La reducción de la esperanza de vida en Estados Unidos (ahora en su punto más bajo en más de 25 años) es producto de la creciente crisis social y moral del capitalismo. Los trabajadores no pueden pagar por un tratamiento médico adecuado ante el aumento vertiginoso de los precios en un sistema de “salud” que, como todo en el capitalismo, se maneja como un negocio para maximizar las ganancias de los dueños de los hospitales, las compañías farmacéuticas y de seguros, en vez de prevenir enfermedades y brindar atención médica a quienes la necesitan.
Ha habido un marcado aumento en las muertes por drogas y suicidios. Las sobredosis de opioides cobraron la vida de más de 109,600 personas en 2022. Al mismo tiempo, enfermedades crónicas como el cáncer, afecciones cardíacas, dolencias del hígado y renales y la diabetes (enfermedades que pueden ser tratadas exitosamente con nuevos medicamentos y tratamientos si se diagnostican a tiempo) matan cada año a más trabajadores entre 35 y 64 años de edad.
Esta realidad para el pueblo trabajador, la cual es diferente para diferentes clases sociales, se ha venido empeorando durante décadas. Cuando los patrones cerraron minas, fábricas y acerías en los estados del centro del país, los Apalaches y otros lugares, los trabajadores no solo perdieron sus empleos sino también la cobertura médica para ellos y sus familias.
La esperanza de vida en Estados Unidos cayó a 76 años. Para los negros es 71; para los nativos americanos, 65. En Ohio, el 20% de los trabajadores morirán antes de cumplir 65 años.
Aunque la esperanza de vida en otros países imperialistas se recuperó después de la epidemia de COVID-19 a un promedio de 82.4 años en 2021, en Estados Unidos sigue cayendo.
Y la esperanza de vida en Estados Unidos contrasta marcadamente con la de Cuba (79.2 en 2023), que tiene muchos menos recursos y enfrenta una brutal guerra económica por parte de Washington. La diferencia es que Fidel Castro y el Movimiento 26 de Julio dirigieron a los trabajadores y campesinos para derrocar la dictadura de Fulgencio Batista respaldada por Washington y tomar el poder en sus propias manos.
En 1900 la esperanza de vida al nacer en Estados Unidos era de 47 años. Con los avances en la medicina y la tecnología para tratar enfermedades infecciosas, la esperanza de vida siguió aumentando en el siglo 20, acercándose a los 80 años. Pero ahora esto se está desmoronando.
Áreas rurales las más afectadas
El pueblo trabajador en pueblos pequeños y áreas rurales donde viven unos 60 millones de personas son los más afectados. Desde 2005, casi 200 hospitales rurales en Estados Unidos han sido cerrados. ¿La razón? Porque los patrones no obtienen suficientes ganancias de ellos.
Más de 600 hospitales rurales de Estados Unidos (más del 30 por ciento de los hospitales rurales del país) están amenazando con cerrar y la mitad de ellos tiene planes de hacerlo de inmediato. Los que sobreviven están eliminando las salas de maternidad y otros servicios que generan menos ingresos.
Esto significa que los trabajadores que viven en estas áreas tienen que viajar distancias más largas para llegar a un hospital o una clínica, lo que puede hacer la diferencia entre la vida o la muerte.
“Hace cuarenta años los pueblos pequeños y las regiones rurales eran más saludables para los adultos en la flor de la vida. Ahora ocurre lo contrario”, escribió el Washington Post. “Antes de la pandemia, los adultos entre 35 y 64 años en las zonas más rurales eran 45% más propensos a morir que las personas en los centros urbanos más grandes”.
Cientos de niños mueren o quedan gravemente lesionados cada año porque las salas de emergencia de los hospitales no están preparadas para atenderlos. “Solo aproximadamente el 14% de los departamentos de emergencia de todo el país han sido certificados de estar preparados para atender a niños”, informó el Wall Street Journal el 1 de octubre.
Actualmente uno de cada 25 niños de cinco años en Estados Unidos no llegará a cumplir 40 años.