La reducción de la natalidad y los crecientes obstáculos que enfrentan los trabajadores para criar a sus hijos se han vuelto temas importantes de la campaña presidencial de 2024. Décadas de ataques de los patrones contra los salarios y las condiciones laborales han hecho más difícil para los trabajadores formar una familia y han creado condiciones que refuerzan la condición de segunda clase de la mujer en el capitalismo.
Las luchas sindicales actuales muestran la voluntad de los trabajadores de luchar contra lo que nos están haciendo. Las huelgas y las luchas por contratos de los auxiliares de vuelo, obreros ferroviarios, de hoteles, de AT&T y los portuarios están exigiendo empleos, mejores salarios y protecciones contra las alzas de precios para poder cubrir los costos de alimentos, gasolina, vivienda, atención médica, cuidado infantil y otras necesidades. Están luchando contra los horarios intolerables, horas extras obligatorias y otros obstáculos a la vida familiar, sindical y política. E impulsan la lucha por la emancipación de la mujer.
La tasa de natalidad en Estados Unidos en 2023 fue de 1.62 nacimientos por mujer, por debajo de los 3.65 en 1960, y por debajo de la tasa necesaria para mantener la población.
Los ‘expertos’ capitalistas que solían advertir sobre los peligros de la “superpoblación” ahora están haciendo sonar la alarma sobre la “creciente carga de tener demasiados ancianos”. Su verdadera preocupación es que con menos trabajadores jóvenes y sanos, la clase capitalista no puede contar con una oferta suficiente de mano de obra para explotar.
Ambos candidatos capitalistas, Kamala Harris y Donald Trump, han hecho propuestas para aumentar los créditos fiscales por tener hijos, esquemas que supuestamente suavizarán los golpes que sufren los trabajadores con familias.
Estas propuestas no abordan la verdadera fuente del problema: los ataques de los patrones a los salarios y condiciones, el aumento de los precios y un régimen capitalista que pone la carga de mantener una familia sobre los trabajadores y, especialmente, sobre las mujeres. Un mayor número de trabajadores y sus familias están a sólo unos cuantos cheques de pago de quedarse sin hogar.
El costo promedio actual de un parto es de 18,865 dólares. Para los que tienen seguro médico, el gasto promedio inicial es de 2,854 dólares. Una lata de leche de fórmula para un recién nacido puede costar 50 dólares en Walmart. Un paquete de pañales Pampers cuesta 35 dólares. Cuando sumamos esto al alto costo del alquiler, la comida, el transporte y el cuidado infantil, ¿es de extrañar que los trabajadores jóvenes tengan dudas sobre formar una familia o que las mujeres pospongan la decisión de tener un hijo?
Los liberales, como la candidata del Partido Demócrata Kamala Harris, que simpatizan con las mujeres de clase media que ven a los niños como un obstáculo para sus carreras profesionales, actúan como si la solución a todo esto fuera el aborto.
Lucha por la emancipación
Además de atentar contra los salarios y las condiciones de todos los trabajadores, los patrones se aprovechan de la condición de segunda clase de la mujer para multiplicar sus ganancias. En décadas recientes, millones de mujeres han entrado a la fuerza laboral, transformando y fortaleciendo a la clase trabajadora y las posibilidades para luchar por la emancipación de la mujer.
Pero las mujeres que trabajan a tiempo completo siguen recibiendo en promedio sólo el 83.6% de lo que ganan los hombres. Las mujeres representan el 55% de todos los trabajadores a tiempo parcial, a menudo en empleos con menor salario y menos beneficios. Muchas se ven obligadas a aceptar trabajos a tiempo parcial debido a los exorbitantes costos del cuidado infantil y las responsabilidades que bajo el capitalismo recaen sobre las mujeres en cuanto al cuidado de los menores, los ancianos, los enfermos y los en condiciones de discapacidad.
Rachele Fruit, la candidata del Partido Socialista de los Trabajadores para presidente de Estados Unidos, está enfatizando la necesidad de que los trabajadores tomemos el poder político en nuestras propias manos, para construir un partido obrero que organice a todos los trabajadores en luchas por nuestros intereses de clase, tanto los de los hombres como los de las mujeres.
Un partido de ese tipo lucharía por un masivo programa de empleos financiado por el gobierno federal para poner a millones de personas a trabajar con salarios a escala sindical, por ajustes en los salarios y beneficios para que cada vez que suban los precios nuestros salarios aumenten automáticamente, y por el acceso universal al cuidado infantil, así como por el acceso a la educación sexual, a métodos anticonceptivos seguros y fiables, y a la atención médica prenatal y maternal. Dicho partido apoyaría incondicionalmente la despenalización del aborto y trataría de convencer a otros para que luchen por esto.
Estas medidas ayudarían a abordar tanto las luchas de la clase trabajadora como la lucha por los derechos de la mujer.
Los liberales están impulsando enmiendas para “consagrar” el aborto en las constituciones estatales de Arizona, Missouri, Montana, Nebraska y otros lugares en noviembre. Pretenden acabar con la discusión y el debate sobre lo que es necesario para profundizar el apoyo a los derechos de la mujer. Presentan el acceso al aborto como la principal solución a la crisis que enfrentan las mujeres.
Fruit, trabajadora sindicalista en un hotel en Miami y luchadora de toda la vida por los derechos de la mujer, y su compañero de fórmula, Dennis Richter, luchan por la despenalización del aborto y por condiciones que permitan que las mujeres puedan decidir si van a tener hijos y formar una familia.
Lo que está en juego es el potencial de la vida humana, explican. El interrumpir un embarazo es un plan B, algo necesario cuando fallan otras cosas. Por eso debe despenalizarse. En vez de ser algo “consagrado”, como proponen los partidarios de estos referendos, necesitamos luchar para que el aborto sea menos frecuente. Esto es algo que sólo la clase trabajadora puede impulsar, a medida que se organiza para terminar para siempre con las miserables condiciones sociales que han llevado al uso del aborto de forma tan generalizada.
Esta lucha sólo es posible con la construcción de un movimiento obrero de millones de trabajadores que sustituya el dominio capitalista por el poder obrero. En el curso de la lucha revolucionaria, los trabajadores adquieren confianza y un sentido de valor. Y se abre la puerta para la construcción de una nueva sociedad donde la emancipación de la mujer pueda hacerse realidad y donde los bebés sean bienvenidos y queridos.