos con los otros”.
Candace Wagner, trabajadora ferroviaria y miembro del sindicato de maquinistas BLET, señaló la victoria lograda por los residentes al obligar a los patrones de Norfolk Southern a que levantaran las vías del tren, y removieran la tierra contaminada y las vías destruidas del área del descarrilamiento. El plan inicial de los patrones era poner los trenes en marcha lo más rápido posible para que sus ganancias comenzaran a rodar nuevamente.
Eso fue una victoria, dijo Smyth, pero el proyecto de la empresa también está levantando polvo tóxico.
Smyth y Thompkins estaban interesados en los problemas que enfrentan los trabajadores ferroviarios. “Uno de los principales problemas por los que los trabajadores ferroviarios estaban listos para salir en huelga el otoño pasado, son los horarios que dificultan que los trabajadores participen en su sindicato o tengan tiempo para la familia”, dijo Wagner. “Pero la administración de Biden y el Congreso intervinieron para prohibir cualquier huelga y nos impusieron un contrato”.
‘Necesitamos mejor información’
“Necesitamos recibir mejor información”, dijo Joy Mascher a Tony Lane y a mí cuando visitamos su florería en Market Street el 16 de marzo. “Muchas personas por aquí crían pollos. Nadie puede decirte si se pueden comer esos huevos. Es alarmante”.
“Puede ser alarmante”, dijo Lane. “Pero es alentador que haya más resistencia obrera que en muchos años. Significa que es un buen momento para organizar una respuesta. Los trabajadores ferroviarios tienen intereses comunes con los trabajadores, agricultores y pequeños comerciantes de esta comunidad”.
“Creo que es una locura que los ferrocarriles quieran tener solo una persona en el tren”, dijo Mascher, refiriéndose al empuje de los patrones de implementar “tripulaciones” que solo incluyan un maquinista.
“Necesitamos una lucha de los sindicatos para limitar los trenes a 50 vagones y poner miembros de la tripulación tanto en la parte trasera como en la delantera”, dijo Lane, “y obligarlos a que vayan a menos de 50 millas por hora cuando pasan por ciudades”.
“Comités de trabajadores de la zona podrían exigir acceso a los ‘secretos de negocios’ de los patrones ferroviarios, lo cuales ellos tratan de ocultar. Así podemos saber qué está pasando y poder expresar nuestra opinión sobre lo que debe suceder”, dijo.
“Pensaron que simplemente aceptaríamos esto, pero no nos quedaremos callados”, respondió Mascher.
Naomi Craine es conductora de ferrocarriles de carga y miembro del sindicato SMART-TD. Candace Wagner contribuyó a este artículo.