La revolución socialista en Cuba transformó a la clase trabajadora

Por Róger Calero
6 de mayo de 2024
Che Guevara entrega bandera de campaña de alfabetización en fábrica de pintura en La Habana, nov. 1961. No se trata de “un récord mundial”, sino “de ligar el estudio al trabajo”.
GranmaChe Guevara entrega bandera de campaña de alfabetización en fábrica de pintura en La Habana, nov. 1961. No se trata de “un récord mundial”, sino “de ligar el estudio al trabajo”.

Tratando de conocer más sobre la foto en la portada de la nueva edición del libro Che Guevara sobre economía y política en la transición al socialismo, de Carlos Tablada, publicado por Pathfinder, trabajadores socialistas de Australia, Canadá, el Reino Unido y Estados Unidos, que estábamos participando en la Feria Internacional del Libro de La Habana en febrero aprendimos más sobre las transformaciones realizadas por los trabajadores en Cuba a través de su revolución socialista. Y sobre el papel fundamental que jugó Fidel Castro y el resto de su dirección marxista en ellas.

La foto fue tomada en enero de 1961, cuando el dirigente revolucionario Ernesto Che Guevara visitó las operaciones mineras de níquel en Nicaro, en el este de Cuba, que recientemente habían sido nacionalizadas. Guevara estaba entonces al frente del Departamento de Industrialización del Instituto Nacional de Reforma Agraria (INRA), entre otras responsabilidades de dirección.

El INRA fue creado en junio de 1959 para implementar la primera reforma agraria en Cuba. Grandes plantaciones que pertenecían a capitalistas estadounidenses y cubanos fueron nacionalizadas y entregadas a miles de campesinos sin tierra y sus familias. El Departamento de Industrialización del INRA se encargó de coordinar la producción en las plantas, minas y fábricas a medida que decenas de miles de trabajadores estaban tomando control de ellas.

Conversamos sobre la foto con dirigentes del Sindicato Nacional de Trabajadores de Energía y Minas (SNTEM), y de la Asociación de Técnicos Azucareros de Cuba (ATAC). Compartieron con nosotros ejemplos de las conquistas hechas por los trabajadores de estas industrias en los primeros años de la revolución, logros que continúan defendiendo hoy.

“Si hay un lugar donde estos logros son muy palpables es en Moa”, dijo Alfredo García, miembro del Secretariado Nacional del SNTEM. “Moa es el municipio con el segundo más alto nivel de escolaridad del país,”. García describió la transformación económica, social y cultural de Moa tras el triunfo de la revolución en 1959, que lo transformó de un pequeño pueblo pesquero con un aserradero, con un par de tiendas, bares y burdeles, a una ciudad con su propia universidad, aeropuerto, un gran hotel y cientos de viviendas multifamiliares con acceso gratuito a servicios de educación y salud.

Antes de la revolución, Nicaro y Moa, separadas por unas 50 millas, era el sitio de operaciones mineras estadounidenses que disfrutaban de generosas concesiones de la dictadura de Fulgencio Batista y sus predecesores.

“Solía tomar cuatro horas para recorrer los 60 kilómetros entre Moa y el pueblo más cercano, Baracoa, porque no había un puente sobre el río, ni buenos caminos”, dijo García.

A medida que el nuevo gobierno revolucionario venía cumpliendo su promesa de poner los recursos de Cuba en manos del pueblo trabajador, el monopolio minero norteamericano cerró sus operaciones en Moa en abril de 1960, rehusándose a pagar el 25% de regalías establecidas por el nuevo gobierno.

Los patrones mineros estadounidenses estaban acostumbrados a las exenciones de impuestos y otros privilegios bajo Batista, por supuestamente contribuir “a la defensa hemisférica y del mundo libre”. Esta era una referencia cínica al hecho de que sus productos suplieron la producción bélica de Washington durante la Segunda Guerra Mundial y su intervención contra el pueblo coreano en 1950-53.

“Los cubanos nunca podrán echar a andar la planta de Moa y hacerla producir”, insistieron los patrones estadounidenses cuando se marcharon, dijo García. Dejaron atrás la nueva tecnología que acababan de instalar con la esperanza de regresar triunfalmente en unos pocos meses, una vez que el nuevo gobierno popular hubiera sido derrocado por la presión, cooptación o intervención militar de Washington. Pero todos esos esfuerzos fracasaron.

