LA HABANA —El stand de Pathfinder de la Feria Internacional del Libro de La Habana fue un centro permanente de discusión, como lo ha sido cada vez durante un cuarto de siglo.
Cientos de personas llegaron en busca de libros sobre el actual mundo capitalista asolado por las crisis, sobre la historia de la Revolución Cubana y sobre los desafíos y oportunidades que enfrenta el pueblo trabajador en Cuba, Estados Unidos y el mundo. Intercambiaron con trabajadores comunistas provenientes de Estados Unidos, el Reino Unido, Canadá y Australia que atendían el stand como voluntarios, quienes describieron cómo utilizan los libros publicados por la editorial Pathfinder en su trabajo para forjar partidos obreros revolucionarios en sus países.
Entre los títulos que provocaron más interés y más se vendieron figuran la nueva edición ampliada de Che Guevara sobre economía y política en la transición al socialismo, del autor cubano Carlos Tablada, así como La cuestión judía: Una interpretación marxista, de Abram Leon.
Otro de los títulos más buscados fue Ya superamos el punto más bajo de la resistencia del pueblo trabajador: El Partido Socialista de los Trabajadores mira hacia adelante por los dirigentes del PST Jack Barnes, Mary-Alice Waters y Steve Clark. Y muchas personas también adquirieron Mujeres en Cuba: Haciendo una revolución dentro de la revolución, de las dirigentes cubanas Vilma Espín, Asela de los Santos y Yolanda Ferrer.
Dos bibliotecarias de la Universidad de Ciencias Informáticas de La Habana recorrieron distintos stands para abastecer su biblioteca con nuevos títulos. En el de Pathfinder eligieron varios títulos, entre ellos el de Tablada. “Es importante que nuestros estudiantes conozcan lo que dijo el Che sobre el socialismo”, dijo Yaylín Montoya. “Me gusta esta edición porque da las fuentes de todas las citas del Che”.
Su compañera de trabajo Maylen Viñes adquirió Ya superamos el punto más bajo de la resistencia del pueblo trabajador. Ella quería leer lo que decía sobre las luchas de los trabajadores en Estados Unidos contra condiciones de trabajo peligrosas y horarios de trabajo brutales. Viñes dijo que un amigo suyo emigró a Estados Unidos y consiguió trabajo en la construcción. “Me dice que siempre está trabajando y casi no tiene tiempo libre”.
Otras personas que visitaron el stand también tenían familiares entre los 400 mil cubanos que han emigrado a Estados Unidos en los últimos dos años, y contaron historias similares. Dijeron que para sus familiares es un choque enorme la forma en que los patrones los presionan a trabajar más rápido, con horarios más largos y bajo condiciones peligrosas.
Interés en lucha de clases en EEUU
Yuriatl Masó, quien trabaja como panadero en una empresa estatal, se interesó cuando Gerardo Sánchez, miembro del Partido Socialista de los Trabajadores y del sindicato de panaderos BCTGM de Texas, utilizó un mural de fotos en el stand para ilustrar la actividad solidaria que él ha ayudado a organizar entre miembros de su sindicato que están en huelga en Memphis, Tennessee, y obreros cañeros en República Dominicana.
“Estoy a favor de la amistad entre Estados Unidos y Cuba”, dijo Masó. “Pero no me gusta Donald Trump”. Este comentario lo escuchamos frecuentemente entre los cubanos.
Yo señalé que, en su frenética campaña partidista para impedir la reelección del republicano Trump, los demócratas están encabezando un ataque contra él que atenta contra la libertad de expresión, el debido proceso y otros derechos garantizados por la Constitución de Estados Unidos.
“Tanto el Partido Demócrata como el Republicano, tanto Joseph Biden como Donald Trump, representan a los gobernantes capitalistas”, dije. “Todas las administraciones norteamericanas desde 1959 han mantenido la guerra económica de Washington contra la Revolución Cubana”.
El PST y nuestros candidatos explican que los trabajadores necesitamos organizarnos independientemente de ambos partidos, siguiendo un camino para tomar el poder estatal, dije, “como hicieron los trabajadores en Cuba. Necesitamos defender los derechos democráticos para organizarnos y actuar, derechos que los trabajadores han ganado luchando y que han defendido durante 250 años”.
“No cabe duda”, respondió Masó.
