Cientos de miles de personas en Louisiana y Texas permanecen sin electricidad ni agua, después que los estragos causados por el huracán Laura se convirtieron en un desastre social, y el pueblo trabajador ha sido abandonado a su suerte.
Los residentes que regresen a Lake Charles, Louisiana, deben contar con que no tendrán agua ni electricidad “probablemente durante semanas”, dijo el alcalde Nic Hunter.
Unos 460 mil residentes seguían sin electricidad en Louisiana el 27 de agosto, y 220 mil personas no tenían suministro de agua.
Diecinueve personas murieron durante la tormenta. Muchas de ellas por inhalación de monóxido de carbono, emitido por los generadores utilizados por los residentes ante la falta de energía eléctrica. Al menos 8 mil viviendas quedaron destruidas.
Las autoridades estatales ordenaron a medio millón de personas en Louisiana y Texas que “evacuaran”, sin proporcionar transporte ni lugar adónde ir. Los que no tenían medios para huir del condado de Vermilion en Louisiana, recibieron las siguientes instrucciones de la oficina del alguacil: “Por favor, evacue y si decide quedarse y no podemos comunicarnos con usted, escriba su nombre, dirección, número de seguro social y su pariente más próximo y métalo en una bolsa con cierre hermético en su bolsillo”.
En medio del calor sofocante, los residentes de clase trabajadora de Lake Charles hacen fila en un aparcamiento de Walmart para recibir alimentos y suministros de organizaciones de ayuda. Algunos viven en sus autos.
El gobernador de Louisiana, John Edwards, dijo que los evacuados serían enviados a hoteles en lugar de refugios para minimizar la propagación del coronavirus. Sin embargo, Trichee Abraham, una cajera despedida, dijo a la estación radial NPR que había gastado todos sus ahorros en un hotel pero que aún no había recibido ninguna ayuda ni del gobierno estatal ni del federal.
Algunos trabajadores del área están tomando tiempo de sus trabajos para ofrecerse como voluntarios para ayudar a hacer frente a la crisis creada por la negativa de los gobernantes capitalistas a organizar la ayuda necesaria. Entre estos están los grupos de ayuda y rescate como la Cajun Navy, Texas Task Force 1 y Team Rubicon.
En los “desastres naturales”, el sistema de lucro capitalista y su gobierno, en todos los niveles, son incapaces de organizar planes para prepararse y dedicar los recursos necesarios para minimizar el daño al pueblo trabajador.
Los residentes aledaños a la planta química BioLab en Westlake, Louisiana, fueron expuestos a gas de cloro cuando un incendio en la planta, causado por la tormenta, emitió sustancias tóxicas en la atmósfera. Los trabajadores de la planta fueron evacuados antes del incendio, pero a los vecinos les dijeron que se refugiaran en sus hogares.
El gobernador Edwards les ordenó, “cerrar las ventanas y puertas y APAGAR LAS UNIDADES DE AIRE ACONDICIONADO”. La contaminación proveniente de la planta no es nada nuevo. Según la Agencia de Protección Ambiental, los patrones de las empresas vertieron productos químicos en el Bayou Verdine, violando las regulaciones ambientales en 185 ocasiones el año pasado.
En Cuba nadie queda abandonado
Cuando Laura atravesó el Caribe, al menos 31 personas murieron en Haití y nueve en la República Dominicana. La tormenta también golpeó a Cuba, Puerto Rico y Jamaica, pero no se han reportado víctimas. Mientras que los trabajadores bajo el capitalismo quedan abandonados a su suerte, lo contrario ocurre en Cuba, donde los trabajadores y agricultores hicieron una revolución socialista y tienen el poder político.
Para prepararse para los huracanes, los Comités de Defensa Civil de Cuba, trabajando con los sindicatos, las organizaciones de masas y el gobierno, minimizan los daños a la vida. Todos saben de antemano el refugio al que acudirán o el amigo o pariente con quien se albergarán, la ruta de evacuación y qué suministros hay que incluir en su paquete de emergencia. Las autoridades gubernamentales brindan alimentos y atención médica a los evacuados. Con la tormenta Laura se tomaron medidas especiales debido a COVID-19.
Los Comités de Defensa Civil organizan simulacros de preparación, detallando lo que cada hogar y lugar de trabajo debe hacer. Antes de que Laura llegara al este de Cuba, el 23 de agosto, dirigieron la evacuación segura de 334 mil personas.
Después de la tormenta se organizaron 500 brigadas de trabajadores eléctricos. Para el 26 de agosto, “se había restablecido el 98.5 por ciento de la electricidad”, dijo Lázaro Guerra Hernández, de Unión Nacional Eléctrica.
Los cultivos fueron destruidos por la tormenta, creando nuevos desafíos para el gobierno revolucionario. El aumento de la producción de alimentos es clave ante la crisis capitalista mundial y las recientes medidas de Washington para recrudecer su embargo contra Cuba.