En su intento de aplastar al pueblo ucraniano el régimen de Vladímir Putin está enviando oleadas de reclutas rusos a su muerte en el ataque a la ciudad de Bajmut, y desató un bombardeo de zonas residenciales e infraestructura crítica en diez regiones del país el 9 de marzo. Fue el ataque aéreo más grande en varias semanas.
La mitad de sus 81 misiles y drones fueron derribados por fuego ucraniano, pero los misiles “hipersónicos” y otros de alta velocidad evadieron las defensas aéreas. Tres estaciones termo-eléctricas fueron alcanzadas y la central nuclear de Zaporiyia perdió temporalmente su suministro eléctrico, el cual es crucial para enfriar las barras de combustible nuclear gastadas.
La campaña de Putin para causar el mayor número de muertos e infligir la máxima destrucción posible, se asimila al ataque y matanza de poblaciones civiles grandes en Dresden y Hamburgo en Alemania, y en Tokio, por los gobernantes norteamericanos y sus aliados imperialistas durante la Segunda Guerra Mundial. Su único objetivo era desmoralizar al pueblo trabajador.
Al comienzo de la guerra Putin alegó que Ucrania no tenía el derecho a existir porque su pueblo había sido parte de Rusia “desde tiempos inmemoriales”. Culpó al líder bolchevique V.I. Lenin por la existencia de Ucrania. De hecho, el gobierno de obreros y campesinos que llegó al poder con la Revolución Rusa en 1917 luchó por poner fin a siglos de opresión, otorgando incondicionalmente a todas las naciones del anterior imperio zarista el derecho a la autodeterminación.
Hoy Putin pretende reconstruir el imperio ruso de los zares. Tiene la esperanza de desgastar a las fuerzas de Kyiv usando como carne de cañón a un mayor número de reclutas rusos.
Dnipro, en el este, ha sido víctima de numerosos ataques con misiles en meses recientes. A pesar de esto, “nuestro estado psicológico ha mejorado considerablemente”, explicó a la BBC la residente Inna Shtanko. “La ciudad se ha transformado. Por fin las luces vuelven a las calles y ya no da miedo caminar por ellas”.
Meses de bombardeos y combates urbanos de casa en casa han devastado la ciudad de Bajmut. Las tropas ucranianas se retiraron el 7 de marzo a posiciones al oeste del río Bajmuta que atraviesa la ciudad. Decenas de miles de conscriptos rusos —trabajadores y agricultores en uniforme— han muerto en los campos de batalla allí. Muchos son reclusos presionados a ofrecerse como “voluntarios” al mercenario grupo Wagner.
Las fuerzas de defensa de Kyiv también han sufrido muchas bajas, aunque son una fracción de las que sufren los invasores. Muchos de los heridos se recuperan y vuelven al combate. Las fuerzas de Moscú, por el contrario, abandonan a muchos de sus muertos y heridos en el campo de batalla, lo que contribuye a la desmoralización de las tropas.
En Donesk, algunos reservistas rusos han sido encerrados en sótanos por negarse a obedecer órdenes.
Un video de soldados del regimiento 1004 en el frente de Donesk, circuló en las redes sociales cuando un comandante fue enviado desde Kaliningrado, su base de origen, a contener las protestas entre la tropa. “¿Por qué tengo que luchar aquí?, ¿Para qué?, ¿Para quién?”, se escucha a un soldado gritar al comandante en el video. “Nos están enviando a una muerte segura”.
“¡Encarcélenos!”, dice el soldado. “Me da lo mismo. Al menos así sobreviviré”.