Andrea Reynaldo, estudiante preuniversitaria, compró Malcolm X, la liberación de los negros, y el camino al poder obrero, del secretario nacional del PST, Jack Barnes, otro de los libros más vendidos.
También adquirió El socialismo en el banquillo de los acusados, que presenta el testimonio del entonces secretario nacional del PST, James P. Cannon, ante un tribunal federal en 1941. Cannon y otros dirigentes del PST fueron encarcelados bajo cargos falsos porque estaban encabezando la oposición en el movimiento obrero a la campaña de Washington para entrar a la Segunda Guerra Mundial a fin de defender los intereses imperialistas de los gobernantes norteamericanos.
“Quiero conocer la historia de Estados Unidos desde el punto de vista de la clase trabajadora y los oprimidos”, dijo Reynaldo.
Muchas conversaciones giraron en torno a las presiones económicas que enfrentan los cubanos a consecuencia de la crisis capitalista mundial, agravada por los implacables intentos de Washington de castigar al pueblo cubano por hacer y defender una revolución socialista.
Una biotecnóloga que compró Che Guevara sobre economía y política en la transición al socialismo dijo que en su centro de trabajo, debido a las sanciones norteamericanas, no tienen el equipo que necesitan, buena parte del cual tienen que importar. Ella y sus compañeros trabajan juntos para encontrar formas de superar las dificultades. “Bromeamos diciendo que estamos haciendo alquimia”, dijo.
Nanchy López, quien trabaja para una editorial en Pinar del Río, regresó varias veces al stand para conversar con Andrés Mendoza, miembro de la Liga Comunista en el Reino Unido. “Me preocupa que algunos jóvenes en Cuba se están volviendo más egoístas. Yo educo a mi hijo con los valores y principios de la revolución”, dijo López, valores que son la alternativa a lo que nos conduce el capitalismo.
Mendoza explicó que la falta de avances revolucionarios en el mundo pesa mucho hoy sobre los trabajadores en todo el mundo, incluidos los países imperialistas. Una nueva revolución socialista daría un gran impulso político a todos los trabajadores, desde el Reino Unido hasta Cuba. “Por eso lucha mi partido, y por eso el ejemplo de la revolución socialista en Cuba es tan importante para los trabajadores a nivel mundial”, dijo.
Debates sobre política mundial
Fabián Acosta, miembro de una cooperativa productora de verduras cerca de Alquízar, al suroeste de La Habana, dijo que él lleva muchos años visitando la feria del libro. Hoy los campesinos en Cuba se ven muy perjudicados por la escasez de combustible y fertilizantes, dijo, a raíz de las condiciones capitalistas globales y las severas sanciones de Washington. Con estas medidas punitivas se pretende limitar drásticamente el acceso de Cuba a los créditos y las divisas en el mercado mundial.
“Vendemos la mitad de nuestra producción al estado, que ahora tiene que pagarnos con tarjeta de crédito o por transferencia bancaria debido a la falta de efectivo”, dijo Acosta. “Pero lo que necesitamos es efectivo para la mayoría de lo que compramos”.
Acosta se llevó Cuba y la revolución norteamericana que viene y un número de la revista Nueva Internacional con el artículo “Nuestra política empieza con el mundo”, ambos de Jack Barnes. “Yo sé que nuestro futuro está unido al futuro de los trabajadores de todo el mundo”, dijo.
Hubo mucho interés en artículos de Nueva Internacional como “Los cañonazos iniciales de la Tercera Guerra Mundial” y “Ha comenzado el invierno largo y caliente del capitalismo”. Estos textos ayudan a comprender la creciente inestabilidad mundial del capitalismo: desde los intensificados conflictos comerciales China-Estados Unidos hasta la elección del autodenominado político “antiestablishment” Javier Milei como presidente de Argentina, así como la renovada carrera armamentista entre las grandes potencias capitalistas. Y también la invasión a Ucrania por parte de Moscú, la primera gran guerra terrestre en Europa desde la segunda guerra mundial imperialista.
Decenas de personas compraron La cuestión judía, cuyo autor, Abram Leon, fue un joven comunista judío, asesinado en las cámaras de gas nazis de Auschwitz al final de la Segunda Guerra Mundial. Muchas de estas personas expresaron que querían comprender las causas de la persecución de los judíos, y hubo muchos intercambios serios y reflexivos sobre el tema.
