¡Amnistía para los trabajadores inmigrantes! ¡No a las deportaciones!

Por Terry Evans
24 de febrero de 2025
Más de mil manifestantes marchan en Minneapolis el 1 de febrero exigiendo cese de arrestos y deportaciones de trabajadores inmigrantes. Protestas similares ocurrieron en todo el país.
Militante/Kevin DwireMás de mil manifestantes marchan en Minneapolis el 1 de febrero exigiendo cese de arrestos y deportaciones de trabajadores inmigrantes. Protestas similares ocurrieron en todo el país.

Mil trabajadores inmigrantes y otras personas marcharon en Minneapolis el 1 de febrero, una de las muchas acciones realizadas por todo el país en defensa de los derechos de los inmigrantes. “Necesitamos estar aquí, no hay trabajo en nuestro país para ayudar a la familia”, dijo un trabajador oriundo de Ecuador al Militante. “Es por eso que estamos aquí en la manifestación”.

En Tallahassee, Florida, más de 100 personas marcharon el 3 de febrero, y algunos negocios pequeños cerraron durante el día. José Guillén, un ciudadano norteamericano originario de El Salvador, vino con su esposa y dos hijos. Su cartel decía: “No somos criminales. Construimos sus casas. Cortamos su césped. Cocinamos su comida. ¡Hacemos que América sea grande!”.

“A nadie le gustan las deportaciones que están haciendo”, dijo al Tallahassee Democrat. “Sé que están tratando de encontrar criminales, pero hay mucho más que son gente buena”.

Estas acciones fueron en respuesta al aumento de las medidas de Washington contra la inmigración. La solidaridad de la clase trabajadora es clave para contrarrestar todo intento para crear divisiones entre los trabajadores nativos y extranjeros. Para eso es necesario que el movimiento sindical luche a favor de la amnistía para todos los trabajadores indocumentados.

La actual ronda de arrestos muy visibles por parte de la administración del presidente Donald Trump es el último paso en el curso bipartidista que los partidos Demócrata y Republicano han mantenido durante décadas contra los más de 11 millones de trabajadores indocumentados actualmente en Estados Unidos.

<i>Militante</i> de 15 de mayo de 2006. Periódico cubrió las movilizaciones de trabajadores en todo el país en 2006 y 2007 que repelieron ataques de gobierno contra los inmigrantes.
Militante de 15 de mayo de 2006. Periódico cubrió las movilizaciones de trabajadores en todo el país en 2006 y 2007 que repelieron ataques de gobierno contra los inmigrantes.

Los gobernantes capitalistas tratan de controlar la inmigración según el ritmo de la expansión o contracción de la economía para maximizar sus ganancias. Buscan mantener una capa de trabajadores con un estatus de segunda clase que viva con temor a la deportación, y quienes ellos esperan que sean más fácil de explotar. Pretenden agudizar las divisiones entre los trabajadores, para evitar que se unan para resistir los ataques de los capitalistas contra los sindicatos y contra los salarios y las condiciones laborales.

Para impulsar los objetivos de los gobernantes, la administración del expresidente Joseph Biden dejó el cargo con órdenes de deportación contra casi 1.4 millones de personas. En su campaña Trump afirmó que sobrepasaría a Biden y lanzaría el “programa de deportaciones más grande en la historia de Estados Unidos”. En realidad, ni Biden ni Trump pretenden expulsar a millones de trabajadores sin papeles, sino intimidarlos y crear condiciones para intensificar su explotación.

La administración Trump se ha enfocado en detener y deportar a inmigrantes con antecedentes penales, a miembros de pandillas criminales o que hayan excedido el plazo de sus visas. También está intentando cerrar la frontera. Ordenó a todas las oficinas regionales de Inmigración y Control de Aduanas [ICE] que arrestaran a un mínimo de 75 inmigrantes por día a partir del 25 de enero. En nueve días hasta finales de enero, los policías de inmigración arrestaron a más de 7,400 personas en sus hogares, centros de trabajo y otros lugares.

‘Venimos a trabajar’

A menudo hay arrestos de inmigrantes que se encontraban en el lugar y en el momento equivocado. David Salinas, un trabajador indocumentado, originario de Ecuador, fue arrestado junto con dos compañeros de trabajo durante una visita de ICE a su centro de trabajo, Ocean Seafood Depot en Newark, Nueva Jersey, el 23 de enero. Cuatro días después, sus compañeros de trabajo, amigos y familiares lograron su excarcelación después de colectar una fianza de 10 mil dólares.

