Malcolm X a los 100: luchador por derechos de los negros, dirigente de la clase obrera

Por Brian Williams
7 de julio de 2025
Malcolm X en Militant Labor Forum, Nueva York, mayo de 1964. Habló en tres foros en los últimos meses de su vida, al estrechar su colaboración con Partido Socialista de los Trabajadores.
Militante/Harry RingMalcolm X en Militant Labor Forum, Nueva York, mayo de 1964. Habló en tres foros en los últimos meses de su vida, al estrechar su colaboración con Partido Socialista de los Trabajadores.

Mucho se ha escrito sobre Malcolm X en los últimos meses, al conmemorar el centenario de su nacimiento el 19 de mayo de 1925 y los 60 años de su asesinato. Muchos presentan una descripción falsa de Malcolm como un supremacista negro anti blanco, o, por otra parte, como alguien que estaba convergiendo políticamente con Martin Luther King y con su empeño por reformar el capitalismo.

La realidad es que Malcolm X fue un líder revolucionario de la clase trabajadora de Estados Unidos. Su legado político está marcado por su evolución política durante el último año de su vida, después de romper con la Nación del Islam en marzo de 1964. Parte de esto fueron sus viajes internacionales y las conclusiones a las que estaba llegando sobre la necesidad de construir un movimiento revolucionario de todos los que quieren luchar para acabar con la opresión y la explotación capitalistas en todo el mundo. Esto fue la base de su creciente atracción hacia el Partido Socialista de los Trabajadores.

Este curso fue sintetizado en una conversación que Jan Carew, un afroguyanés que acompañó a Malcolm X en sus viajes a África, Inglaterra y el Caribe, tuvo con Malcolm unas semanas antes de su asesinato. (Véa el recuadro adjunto).

En enero de 1965, Jack Barnes entrevistó a Malcolm para la revista Young Socialist. Barnes le preguntó: “¿Cómo define el nacionalismo negro, con el cual se le ha identificado?”

Malcolm relató que durante su viaje a África en la primavera de 1964 conoció a un líder de la revolución contra el dominio colonial francés en Argelia, el embajador de ese país en Ghana. El revolucionario argelino le preguntó a Malcolm: “¿Dónde lo situaba eso (el nacionalismo negro) a él?”, porque él era blanco. Esa experiencia, dijo Malcolm, “me demostró que yo estaba alienando a personas que eran verdaderos revolucionarios dedicados a derrocar, por cualquier medio necesario, el sistema de explotación que existe en este mundo”. Y entonces Malcolm añadió: “Y si se han percatado, no he venido usando esa expresión desde hace varios meses”.

Barnes le preguntó a Malcolm “qué opina de la lucha mundial que se libra hoy entre el capitalismo y el socialismo”. Malcolm respondió: “Es imposible que sobreviva el capitalismo… Su colapso definitivo, en mi opinión, es solo cuestión de tiempo”.

Las experiencias de Malcolm lo llevaron a ver al capitalismo como el enemigo central de los pueblos oprimidos en todo el mundo.

Malcolm respondió con entusiasmo a la propuesta de Barnes de que la Alianza de la Juventud Socialista organizara una gira nacional en las universidades. Malcolm se ofreció a proporcionarle a Barnes una lista de jóvenes revolucionarios, personas a las que llamaba “contactos”, que había conocido en África y Europa.

La ruptura de Malcolm con la Nación del Islam no fue solo una ruptura política, sino una ruptura de clase, del nacionalismo hacia una convergencia con el comunismo. “Aunque él mismo no lo habría calificado de esa manera en aquel entonces”, escribió Barnes, secretario nacional del Partido Socialista de los Trabajadores, en Malcolm X, la liberación de los negros y el camino al poder obrero, Malcolm “profundizó su orientación política hacia la clase trabajadora, hacia el movimiento revolucionario proletario a escala mundial. No temió ir adonde lo llevara la lógica política de la lucha intransigente contra la opresión y la explotación, independientemente de conceptos y creencias anteriores”.

Inspirado por Revolución Cubana

Malcolm también se inspiró en el ejemplo internacionalista de la Revolución Cubana liderada por Fidel Castro. Cuando Castro llegó a Nueva York en septiembre de 1960 para hablar por primera vez ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, numerosos hoteles del centro de Manhattan se negaron a alojar a la delegación cubana. Malcolm organizó su alojamiento en el Hotel Theresa en Harlem, donde recibió a Castro mientras miles de residentes de Harlem, deseosos de aprender más sobre la revolución en Cuba, se congregaron frente al hotel.

“La Revolución Cubana: esa sí es una revolución… Derrocaron el sistema”, dijo Malcolm ante un público abrumadoramente negro en Detroit en noviembre de 1963, en su última charla importante como líder de la Nación del Islam. En 1964 y 1965, a medida que Malcolm se convencía cada vez más de la necesidad de un rumbo que impulsara la “rebelión global de los oprimidos contra los opresores, de los explotados contra los explotadores”, su atracción política hacia la Revolución Cubana creció.

Malcolm habló en programas del Militant Labor Forum, auspiciados por el Partido Socialista de los Trabajadores y la Alianza de la Juventud Socialista, tres veces entre abril de 1964 y enero de 1965. Extractos importantes de estas charlas están publicados en Habla Malcolm X, de la editorial Pathfinder. En el segundo foro, James Shabazz, uno de los colaboradores más cercanos de Malcolm, iba a ser el orador. Pero al enterarse de la reunión, Malcolm, quien acababa de regresar de África, solicitó ser el ponente. “No pude resistir la oportunidad de venir”, dijo.

“Es la tercera vez que tengo la oportunidad de ser invitado al Militant Labor Forum”, dijo Malcolm en otro foro en enero. “Siempre considero que es un honor y cada vez que me abran la puerta, aquí estaré”. Y añadió: “El periódico The Militant es uno de los mejores en la ciudad de Nueva York. De hecho, es uno de los mejores que existen dondequiera que uno vaya hoy día”.

Malcolm esperaba poder luchar conjuntamente con el PST por una revolución profunda en Estados Unidos cuando fue asesinado el 21 de febrero de 1965.