Trabajadores en los centros de producción de ropa en el continente asiático están siendo fuertemente golpeados por la decisión de los patrones capitalistas de Europa y Norteamérica de paralizar sectores de sus economías.
A medida que los grandes minoristas de los países imperialistas cancelan o posponen sus pedidos, miles de fábricas se ven amenazadas con el cierre y decenas de millones de trabajadores con perder su sustento.
“Es difícil saber cuántas fábricas aún están operando y cuántas han cerrado”, dijo al Militante Nazma Akter, la presidenta del sindicato de trabajadores de la costura Sommilito Garments Sramik Federation, por teléfono desde Dhaka, Bangladesh, el 7 de abril. “Siguen trabajando hasta completar las ordenes, pero muchos trabajadores han sido enviados a casa”.
La Asociación de Fabricantes y Exportadores de Ropa de Bangladesh estima que los pedidos cancelados hasta hoy ponen en peligro el empleo de 2 millones de trabajadores.
Citando preocupación por la propagación del coronavirus, el gobierno implantó un confinamiento del 26 de marzo hasta el 4 de abril y desplegó al ejército y la policía para ejecutarlo. Están prohibidos los grandes encuentros, pero se permite que las grandes empresas de costura sigan operando.
“Esto fue un desastre. Cerraron todo el transporte público”, dijo Akter. “Los trabajadores de las fábricas tienen que pasar una eternidad para ir y regresar del trabajo a pie”. Los trabajadores de las fábricas que fueron cerradas han regresado a sus pueblos.
El 3 de abril mil trabajadores comenzaron una marcha de 70 millas que tomará de 18 a 28 horas, para llegar a su trabajo a tiempo. “El temor de perder mi empleo es mayor que el temor al coronavirus”, dijo Frzana Akter a bdnews24, una de las trabajadoras rumbo a su trabajo en Dhaka, la capital.
Trabajadores protestan por salarios
Cientos de trabajadores llegaron a la entrada de la fábrica Crown Wear en Bhaluka, al norte de Dhaka, a las 7 de la mañana del 6 de abril para comenzar sus trabajos. Los sorprendió un anuncio que decía que la fábrica permanecería cerrada hasta el 14 de abril. Decía que recibirían más tarde información sobre los salarios que les debían. Resulta que el gobierno había extendido el confinamiento hasta por lo menos el 11 de abril.
Enfurecidos, los trabajadores cerraron la carretera frente a la entrada para exigir el pago de sus salarios de marzo. Fueron reprimidos inmediatamente con bastones, balas de hule y gas lacrimógeno. En la conmoción dos trabajadores que intentaron correr, murieron tras ser atropellados por un camión.
“Hay muchas protestas. La principal preocupación de los trabajadores es no recibir su pago”, dijo Nazma Akter. “Su salario ya es bajo, no tienen ahorros, y perder su ingreso pone a miles de familias en condiciones precarias”.
El sindicato de Sommilito logró un acuerdo con los patrones de que unos 8 200 trabajadores de Natural Denims recibirán su salario completo durante el cierre de la fábrica.
“Pero la mayoría de los trabajadores no tienen representación sindical”, dijo Atker. “Entonces no tienen ninguna garantía. Y las garantías que tenemos no sirven de nada si la empresa se declara en bancarrota”.
Decenas de miles de trabajadores de la costura en Bangladesh han participado en huelgas y protestas durante la última década. Se han deshecho de algunas de las peores condiciones, incluyendo el lograr que se prohíba la explotación infantil. Han logrado aumentos salariales, límites de la jornada laboral y semanal, inspecciones sindicales de las condiciones de protección contra incendios y seguridad, y disminución de algunas trabas legales al derecho a la sindicalización.
En su afán de ganancias usando mano de obra barata, empresas como Walmart, Zara, Gap, Levi’s y H&M han contratado su producción a empresas en países asiáticos. En 1977 había ocho fábricas de costura en Bangladesh. Hoy hay unas 5 mil empresas con 4 millones de trabajadores y producen el 80 por ciento de las exportaciones de Bangladesh.
La gran mayoría de los trabajadores de la costura son mujeres jóvenes, que se han mudado a las ciudades de regiones rurales. La incorporación de las mujeres a la fuerza laboral y su participación en la dirección de estas luchas han cambiado la actitud hacia las mujeres en la sociedad en general.
Esta revolución industrial se ha caracterizado por los bajos salarios y condiciones de empleo brutales, a veces hasta mortales, con frecuentes incendios y derrumbes de las fábricas. Al mismo tiempo las fuerzas nuevas que entran a la producción fortalecen a la clase trabajadora en Bangladesh y por todo el mundo y producen nuevos sepultureros del capitalismo.