Más de dos semanas después de que policías de Minneapolis mataran brutalmente a George Floyd, las protestas continúan a una escala sin precedentes. Desde las grandes ciudades hasta los pueblos rurales en Estados Unidos y alrededor del mundo, cientos de miles de personas, si no millones, se han unido a las protestas —la mayoría por primera vez en su vida— y han traído atención a innumerables otros casos de brutalidad policial.
Las protestas obligaron a los fiscales a presentar cargos contra los cuatro policías involucrados en la muerte de Floyd y a elevar los cargos contra Derek Chauvin, el policía que presionó su rodilla sobre el cuello de Floyd, a asesinato en segundo grado.
Las acciones han impulsado la lucha para que se enjuicie a los policías que mataron a Breonna Taylor, una técnica de sala de emergencias, durante una redada en su apartamento en Louisville, Kentucky, el 13 de marzo. Los policías involucrados aún permanecen activos realizando ‘tareas de oficina’, mientras se realiza una “investigación”.
Cientos de personas se congregaron en la corte de Brunswick, en Georgia el 4 de junio, después de una audiencia para los tres matones blancos acusados de la muerte en febrero de Ahmaud Arbery, un joven negro muerto mientras estaba corriendo.
Una prueba clara de la profundidad de la indignación hacia la brutalidad policial, son los cientos de manifestaciones realizadas en pueblos pequeños y áreas rurales. Esto muestra el impacto de la lucha por los derechos de los negros en los años 50 y 60 que derrocó la segregación Jim Crow en el sur y avanzó la lucha contra el racismo en todo el país y el mundo. Esa lucha, dirigida por trabajadores negros, transformó las relaciones sociales en el país, haciendo más posible que trabajadores de todas las nacionalidades puedan trabajar, vivir y luchar juntos.
Los manifestantes son jóvenes y viejos, negros, latinos, caucásicos y asiáticos, una prueba de que hay menos racismo que nunca entre el pueblo trabajador. La verdadera fuente de la discriminación racista y la brutalidad policial es el capitalismo, que fomenta las divisiones entre los trabajadores, y desvía la atención del verdadero enemigo.
El 8 de junio, una multitud asistió a un velorio para Floyd en Houston. “Le debo mis condolencias a George Floyd”, dijo Martin Dailey a Alyson Kennedy, candidata del Partido Socialista de los Trabajadores para presidente, en el evento. “Estoy luchando contra un despido de mi trabajo como operador en una planta química en Freeport, Texas, debido a la discriminación”.
Las protestas masivas tienen lugar a la vez que trabajadores enfrentan ataques contra nuestros trabajos, salarios y condiciones laborales.
Kentucky rural, un “aliado”
Más de 100 personas, en su mayoría trabajadores jóvenes, se unieron a una protesta en Harlan, Kentucky, el 2 de junio. Fue organizada por Bree Carr, estudiante de secundaria y trabajadora de Arby’s. El condado de Harlan, que es 96 por ciento caucásico, tiene una larga historia de huelgas y protestas de mineros del carbón.
Carr hizo un volante y reclutó a otros que conoció en Walmart para ayudar a organizar la protesta.
“En la profundidad de los Apalaches rurales, especialmente en el sureste de Kentucky, la gente nos mira como que ignoramos los problemas que están ocurriendo y que no tenemos educación”, dijo Carr a la prensa. “Quería mostrarle a las personas de color que están luchando en todo el país que hay personas en esta área rural que son sus aliados”.
Dos jóvenes negras, Ande Green y Essence Blue, hicieron un volante anunciando una protesta en Alliance, Ohio, con una población de 21 616 personas, el 80 por ciento caucásicas. “No sabíamos qué esperar”, dijo Green a Prensa Asociada. “Pero aparecieron más de 300 personas”.
Green identificó con claridad la realidad de la clase trabajadora en Estados Unidos. “Estas pequeñas ciudades son importantes porque son muchas ciudades pequeñas”, dijo. “Unir a todos estos pequeños pueblos, es lo que necesitamos para hacer un cambio”.
Lo que le sucedió a George Floyd no se puede aceptar como el “status quo”, dijo Emma Boateng en una protesta de 800 personas en Old Bridge, Nueva Jersey, una ciudad de 24 mil habitantes en su mayoría caucásicos. Ella fue parte de un contingente de estudiantes negros de secundaria en la marcha. “Estamos aquí para fortalecer nuestra comunidad, no para quemarla”, dijo.
“Mi abuela creció en el sur y tuvo que sentarse en la parte trasera del autobús”, le dijo en la marcha la estudiante de secundaria Zora Dancy a Candace Wagner, candidata del PST para el congreso por el distrito 8. “Ella se unió a la lucha para cambiar eso. Y ahora aquí sigo luchando”.
Durante la semana después de la muerte de Floyd, muchas de las protestas en Estados Unidos —especialmente en ciudades grandes— estuvieron viciadas por saqueos y, en algunos casos, por ataques violentos contra estaciones de policía. Algunas de estas actividades fueron llevadas a cabo por provocadores en las marchas. La mayoría fueron organizados por pandillas o jóvenes frustrados, que atacaron joyerías, tiendas de equipos electrónicos, calzado, así como a supermercados y otras grandes y pequeños negocios, muchas de los cuales ya estaban sufriendo por los cierres impuestos por el gobierno por el coronavirus.
Muchos de los ataques contra policías y estaciones de policía fueron hechos por los grupos antifa y otros radicales de clase media. Todo esto debilitó las protestas, poniendo barreras para involucrar a más trabajadores que respaldaban los objetivos de las protestas.
Las autoridades gubernamentales aprovecharon los actos de violencia para atacar los derechos democráticos y políticos.
Si bien la mayoría de los trabajadores se oponen a los saqueos, el New York Times tomó la iniciativa de justificarlos. “Destruir propiedad, que puede ser reemplazada, no es violencia”, afirmó Nikole Hannah-Jones, reportera del Times ganadora del Premio Pulitzer, en CBSN el 2 de junio.
Para Hannah-Jones, los dueños de pequeñas tiendas destruidas, los trabajadores que quedaron sin trabajo por su destrucción y las personas que dependen de ellas como única fuente para adquirir sus necesidades básicas— son de poca importancia. Ella solo ve “la propiedad”.
Sindicato se une a las protestas
El 7 de junio, 75 miembros del sindicato de trabajadores postales y conductores de autobuses marcharon a los vecindarios de Minneapolis cerca de donde murió Floyd con una pancarta que decía “Los trabajadores postales exigen justicia para George Floyd”. La marcha empezó en la oficina de correos cercana que fue destruida por un incendio durante un saqueo.
Muchos sindicatos y organizaciones nacionales de agricultores se han pronunciado contra la muerte de Floyd. Una participación sindical organizada fortalecería significativamente la lucha contra la brutalidad policial. Pero incluso en su ausencia, muchos manifestantes rechazaron con éxito a los saqueadores y a los provocadores.
Las protestas tienen un profundo impacto. Todd Winn, un infante de marina estadounidense, se unió a una protesta el 5 de junio en Salt Lake City en su uniforme.
En contraste a la policía, los trabajadores y agricultores en las fuerzas armadas, pueden ser ganados a apoyar las luchas de la clase trabajadora, y lo están haciendo.
Las protestas contra la brutalidad policial y el racismo se han extendido a más de 40 países, a menudo centradas en casos de brutalidad perpetrados por la policía en esos países.
Estas acciones muestran el potencial para que millones de trabajadores se unan y organicen contra la brutalidad policial, los actos de discriminación racista y todas las iniquidades arraigadas en la explotación y opresión capitalista.