Los llamados Campamentos de Solidaridad con Gaza establecidos primero en la Universidad Columbia en Nueva York el 17 de abril por partidarios del pogromo cometido por Hamás contra los judíos el 7 de octubre, se han extendido a otras universidades de élite. Los líderes de estas acciones son simpatizantes de Hamás y fomentan la destrucción de Israel, la propagación del antisemitismo y los ataques físicos o amenazas contra estudiantes judíos.
Si bien algunos estudiantes son atraídos a estas “protestas” por su anhelo de paz y por el fin de las duras condiciones que enfrentan los palestinos en Gaza —que de hecho son producto de las propias acciones de Hamás— los organizadores de los campamentos tratan de impedir cualquier discusión o debate civil.
Cuando tres estudiantes judíos caminaron por el área del campamento en la Universidad Columbia el 21 de abril, se encontraron con una cadena humana de estudiantes y profesores que enlazaron sus brazos y marcharon al unísono para “expulsarlos del campamento”.
Esta maniobra fue organizada por el estudiante Khymani James, líder del grupo Columbia United Apartheid Divest que exige que la universidad cese todo intercambio comercial o cultural con Israel. En un video dice sin rodeos: “Los sionistas no merecen vivir”. Un sionista, palabra clave utilizada para referirse a los judíos, es “un supremacista blanco”, dijo. James ahora afirma que se arrepiente de sus comentarios.
Otros dos estudiantes judíos, Chaya Droznik y Jessica Schwalb, caminaron por el campamento. Grabaron a un participante, cuyo rostro estaba cubierto por una kufiya, diciéndoles: “Voy a hacer lo mismo que hicieron con todos los soldados el 7 de octubre… oye, todos ustedes fueron esfumados”.
Más de 100 profesores de Columbia firmaron una carta defendiendo a los estudiantes que apoyan la “acción militar” de Hamás.
Esto encaja con el plan de estudios de Columbia y de instituciones meritocráticas afines, especialmente de la historia del siglo 20, escribió Ross Douthat en un artículo de opinión en el New York Times el 27 de abril. “El ámbito se reduce a preocupaciones progresistas”, dice, “anticolonialismo, sexo y género, antirracismo, clima”.
“Las críticas de clase son en su mayoría invisibles; se quedaron atrás en el siglo XIX con Carlos Marx”.
“Hay que tener en cuenta que normalmente se trata de niños de clase media alta”, añadió, “en general, los jóvenes de 18 a 29 años están más proclives a preocuparse de las cuestiones económicas”. En este contexto, “Israel se convierte en un chivo expiatorio especial”.
En respuesta a la ocupación la administración anunció que las clases serán “híbridas” por el resto del semestre. También aconsejó a los estudiantes judíos a no venir a la universidad.
“Campamentos” similares surgieron en la Universidad de Nueva York; Harvard; Yale; la Universidad de California, Los Ángeles y otras universidades de capa alta. El odio antijudío que promueven atrae la simpatía de académicos y otras capas privilegiadas, pero es profundamente aborrecido por la gran mayoría del pueblo trabajador.
Estas acciones no son espontáneas. Son coordinadas y bien financiadas por fundaciones y organizaciones liberales sin fines de lucro, que cubren generosamente los salarios de su personal de tiempo completo y otros gastos de grupos como Estudiantes por la Justicia en Palestina.
Los medios de comunicación liberales publican artículos que presentan los acontecimientos en la Universidad Columbia como un eco moderno de las protestas sociales de los años 60.
Pero esas acciones se produjeron en el contexto de la revolución socialista de Cuba, el poderoso movimiento proletario negro que derrocó la segregación racial Jim Crow y la creciente lucha contra la guerra de Washington contra el pueblo de Vietnam y su lucha por la independencia y la liberación nacional. Se ganaron el apoyo de la clase trabajadora, cambiando las relaciones sociales para siempre.
Las manifestaciones actuales a favor de Hamás apoyan la destrucción del estado de Israel y la expulsión o el asesinato de los judíos allí y son también un obstáculo mortal para la lucha de todos los trabajadores de la región. Los líderes de Hamás han dejado claro que su objetivo es cometer más pogromos hasta que se logre su objetivo genocida.