Hace diez años, el 6 y 8 de diciembre de 2013, decenas de miles de trabajadores y otros ucranianos de todo el país se manifestaron en Kiev, para sumarse a la batalla para derrocar el gobierno pro-Moscú de Viktor Yanukovych. Las poderosas movilizaciones se produjeron en respuesta a los ataques sangrientos de policías antimotines contra manifestaciones de estudiantes la semana anterior, que provocaron dos meses de movilizaciones de masas y batallas en las calles.
Para principios de 2014, habían llegado a centenares de miles de trabajadores a medida que la lucha se profundizó. Campamentos y barricadas fueron levantados cerca de la Casa de los Sindicatos en la Plaza de la Independencia de Kiev, la Maidán, que se convirtió en el nombre popular de la “Revolución de la Dignidad”.
Detrás de estas movilizaciones estaban las aspiraciones nacionales del pueblo ucraniano, que —con la excepción de los primeros años de la Revolución Rusa bajo V.I. Lenin, cuando florecieron el idioma y la cultura ucraniana— han sido sujetas a hostigamientos y han provocado resistencia contra la dominación rusa durante siglos. Esto se extendió desde la “cárcel de naciones” de los zares, a los años contrarrevolucionarios de Stalin, hasta la guerra de Vladímir Putin hoy.
La revolución de la Maidán logró derrocar a Yanukovych el 21 de febrero. El presidente Putin reaccionó utilizando la base militar de Rusia en Crimea para apoderarse de la península, suprimiendo tanto el amplio sentimiento pro-ucraniano como las aspiraciones nacionales de los tártaros originarios de Crimea. Envió agentes y tropas para colaborar con separatistas para atacar y ocupar partes de las provincias ucranianas de Donetsk y Luhansk.
En febrero de 2022, Putin lanzó una invasión a gran escala de Ucrania, declarando que sus tropas serían recibidas como salvadores y que Kiev caería en tres días. Dijo que la idea de que los ucranianos son una nacionalidad separada era un fraude y que él sería reconocido como un nuevo zar ruso.
La escala de la resistencia actual del pueblo trabajador ucraniano solo puede entenderse si vemos hacia atrás a la revolución de la Maidán y la forma en que fortaleció a la clase trabajadora ucraniana.
El Partido Socialista de los Trabajadores en Estados Unidos respondió a la Maidán enviando a tres equipos de reporteros del Militante durante el año siguiente para reunirse y oír de los participantes. El director del Militante John Studer se reunió con mineros del carbón, trabajadores nucleares de Chernobyl y Enerhodar, obreros ferroviarios y muchos otros defensores de la soberanía de Ucrania, desde Sokal en el occidente a Pavlograd en el oriente, hasta mineros de hierro en Kryvyi Rih, obreros del acero en Dnipro y del transporte en Jarkiv.
El Militante ha podido encabezar los esfuerzos para divulgar la verdad y defender la lucha del pueblo de Ucrania por la independencia. También ha informado sobre las luchas de trabajadores en Ucrania por sus propios intereses de clase.
Su cobertura de primera mano refuta la afirmación del régimen de Putin que la Maidán fue un golpe de estado “nazi” respaldado por Washington. La propaganda de mentiras de Moscú, que ha contado con el apoyo de gran parte de la izquierda de clase media, está agotándose dentro de Rusia misma, donde está creciendo la oposición de la clase trabajadora a su guerra contra Ucrania.
“Somos una nación soberana”, dijo el minero de carbón Yura Sheremeta a Studer en abril de 2014 en Chervonogra, Ucrania occidental. “Tenemos espíritu y continuaremos luchando. Si no tenemos éxito esta vez, tendremos otra Maidán. Y creo que también habrá una en Rusia”.
En los próximos números, el Militante publicará reportes regulares basados en estos viajes a Ucrania y los desarrollos en la lucha de clases desde entonces.