“No somos gente mala. Venimos a trabajar”, dijo Salinas al Washington Post. Robinson Sánchez, otro de los detenidos, también fue liberado, mientras que el tercer trabajador, que se quedó más tiempo del permitido por su visa, enfrenta un proceso de deportación.

El preocupante impacto de los arrestos se ve exacerbado por las exageraciones de Trump. Su “zar fronterizo”, Tom Homan, dijo que la administración lanzaría operaciones de “sorpresa y pavor”.

El impacto también se ve agravado por la respuesta hiperbólica de los liberales. La representante demócrata Alexandria Ocasio-Cortez afirmó el 2 de febrero que las políticas de Trump significarían que no habrán trabajadores agrícolas en el país.

Un factor de la amenaza de Washington de imponer aranceles severos a las importaciones de Canadá y México fue lograr que los gobiernos de esos países coloquen 10 mil tropas cada uno en la frontera con Estados Unidos para reducir las entradas no autorizadas a Estados Unidos y detener el contrabando de fentanilo y otras drogas.

Trump firmó un proyecto de ley el 29 de enero que autoriza la encarcelación obligatoria de trabajadores sin papeles que hayan sido arrestados o acusados de hurto, robo u otros delitos. La legislación, conocida como la Ley Laken Riley, es un golpe a la igualdad de protección ante la ley y refuerza el estatus de paria de los trabajadores indocumentados.

Amnistía para indocumentados

Las medidas antiobreras de la administración están provocando un debate muy necesario.

Craig Honts, el candidato del Partido Socialista de los Trabajadores para vicegobernador en Nueva Jersey, describió al Militante las discusiones en los casilleros de la fábrica donde trabaja.

“Un trabajador dijo: ‘Hay muchos empleos en restaurantes y en la construcción que pagan poco. Si deportan a los inmigrantes, estas empresas se verán obligadas a pagar más. Eso es bueno para nosotros’.

“Otro dijo: ‘¿Quiénes son estas personas que simplemente aparecen en Estados Unidos en espera de una vida fácil?’

“‘Son trabajadores’, respondió un tercer trabajador, ‘muchos han estado aquí durante 10 o 20 años. Son parte de nosotros. Pero ahora puedo ver a la gente de mi barrio viviendo con miedo’”.

“La fuerza de los trabajadores está en nuestros números y nuestra unidad”, dijo Honts a sus compañeros de trabajo. “Es por eso que estoy a favor de una amnistía para los trabajadores indocumentados, para promover la solidaridad de la clase trabajadora y fortalecer los sindicatos”.

Las horrendas condiciones de vida producidas por el funcionamiento del capitalismo obligan a millones de personas en América Latina y en todo el mundo a buscar una vida mejor en Estados Unidos.

Los patrones utilizan la inmigración para aumentar la competencia por empleos entre los trabajadores. Pero cuando los trabajadores inmigrantes recién llegados se incorporan a la fuerza laboral, son parte de la clase trabajadora de este país y de sus luchas. Los inmigrantes no sólo se han sumado a las huelgas, sino que las han liderado. Luchando codo a codo, los trabajadores nativos y los nacidos en el extranjero desarrollan confianza en sí mismos y entre todos.

Muchos trabajadores son demasiado jóvenes para acordarse de los millones de trabajadores que salieron a las calles el Primero de Mayo de 2006 y 2007 en ciudades y pueblos de todo Estados Unidos. Los trabajadores inmigrantes y sus partidarios protestaron contra un proyecto de ley federal que habría declarado un delito grave estar en Estados Unidos sin una visa. Estas acciones fueron un poderoso ejemplo, impulsaron la confianza y la unidad de la clase trabajadora y fortalecieron el movimiento sindical. El proyecto de ley fue derrotado.

Durante las redadas en los centros laborales de aquel entonces, los compañeros de trabajo, incluidos los nacidos en Estados Unidos, ayudaron a esconder a los inmigrantes o cuidaron a los hijos cuando sus padres eran detenidos. En 2008, los gobernantes norteamericanos concluyeron que el costo político de las redadas era demasiado alto y recurrieron a otros métodos para regular la mano de obra barata de los patrones.

Independientemente de lo que haga la actual administración Trump en los próximos días y semanas, los gobernantes capitalistas seguirán atacando a los trabajadores inmigrantes. La lucha por defenderlos y unificar a la clase trabajadora también continuará, lo que requiere una lucha liderada por los sindicatos por una amnistía.

Ya han habido dos amnistías de gran alcance en la historia reciente de Estados Unidos: una de más de 3 millones bajo el presidente Ronald Reagan en 1986, y una segunda de unos 1.5 millones por George Bush en 1990. Se puede lograr otra victoria.