Con un voto de 6 a favor y 3 en contra, la Corte Suprema de Estados Unidos revocó los programas de admisión de Harvard y la Universidad de Carolina del Norte (UNC) el 29 de junio. La corte dictaminó que ambas universidades usaban la raza para favorecer a algunos solicitantes a expensas de otros, violando la cláusula de Protección Igualitaria de la Enmienda 14.
Harvard dijo que sus funcionarios de admisión “pueden y de hecho toman en cuenta la raza de un solicitante al asignar una valoración general”. La UNC dijo que considera “la raza o el origen étnico de cualquier estudiante”. Estos programas abren las puertas para que un pequeño número de negros y otras capas oprimidas de la población pasen a ser parte de los sectores privilegiados de la meritocracia y de profesionales de clase media alta. Su objetivo es fortalecer la estabilidad del dominio capitalista.
Los derechos que registran verdaderos avances para el pueblo trabajador son los que amplían y fortalecen los derechos de todos los oprimidos y explotados. Las políticas de ambas universidades no tienen nada en común con los programas para combatir la discriminación basada en la raza logrados mediante el masivo movimiento liderado por negros que derrotó la segregación racial y el terror del sistema de Jim Crow. Esos programas, denominados frecuentemente en aquel entonces como de acción afirmativa, derribaron muchas barreras para la contratación, promoción y educación de negros y mujeres. Sus buenos resultados ayudaron a reducir las divisiones entre los trabajadores y aumentó la unidad y la fuerza de los sindicatos.
En 1979, por ejemplo, la Corte Suprema reafirmó un contrato por el que luchó y ganó el sindicato de trabajadores del acero USW en la empresa Kaiser Aluminum, que reservaba para negros y mujeres el 50 por ciento de las plazas de un programa de entrenamiento. Un 39 por ciento de los trabajadores de la planta de la empresa en Gramercy, Luisiana, eran africano americanos, pero solo cinco de los 273 puestos de trabajo calificado (el 1.8%) estaban ocupados por negros y ninguno por mujeres.
Esa victoria ayudó a abrir paso a las luchas contra la discriminación en el empleo por motivos de raza, origen nacional o sexo, luchas que continúan hasta el día de hoy. Los esfuerzos para derribar los obstáculos en la contratación y capacitación han permitido que más trabajadores de todos los colores de piel y de ambos sexos trabajen juntos. En las huelgas y actos de resistencia obrera de los últimos años hemos visto en la práctica cómo una mayor unidad y solidaridad aumentan el potencial de lucha del movimiento obrero.
Al mismo tiempo, en las últimas décadas, lo que los gobernantes llaman “acción afirmativa” ha sido utilizado cada vez más para dividir aún más a los africano americanos en clases sociales y para profundizar las divisiones entre los trabajadores.
En los casos de Harvard y UNC los jueces fallaron a favor del grupo Estudiantes por un Programa de Admisión Justo (SFFA). Los programas universitarios, dijo el fallo de la Corte Suprema, deben tener una meta que se pueda medir, no el intangible fin de la “diversidad”. El fallo contrastó las políticas de las dos universidades con los casos sobre la segregación escolar en los que “los tribunales pueden determinar si alguna acción correctiva basada en la raza produce una distribución de estudiantes” comparable a lo que habría sido sin un historial de discriminación inconstitucional.
El fallo también señaló los programas en centros laborales donde “los tribunales pueden preguntar si un beneficio basado en la raza hace que los miembros de la clase discriminada se sientan ‘compensados por las lesiones que sufrieron’”.
“Nada impide que los estados otorguen una preferencia de admisión a personas identificadas como víctimas de discriminación” en virtud de la Constitución, escribió el juez Clarence Thomas en una opinión concurrente.
Pero los programas de admisión universitaria “nunca deben usar la raza como un estereotipo o un negativo y, en algún momento, deben terminar”, dijo el fallo.
Programas arbitrarios
Los programas de Harvard y la UNC no tenían una meta medible, determinó el tribunal, y utilizaron una selección arbitraria de categorías raciales: indígena americano, asiático, negro, isleño del Pacífico, hispano y blanco. Esto resultó en menos admisiones de asiático-americanos. Cuando se les preguntó “¿cómo se clasifican los solicitantes de los países del Medio Oriente?”, el abogado defensor de la UNC respondió: “No lo sé”.
