Por todo el país y alrededor del mundo, un número creciente de trabajadores se están organizando en sus puestos de trabajo para combatir la despiadada insistencia de los patrones de que trabajen sin equipo de protección en entornos peligrosos y otros ataques contra los trabajos, salarios y condiciones laborales.
Diariamente están ocurriendo miles de escaramuzas en las fábricas, minas, tiendas y otros centros laborales que permanecen abiertos en medio de los confinamientos forzados y toques de queda impuestos por los gobernantes. Miembros del Partido Socialista de los Trabajadores han tomado parte en varias de estas luchas.
Y otros millones de trabajadores han sido despedidos ante la decisión de los patrones de priorizar la protección de sus fábricas, tiendas y ganancias por encima de todo.
El 26 de marzo, un subgerente de una tienda de Walmart en Nueva Jersey, le dijo a Tetri Boodhoo que tenía que quitarse la mascarilla, porque iba en contra de la política de la empresa. La subgerente le dijo que ella o cualquier otro trabajador que no le gustara esta política podía tomarse una licencia sin ninguna represalia y sin pago.Dos días después, Boodhoo y su compañera de trabajo Joanne Kuniansky fueron a hablar con el gerente con una carta firmada por varios compañeros de trabajo que decía que la empresa tenía la responsabilidad de proveer no solo mascarillas, sino también guantes y desinfectantes. Después de rechazar sus demandas, el patrón consultó con sus superiores y dio marcha atrás. Muchos trabajadores —y clientes— lo consideraron una victoria. “Ya ves, cuando protestamos juntos podemos ganar”, dijo Boodhoo al Militante.
Los patrones de Walmart a nivel nacional ahora han cambiado totalmente su posición. El 31 de marzo dijeron a la prensa que tienen la intención de hacer disponible “máscaras de alta calidad” para cualquier empleado que desee usarlas.
Ha habido acciones similares en centros laborales por todo el país. Cientos de trabajadores sanitarios en Pittsburgh, en su mayoría africano americanos, pararon sus labores el 25 de marzo para exigir guantes y máscaras protectoras. Muchos de ellos protestaron por dos horas después de estacionar sus camiones recolectores de basura frente a la oficina municipal de servicios ambientales. Presentamos nuestro punto de vista de “cuán importante es nuestro trabajo”, dijo Derrick McClinton al Militante. “Nadie respeta a los recolectores de basura hasta que dejamos de recogerla”.
Enfermeras por todo el país han estado protestando para exigir que les proporcionen máscaras y otros equipos para salvar vidas.
Las enfermeras del Centro Médico Kaiser en Antioch, California, no pudieron obtener suficientes máscaras N-95 de la gerencia, así que empezaron a traer máscaras que ellas colectaron. Pero los patrones se las quitaron, diciendo que no eran “oficiales”. Después de la protesta pública, el hospital revocó su decisión.
“Absolutamente, fue la protesta la que revocó la política”, dijo al Militante la trabajadora de laboratorio Glenda Carreira. Tras su victoria, los trabajadores de una planta energética aledaña recolectaron mascaras que las enfermeras pudieron usar.
De hecho, la clase trabajadora ha demostrado ser la única clase verdaderamente “esencial”, ya que produce todo lo necesario.
En Oakland, los trabajadores portuarios afiliados al sindicato internacional de estibadores ILWU insistieron en que los patrones limpien el equipo antes de que tengan que usarlo, y amenazaron con una huelga. SSA Marine, que administra una de las terminales en el puerto, trató de obligar a los trabajadores a que ellos mismos hicieran la limpieza. El sindicato protestó y ganó.
“No es bueno lo que querían que hiciéramos”, dijo al Militante Warren Robinson, miembro del ILWU, en su almuerzo. “Tener que limpiar todo a la vez que hacemos nuestro trabajo habitual”.
Otros trabajadores están luchando contra retos similares. Los patrones “me dijeron que yo limpiara todo mi camión”, dijo el camionero de puerto Reza Khan. “¿Con toallitas?”
Muchas de estas peleas están vinculadas al trato de los trabajadores por los patrones, quienes durante décadas han rechazado las demandas de aumentos salariales, han acelerado la producción, creado condiciones inseguras en el trabajo y disminuido el acceso al cuidado médico, todo para aumentar sus ganancias a expensas de los trabajadores. La crisis económica que enfrentan los patrones capitalistas hoy, acelerada por el brote de coronavirus, simplemente los impulsa a atacar a los trabajadores con más fuerza. Esto aumenta la presión que puede resultar en batallas mayores.
