¿Qué trae presidencia de Trump para trabajadores en EEUU?

Por Terry Evans
27 de enero de 2025

Mientras Joseph Biden se prepara para entregar la presidencia a Donald Trump, la administración Demócrata deja al pueblo trabajador enfrentando condiciones de crisis, desde los precios para necesidades básicas por las nubes hasta la creciente amenaza de nuevas guerras imperialistas.

Millones de trabajadores tienen la esperanza de que la presidencia de Trump les ofrezca algún cambio en su suerte. Pero el dominio capitalista requiere que el gobierno, ante todo, defienda las ganancias y prerrogativas de la clase explotadora. Los trabajadores seguirán enfrentando ataques a sus salarios, horarios, cobertura médica y condiciones laborales, y cargan con el peso de una crisis social y moral que dificulta que millones de trabajadores puedan formar una familia.

Ninguno de los partidos de los patrones —los demócratas o los republicanos, Trump o Biden— tomarán pasos para aliviar las presiones que el capitalismo impone sobre el pueblo trabajador.

El aumento de las huelgas en los últimos años muestra que es posible hacer frente a los ataques de los patrones. Estas batallas han demostrado el importante lugar que ocupa la solidaridad obrera en hacer valer la fuerza sindical. La conciencia de clase y la confianza en nuestras propias capacidades han aumentado. Todas las luchas de los trabajadores también son batallas políticas, y los problemas que enfrenta el pueblo trabajador no cambiarán fundamentalmente hasta que nos organicemos independientemente de los partidos de los patrones y tracemos un curso para construir nuestro propio partido, un partido obrero.

A su salida de la presidencia, Biden proclamó unilateralmente una serie de órdenes presidenciales para imponer parte de su programa “woke” sin lidiar con el Congreso. Estos dictados tienen el objetivo de poner más obstáculos a la entrante administración de Trump. El 6 de enero Biden utilizó un estatuto de 1953 para prohibir la extracción de petróleo y gas de pozos en grandes partes del Atlántico y el Pacífico frente a las costas de Estados Unidos.

Cimentando su “legado”, Biden otorgó medallas presidenciales a Hillary Clinton, notoria por haber llamado “deplorables” a los trabajadores que apoyaban a Trump; al multimillonario woke George Soros; y a la ex republicana Elizabeth Cheney, quien se sumó a la “investigación” sobre el 6 de enero del comité de la Cámara de Representantes liderado por demócratas. La investigación fue realmente una farsa judicial. Fue un intento fallido de prevenir que Trump fuera elegido.

Biden también aceleró el nombramiento de 235 jueces escogidos por su administración en una ceremonia el 2 de enero, con la esperanza de inclinar los tribunales a favor de los demócratas. El líder de la mayoría del Senado, Charles Schumer, dijo en la ceremonia que los nuevos jueces “serán una barrera contra ataques” a nuestras instituciones democráticas. Los “ataques” son un código para referirse a Trump y los trabajadores que lo eligieron.

La mayoría de los intentos de los demócratas de emplear el sistema de “justicia” capitalista para paralizar a Trump y su campaña de 2024 se están derrumbando. Pero el juez de la ciudad de Nueva York, Juan Merchan, fijó el 10 de enero, diez días antes de la investidura, para celebrar una audiencia para sentenciar al nuevo presidente entrante. Merchan presidió el procesamiento prejuiciado de Trump por el cargo de haber registrado un pago a una estrella pornográfica para que guardara silencio como un costo legal.

Aunque Merchan admite que sería un error encarcelar a Trump, incluso ponerlo en libertad condicional, dice que sentenciar a Trump lo dejará marcado como un delincuente.

Los comentaristas partidistas en los medios liberales se deleitan en reportar que Trump será el único presidente en la historia que asumirá el cargo como un “delincuente convicto”.

Pero ni esto fue suficiente para la comentarista del Washington Post, Jennifer Rubin. Dice que Trump debería ser encarcelado. El hecho de que eso no sucederá, dice ella, “es principalmente culpa de los votantes. Ellos sabían que era un delincuente. Lo pusieron en el cargo de todos modos”, escribió Rubin el 6 de enero. Rubin se hace eco del desprecio visceral que los meritócratas de clase media alta que lideran el Partido Demócrata tienen hacia los trabajadores.

Clamor demócratas por ‘insurrección’

Con solo dos semanas en el cargo, el Departamento de Justicia de Biden anunció planes para procesar a 200 personas por su involucramiento en el disturbio del 6 de enero de 2021 en el Capitolio, a pesar de la promesa de Trump que indultaría a muchos de ellos.

Casi 1,100 personas han sido sentenciadas hasta el momento, pero solo 170 de ellos tuvieron un juicio. Los fiscales los amenazaron con cargos de delitos graves con largas sentencias, presionando a cientos de ellos a aceptar un acuerdo de culpabilidad.

Durante cuatro años los demócratas han provocado un furor por lo que llaman una “insurrección”, lo cual muestra que no tienen idea de lo que es una verdadera insurrección.

El Departamento de Justicia había insistido que no tenían ni un solo agente del FBI durante el allanamiento del Capitolio el 6 de enero o en la manifestación en la Elipse que lo precedió. Pero el mes pasado funcionarios federales admitieron que había por lo menos 26 informantes del FBI en Washington ese día. Dicen que 23 de ellos fueron “por su cuenta”, pero que tres fueron encargados de espiar “posibles sujetos de terrorismo doméstico”.

La única queja del Washington Post fue que “el FBI debería haber hecho más”.

Los gobernantes han recurrido a su policía política, el FBI, como un arma central para sus asaltos contra las protecciones constitucionales.

La libertad de expresión y asamblea, el derecho a portar armas, a practicar libremente la religión y otros derechos básicos ganados con sangre por el pueblo trabajador serán cruciales en las próximas batallas del movimiento obrero y de todos los oprimidos por el capital.

En las próximas semanas el Partido Socialista de los Trabajadores anunciará una lista de candidatos para 2025. Estas campañas darán voz y defenderán las luchas de los trabajadores mundialmente. Apoyar estas campañas es la mejor manera en que los trabajadores pueden demostrar su apoyo a organizarse independientemente de los partidos de los patrones, un paso necesario en la lucha por establecer nuestro propio gobierno.