Los voluntarios en el stand explicaron lo que Leon presenta detalladamente en su libro. Cuando la creciente crisis del sistema capitalista genera más inestabilidad, descalabros y guerras, la burguesía fomenta el odio a los judíos para desviar la ira de las capas desesperadas de las clases medias. Algunos sectores de la clase trabajadora se dejan llevar por esto. En realidad, el verdadero blanco de ataque son los trabajadores y nuestros sindicatos. Toda la historia de la época imperialista lo ha demostrado.
En la crisis capitalista que condujo a la Primera Guerra Mundial, se desataron pogromos contra los judíos en toda Rusia y Europa del Este. Fue solo con el triunfo de la Revolución de Octubre en Rusia, cuando la clase trabajadora tomó el poder bajo el liderazgo de Lenin y el Partido Bolchevique, que se puso fin a siglos de opresión de los judíos en esas tierras. En cambio, en la Europa capitalista, el Holocausto nazi, que exterminó a 6 millones de judíos, mostró lo que el futuro les depara a los judíos en todas partes —incluido el Medio Oriente— sin una revolución socialista.
La masacre de judíos en Israel del 7 de octubre fue un pogromo orquestado por Hamás. La carta fundacional de esta organización preconiza la erradicación de los judíos y del estado de Israel. Es una expresión de cómo la actual crisis imperialista alimenta el creciente odio antijudío a nivel mundial.
Un buen número de los que visitaron el stand querían intercambiar sobre la guerra de múltiples frentes, hoy centrada en Gaza, que se desarrolla en el Medio Oriente. Muchos creían que era una guerra injusta de Israel destinada a aniquilar al pueblo palestino; algunos insistían en que Hamás era un movimiento de liberación nacional. Algunos se sentían horrorizados por la matanza del 7 de octubre. Y unos pocos pensaban que Israel tiene derecho a existir como refugio de la persecución para los judíos.
Muchos otros dijeron no conocer mucho sobre estos temas y querían averiguar más. “Compré este libro [La cuestión judía] para buscar más información”, dijo el artista Michel Meulenert.
Orgullo en la Revolución Cubana
Había mucho interés en los libros sobre la lucha por la emancipación de la mujer. Uno de los primeros en agotarse fue Los cosméticos, las modas y la explotación de la mujer, de Joseph Hansen, Evelyn Reed y Mary-Alice Waters. Otro fue Las mujeres en Cuba: Haciendo una revolución dentro de la revolución. Y también La emancipación de la mujer y la lucha africana por la libertad, de Thomas Sankara.
“Las mujeres han logrado grandes avances en Cuba”, dijo Mayte González, estudiante de la Universidad de La Habana. “Pero hoy las mujeres sienten más presión para que piensen que la belleza es algo que se puede pintar. Es producto de los cambios económicos de los últimos años, que aumentan la influencia del mercado capitalista”, dijo. “Es lo que Carlos Marx llamaba ‘fetichismo de la mercancía’, o sea, objetos materiales que parecen adquirir poderes mágicos y que tienen un impacto negativo en las relaciones entre las personas”.
González dijo que valoraba la calidad de los libros de Pathfinder y el hecho de que, gracias a donaciones de trabajadores en otros países, se vendían aquí a precios asequibles a la mayoría de los cubanos.
Como se ha visto en las ferias del libro de La Habana que se remontan a los años 80, muchos de los cubanos que visitaron el stand de Pathfinder expresaron su orgullo por la revolución socialista en su país. Ramón Rivero Santana, quien obtuvo Che Guevara sobre economía y política en la transición al socialismo, dijo que había trabajado como médico voluntario en Angola y Venezuela. “En África vimos mucho SIDA, paludismo y otras enfermedades que no vemos mucho aquí”, dijo.
Andrés López, un cocinero, señaló una foto en el mismo libro de niños ucranianos que llegaban a Cuba en 1991 para recibir tratamiento médico gratuito tras el desastre nuclear de Chernóbil. López trabaja en el centro médico de Tarará, en las afueras de La Habana, donde fueron atendidos los jóvenes ucranianos.
“El Che y Fidel nos enseñaron la importancia de la solidaridad internacionalista”, dijo López. “Nuestra experiencia con los ‘niños de Chernóbil’, que fue iniciativa de Fidel, fue una de las expresiones más bonitas de nuestro internacionalismo”.