Algunos patrones se enriquecen
Para Walmart, Amazon y otros gigantes minoristas, designados como “negocios esenciales” el negocio está en auge, mientras muchos de sus competidores están siendo excluidos. A medida que los trabajadores se apresuran a comprar artículos esenciales, alimentos y otros productos, estos capitalistas ven la posibilidad de grandes ganancias. Walmart dice que va a emplear 150 mil trabajadores nuevos, todos temporales que podrán ser despedidos cuando las cosas se “normalicen”. Amazon dice que necesita 100 mil trabajadores más para sus almacenes, también temporales.
Mientras tanto, sus competidores sin la misma suerte, como Macy’s, Kohl’s y otros, enfrentan un posible desastre. Macy’s cesanteó a 125 mil trabajadores de tiendas que ya habían cerrado el 30 de marzo. En total, unas 630 mil tiendas minoristas —grandes y especialmente las pequeñas— han sido cerradas por todo el país como resultado de los decretos del gobierno.
Y los cierres de estos comercios minoristas tienen un efecto en cadena, dejando inactivos a obreros de la confección y otras industrias. El número de trabajadores despedidos la semana que culminó el 21 de marzo se calcula en unos 3.4 millones, una cifra sin precedentes durante una semana. Y eso sin contar a muchos más, incluyendo a los trabajadores inmigrantes sin papeles, los temporarios y otros.
“Estos cuatro o cinco años han sido un período tumultuoso en la agricultura. Ha llevado a muchos pequeños agricultores al borde de la bancarrota”, dijo Bob Thompson, agricultor y presidente de la Unión de Agricultores de Michigan al National Review. Este año, dijo, “será la gota que derramó el vaso”.
La producción de frutas y verduras en Estados Unidos depende en gran medida de trabajadores inmigrantes, la mayoría de México, muchos de ellos con una visa H-2A restrictiva y de corto plazo. Pero todos los consulados estadounidenses están cerrados en México y la frontera está cerrada.
Muchos agricultores dependen de los contratos con los programas de almuerzos escolares, y todas las escuelas están cerradas. Los restaurantes están cerrados. El cierre de escuelas también significa una crisis para los productores de leche. Los productores de leche en Wisconsin y centro norte del país han comenzado a recibir cartas de las cooperativas de productos lácteos advirtiéndoles que quizás tendrán que tirar toda su leche.
Thompson explicó que había estado ayudando a organizar un programa para los agricultores locales —algunos de los cuales él sabe que sufren de depresión, drogas o las incertidumbres del futuro— que los juntaba mensualmente para tener un almuerzo relajado. Dadas las restricciones gubernamentales contra las reuniones, dijo: “Ahora no podemos brindar ese contacto humano físico que algunos necesitan desesperadamente”.
Reservas, no rentables para el capital
El funcionamiento del sistema capitalista y su gobierno los lleva a que no haya preparaciones para las depresiones u otras crisis sociales, como la que se está desarrollando actualmente. El gobierno del estado de California había creado reservas médicas a raíz de la amenaza de la gripe aviar en 2006, incluyendo tres hospitales móviles del tamaño de un campo de fútbol con 200 camas. Se podían transportar en camiones y contaban con una sala de cirugía, una unidad de cuidados intensivos y equipo de rayos X. Las provisiones incluían 50 millones de mascaras N95, 2 400 ventiladores portátiles, otros medicamentos y equipo, así como 21 mil camas adicionales.
Sin embargo, a medida que pasaba el tiempo y la crisis financiera mundial explotó unos años después, estas reservas fueron desmanteladas. Otros estados con reservas hicieron lo mismo. A ningún capitalista le gusta mantener reservas —porque su capital no está siendo usado para obtener más ganancias. Es por eso que todo gran capitalista cree profundamente en un sistema globalista de entregas “a tiempo”, un desastre para la situación actual.
El coronavirus se está propagando rápidamente en las cárceles y prisiones del país. El recluso Sean Hernández dijo a Reuters que en la infame cárcel de Rikers Island en Nueva York no tienen acceso a guantes o máscaras y no hay agua caliente para lavarse las manos, lo que es fundamental para evitar el coronavirus. Señalando la negligencia de las autoridades carcelarias, Hernández dijo: “Somos como el ganado”.
Al igual que en las fábricas y tiendas minoristas donde se están propagando las protestas, las condiciones para protestar de todos los que son explotados y oprimidos por el capital están creciendo.