Victoria vs. analfabetismo, invasión

Tras la nacionalización de la planta de Moa en julio de 1960, Guevara enlistó a Demetrio Presilla, uno de los ingenieros originales de la planta, para reiniciar la producción. Los patrones de Moa Bay Mining Company habían instado a sus ingenieros a irse con ellos de Cuba. “Se llevaron hasta los planos y manuales de operación”, dijo García. Sólo dos de los 10 ingenieros se quedaron en Cuba.

García dijo que Che convenció a Presilla y a otros 17 técnicos para que se quedaran. “Si quieres irse del país y utilizar sus habilidades en otro lugar, está bien”, dijo Che, pero de lo contrario pueden quedarse y construir una nueva Cuba.

El 23 de julio de 1961 la planta de Moa estaba produciendo, ahora bajo el nombre Pedro Sotto Alba, en homenaje a un combatiente del Ejército Rebelde caído en 1958 combatiendo en la toma del pueblo durante la guerra revolucionaria.

Tres meses antes, los trabajadores y agricultores cubanos habían derrotado la invasión mercenaria organizada por Washington en Playa Girón (Bahía de Cochinos). “La puesta en marcha de la planta de Moa fue el victorioso Girón tecnológico”, dijo García.

Los trabajadores de la isla aprendieron a operar las fábricas nacionalizadas. Esto requirió una batalla para elevar el nivel de cualificación de una fuerza laboral que primero tuvo que aprender a leer y escribir.

En 1961, Fidel dirigió una masiva campaña que acabó con el analfabetismo en las ciudades y el campo. Ese esfuerzo no sólo dignificó a generaciones de cubanos, sino que ayudó a prepararlos para las nuevas tareas que asumirían en la revolución socialista de Cuba.

“No se trata de alfabetizar a todo el mundo como un récord mundial”, dijo Guevara en un acto en noviembre de 1961 para presentar la Bandera de “Territorio libre de analfabetismo” a los trabajadores de una fábrica de pinturas. “Necesitamos que la gente sepa leer y escribir para luego pasar a aprender otras muchas cosas, ligar el estudio al trabajo”. Una fotografía de ese evento se encuentra en la nueva edición del libro de Tablada de Pathfinder.

“La construcción del socialismo se basa en la capacidad de las masas para organizarse y dirigir la economía, para superar día a día sus conocimientos”, explicó Guevara. Los métodos utilizados por Guevara, Fidel Castro y otros líderes centrales de la revolución tenían como objetivo aumentar la confianza y la conciencia política de los trabajadores y los productores rurales.

Humanizar el trabajo

Guevara también estuvo estrechamente involucrado en la mecanización de la cosecha de la caña de azúcar. Bajo su dirección, ingenieros y mecánicos cubanos de los ingenios azucareros construyeron cortadores de caña mecánicos y alzadoras de caña para montarlas a los camiones, basándose en tecnología existente en otros países.

“La visión de Fidel era de humanizar este trabajo”, nos dijo en febrero Miguel Toledo, vicepresidente de ATAC. “Fidel quería deshacerse de ese símbolo de la esclavitud grabado en los cortadores de caña”.

En lugar de intensificar la explotación de los cortadores, como sucede cuando los capitalistas introducen nueva tecnología, en Cuba se alivió su carga de trabajo y mejoraron sus salarios.

Se dedicó mucho trabajo político por parte de los sindicatos a esta transformación, para asegurarle a los trabajadores que las nuevas medidas los iban a beneficiar. Les garantizaron empleos durante todo el año, mejores viviendas y nutrición, dijo Eduardo Lamadrid, presidente de ATAC. Los trabajadores de la industria azucarera ganaban ahora un 15% más que los trabajadores de otras industrias. “Eso es porque era un trabajo duro”.

“Las metas de producción y las condiciones, desde los salarios hasta la alimentación de los trabajadores, se discutían en gigantescas asambleas de trabajadores al comienzo de cada cosecha”, dijo Lamadrid. “Eran reuniones muy combativas en las que participaba el comandante Fidel.

Esta transformación revolucionaria del pueblo trabajador en Cuba —vinculada a su lucha para erradicar la discriminación racial, incorporar a las mujeres a la fuerza laboral y apoyar las luchas de los trabajadores a nivel internacional— es la razón por la que los gobernantes capitalistas en Washington odian a Cuba. Su revolución es un ejemplo para los trabajadores de todo el mundo.