En medio de una creciente crisis política y social miles de personas participaron en manifestaciones en Venezuela el 9 de marzo en respuesta a las convocatorias contrapuestas del presidente Nicolás Maduro y del líder opositor preparado por Washington Juan Guaidó.
Guaidó, quien encabeza la Asamblea Nacional controlada por fuerzas burguesas de oposición, se proclamó presidente del país el 23 de enero, alegando que la reelección de Maduro el año pasado fue fraudulenta.
El 23 de febrero, con el apoyo de los gobiernos de Colombia y Brasil, Washington y Guaidó intentaron meter a Venezuela cuatro camiones con “ayuda humanitaria” pretendiendo dividir las fuerzas armadas del país y provocar la expulsión forzosa de Maduro.
Las marchas tuvieron lugar durante un apagón eléctrico que sumió a la población del país en la oscuridad durante días y paralizó el metro, hospitales, escuelas, oficinas gubernamentales y negocios, dejando a muchos con dificultades para obtener agua y alimentos.
Hay una profunda crisis económica y social en Venezuela hoy día, producto del funcionamiento del capitalismo y del fallido curso político de los gobiernos de Hugo Chávez y Maduro.
Washington ha empeorado la situación que enfrentan los trabajadores y campesinos, al imponer sanciones económicas que bloquean el acceso del gobierno venezolano a miles de millones de dólares en valores e ingresos. Las políticas del gobierno de Maduro y de su predecesor, Chávez, al pretender “manejar” el capitalismo, han socavado la autoconfianza, la conciencia política y el espíritu de lucha del pueblo trabajador venezolano, el cual tiene una larga historia de lucha.
El ministro de comunicaciones Jorge Rodríguez, Maduro y otros funcionarios dijeron que la causa del apagón fue un “ataque cibernético” contra el sistema de monitoreo electrónico en la planta hidroeléctrica Guri. La central eléctrica suministra el 80 por ciento de la electricidad del país.
Los cortes de electricidad forman parte de la crisis en Venezuela. En 2013, una interrupción afectó a Caracas y 17 de los 23 estados del país durante seis horas, y en 2018 otro apagón dejó a ocho estados sin electricidad durante 10 horas. Pero el reciente fue sin precedentes.
La falla de energía ha intensificado la presión sobre Maduro por parte de los trabajadores, quienes son los más afectados por la creciente crisis del país.
Raíces de la crisis
Los intentos de los gobiernos de Chávez y Maduro de “administrar” las relaciones capitalistas estaban condenados a fallar desde el principio. El resultado inevitable fue la colaboración con sectores de la burguesía nacional e internacional que se beneficiaban del flujo de los ingresos del petróleo hasta que los precios colapsaron, lo que llevó a la crisis actual.
Los trabajadores y agricultores venezolanos han demostrado una gran capacidad de lucha. Lo demostraron en las batallas obreras en los años 80 y 90 que precedieron la elección de Chávez en 1998, y en las movilizaciones que derrotaron un golpe militar derechista contra Chávez y en las acciones de los trabajadores petroleros para reiniciar la producción cuando los patrones paralizaron la industria en 2002.
También han habido numerosas luchas por tierra, derechos de pesca, por mayor control de la producción y la seguridad, y otras luchas sociales. El Militante ha dado cobertura y apoyo a todas ellas a lo largo de los años.
Pero en lugar de liderar un curso que aumentara la conciencia y la acción de la clase trabajadora contra la explotación capitalista y la corrupción gubernamental, Chávez y Maduro han actuado como “líderes fuertes” por encima de la contienda que pretenden “servir al pueblo”, brindándoles programas de asistencia social. Esto ha bloqueado las movilizaciones de los trabajadores y los ha mantenido al margen. La “mala gestión” y la “corrupción” de la que acusan a Maduro es producto del mantenimiento de las relaciones capitalistas.
Esto quedó reflejado en los comentarios hechos por Julio Escalona, miembro de la Asamblea Nacional Constituyente de Venezuela, en diciembre pasado. Cuestionó la política del Ministerio de la Alimentación que transfiere cantidades masivas de capital a grandes monopolios capitalistas, y deja a los pequeños agricultores y las cooperativas incapaces de comprar suministros.
“[Funcionarios del gobierno] nos dicen que las cooperativas y las granjas medianas y pequeñas no tienen la capacidad productiva de las grandes empresas, que supuestamente pueden entregar resultados inmediatos” al aumentar la disponibilidad de alimentos, dijo Escalona. “¿Pero dónde están los resultados?”
“Con todos los dólares que han recibido y siguen recibiendo, deberíamos estar muy bien abastecidos”, dijo. Pero todo el mundo sabe que eso no es cierto. Estaba sacando a la luz el acaparamiento y la especulación de estas empresas capitalistas.
Washington intensifica la presión
Washington ha aprovechado la crisis para aumentar la presión económica con el fin de reemplazar al gobierno de Maduro con uno más a su gusto. Están apostando a que el pueblo trabajador se canse del rumbo sin salida mantenido por las fuerzas políticas y militares que constituyen el chavismo. Al menos por ahora, no ven la necesidad de arriesgar los costos de una intervención militar.
Al mismo tiempo, un gran número de trabajadores desconfían profundamente de la oposición, la cual ha organizado protestas violentas, apoyan las sanciones de Washington y han pedido la invasión de tropas norteamericanas. Los líderes de la oposición no han podido convencer a los trabajadores y agricultores que sus intereses están al centro de la campaña para derrocar a Maduro. ¡Y no lo están!
Un sentimiento común entre muchos en Venezuela —incluso entre ex partidarios de Chávez y Maduro— se refleja en la opinión expresada a menudo: “No votaría por la oposición, y mucho menos por Maduro”, si hubiera una elección.
A pesar de que llamaron a su curso “el socialismo del siglo XXI”, Chávez y Maduro decidieron conscientemente no organizar a los trabajadores y agricultores en Venezuela para seguir el ejemplo de Fidel Castro y la Revolución Cubana: tomar el poder, derrocar al capitalismo y transformar a la sociedad sobre una base socialista.
El pueblo trabajador en Estados Unidos puede extender solidaridad exigiendo que Washington mantenga sus manos sangrientas fuera de Venezuela, para que el pueblo trabajador tenga el tiempo y espacio para forjar un camino.