La valoración por “calificaciones personales” utilizada en Harvard incluía la medición de la “simpatía” y “amabilidad” de los candidatos. Rutinariamente los africano americanos quedaban en los primeros lugares y los asiático-americanos en los últimos. Cuando Estudiantes por un Programa de Admisión Justo levantó una demanda contra las universidades en 2014, Harvard ordenó a sus funcionarios que dejaran de considerar la raza como una consideración en las valoraciones de “personalidad”, pero no en la solicitud en general.
Durante el juicio, Harvard explicó que da preferencia a los atletas y solicitantes “por legado”: hijos de donantes financieros, ex alumnos y profesores. Cada año estos grupos representan menos del 5 por ciento de los solicitantes, pero son el 30 por ciento de los aceptados. “Si bien son neutrales desde el punto de vista racial”, señaló el juez Neil Gorsuch en una opinión concurrente, “estas preferencias sin duda benefician más a los solicitantes blancos y ricos”.
El SFFA presentó evidencia de que Harvard podría mantener una composición más mixta de su alumnado sin utilizar admisiones basadas en la raza, si le diera a los solicitantes de las familias más desfavorecidas la mitad de las preferencias que le da a los atletas y terminara con la consideración especial para solicitantes “por legado”. Pero Harvard rechazó rotundamente a abstenerse a usar estos criterios basados en clase que aumentan las donaciones.
Las universidades han concluido que “la piedra angular de la identidad de un individuo es… el color de su piel”, dijo el tribunal. “Nos despojan de nuestra individualidad y socavan la diversidad de pensamiento que las universidades pretenden buscar”, escribió Thomas. Señaló que las admisiones basadas en la raza han ido de la mano con las universidades que ofrecen alojamiento, ceremonias de inducción y graduación para estudiantes negros y caucásicos separados.
En una opinión disidente, la jueza Sonia Sotomayor, junto con las juezas Elena Kagan y Ketanji Brown Jackson, afirmó que la Corte Suprema estaba “afianzando la desigualdad racial”.
‘Igual protección legal’
La Enmienda 14 fue ratificada en 1868 después de la Segunda Revolución Norteamericana. Ningún estado, dice, “negará a cualquier persona dentro de su jurisdicción la igual protección de las leyes”. Thomas señaló que este es un “texto totalmente neutral en cuanto a raza, que otorga privilegios e inmunidades a todos los ‘ciudadanos’, incluso si su efecto práctico fuera proporcionar a todos los ciudadanos los mismos privilegios que entonces disfrutaban los blancos”. De hecho, dijo Thomas, la enmienda “declara que incluso los no ciudadanos deben ser tratados por igual”.
Sotomayor cuestionó esto. Dijo que en lugar de ofrecer una protección, la enmienda “consagra una garantía de igualdad racial”, que “puede hacerse cumplir a través de medios que sean conscientes de la raza”.
Pero la Constitución no “consagra” cosas. Su gran fortaleza son sus garantías contra la injerencia estatal.
En una disidencia independiente, Jackson dejó claro que su meta es hacer avanzar a los africano americanos a la clase capitalista y a los niveles superiores de las capas de gerentes y profesionales privilegiados. Señaló que solo seis negros están en la lista de 500 directores ejecutivos de Fortune 500 de 2022.
El fallo de la corte contiene una excepción, que permite que las academias militares continúen usando programas de admisión basados en la raza. Jackson dijo que esto muestra que la corte valora la diversidad racial solo “en el búnker, no en la mesa directiva”. Pero ninguna de estas “opciones” —ya sea convertirse en jefe o en oficial militar— ofrece a los trabajadores de cualquier color de piel una forma de luchar contra la discriminación racista que es endémica del dominio capitalista, ni para defender como parte de nuestra clase la posibilidad de iniciar y mantener una familia.
Los propietarios de Apple, Procter & Gamble y Johnson & Johnson presentaron escritos defendiendo a Harvard por proporcionarles un grupo “diverso” de solicitantes de empleo para sus compañías.
La opinión de Jackson es “un llamado a empoderar a las élites privilegiadas”, respondió Thomas, “para nivelar el campo de juego” entre castas y clasificaciones que solo ellos pueden adivinar. Jackson pretende relegar a los africano americanos a ser “víctimas permanente”, dijo Thomas.
En las huelgas y otras batallas de clases que se desarrollan hoy los trabajadores de todos los colores y credos llegarán a reconocer plenamente nuestro valor y se unirán para fortalecer a la clase trabajadora y los sindicatos.
El estar claro sobre la importancia de defender las libertades constitucionales será una ayuda invaluable para tomar este curso.