El presidente Joseph Biden fue el anfitrión de la primera cumbre trilateral con el primer ministro japonés Fumio Kishida y el presidente filipino Ferdinand Marcos Jr. en la Casa Blanca el 11 de abril. Los tres jefes de gobierno anunciaron una mayor cooperación militar y económica.
Para defender los intereses de la clase dominante de Estados Unidos ante el creciente poder de Beijing, Washington está reforzando sus alianzas en el Pacífico, que se centran en sus aliados imperialistas en Japón y Australia.
La creciente militarización y los realineamientos entre las clases dominantes rivales están destrozando el orden mundial imperialista creado por los gobernantes estadounidenses tras su victoria en la Segunda Guerra Mundial. La guerra de Moscú contra Ucrania, el pogromo de Hamás el 7 de octubre y una crisis capitalista global cada vez más aguda han acelerado estas fisuras.
En las últimas décadas Washington ha tratado de contener el desafío que Beijing presenta a su supremacía en el Pacífico. Un punto de tensión es la amenaza de Biden de responder militarmente si los gobernantes chinos cumplen con su amenaza de invadir a Taiwán.
Biden, Kishida y Marcos denunciaron conjuntamente el “comportamiento peligroso y agresivo” de Beijing y anunciaron planes para patrullas navales conjuntas. Biden reiteró que “cualquier ataque a aviones, buques o fuerzas armadas filipinas en el Mar de China Meridional invocaría nuestro tratado de defensa mutua”. Los gobernantes estadounidenses mantienen 54 mil soldados en Japón, 24,100 en Corea del Sur, 2,243 en Australia y más en toda la región.
Kishida denunció a Beijing como el “mayor desafío estratégico” a los intereses de los gobernantes japoneses. Es lo que está detrás del giro de Tokio hacia el rearme y la intervención en la región después de décadas de dependencia en Washington bajo una constitución “pacifista” impuesta desde la ocupación norteamericana en 1945-1952.
Los gobernantes de Japón están inmersos en una gran expansión de sus fuerzas militares, convirtiéndose en el tercer mayor consumidor militar del mundo después de Estados Unidos y China. Tokio está desarrollando misiles de largo alcance capaces de alcanzar objetivos en China.
En la cumbre los tres jefes de gobierno también anunciaron un proyecto para ampliar la infraestructura en Filipinas conectando cuatro áreas: Manila, Batangas, Subic Bay y Clark. Los dos últimos son sitios de antiguas bases estadounidenses. Capital norteamericano y japonés será invertido en ferrocarriles, la modernización de puertos y las cadenas de suministro de semiconductores. El plan busca contrarrestar la Iniciativa de la Franja y la Ruta de los gobernantes chinos, que extiende préstamos y proyectos de infraestructura en todo el mundo.
Cuatro días antes de la cumbre en Washington, las fuerzas armadas de los tres gobiernos junto con las de Australia realizaron los primeros ejercicios navales y aéreos conjuntos en el Mar de China Meridional. Beijing dijo que sus fuerzas realizarían sus propias maniobras en otras partes de la vía marítima.
Por su parte, el ministro de relaciones exteriores chino, Wang Yi, y su homólogo ruso, Sergei Lavrov, se reunieron en Beijing el 9 de abril y se comprometieron a trabajar más estrechamente contra Washington y sus aliados.
El gobierno chino se considera dueño de alrededor del 90% del Mar de China Meridional, rico en recursos. Los gobiernos de Taiwán, Vietnam, Malasia, Brunei, Indonesia y Filipinas también tienen reclamos superpuestos a los de China. Beijing ha construido y fortificado varios islotes como puestos militares desde que desestimó un fallo del tribunal de arbitraje de La Haya en 2016 en contra de sus reclamos.
Aproximadamente un tercio del comercio marítimo mundial pasa cada año por el Mar de China Meridional.
Crecen fricciones en Mar de China
Desde la elección de Marcos en 2022, los gobernantes filipinos han fortalecido las relaciones militares y de otro tipo con Washington, en medio de las crecientes fricciones con Beijing. Esto invierte el rumbo mantenido por el presidente anterior, Rodrigo Duterte, que distanció a los capitalistas filipinos de Washington, la antigua potencia colonial. Manila, como otros poderes capitalistas más pequeños, tiene que tratar de maniobrar entre Washington y Beijing.
En marzo, barcos de la guardia costera de China embistieron y dispararon cañones de agua contra barcos filipinos que llevaban suministros a Second Thomas Shoal en el Mar de China Meridional. El arrecife, que los chinos llaman Renai Jiao, es reclamado por ambos gobiernos. Otro arrecife aledaño, Scarborough Shoal, fue arrebatado del control filipino por Beijing en 2012.
Tokio ha firmado un acuerdo recíproco de acceso de tropas con Manila, similar a los acordados con Washington y el gobierno australiano. Biden y Kishida anunciaron el 10 de abril que Canberra sería incluida en la cooperación tripartita sobre un nuevo sistema de defensa aérea y antimisiles.
Canberra reveló recientemente planes para duplicar el tamaño de su armada.
Cada uno de estos pasos subraya la inestabilidad que afecta a las potencias capitalistas en la región y señala la amenaza para los trabajadores de más conflictos militares y guerras en el futuro.