Decenas de miles de trabajadores y jóvenes han protestado contra la brutalidad policial en más de 100 ciudades de Nigeria desde el 8 de octubre. Desde Lagos hasta las zonas rurales, los manifestantes exigen que se disuelva la Escuadra Especial Antirrobos (SARS) de la policía nigeriana. El 17 de octubre, 10 mil personas marcharon en Abuja, la capital, a pesar de la prohibición de protestas justificada por el gobierno por la COVID-19.
La noche del 20 de octubre la policía atacó brutalmente a los manifestantes en Lagos matando e hiriendo a varios de ellos.
Amnistía Internacional documentó 82 casos de tortura, asesinatos, extorsión y violaciones a manos del SARS entre enero de 2017 y mayo de 2020, incluidos “simulacros de ejecución, palizas, ahogamientos y asfixia”. Vestidos de civil y con armas pesadas, estos policías matones ponen retenes para extorsionar. Regularmente detienen y acosan a los jóvenes.
Las protestas se intensificaron aún después que el presidente nigeriano Muhammadu Buhari anunciara el 11 de octubre que la SARS será disuelta. Buhari ha hecho esta promesa antes y dice que ahora está armando una unidad SWAT nacional, que incluye a ex policías del SARS. Ese mismo día, las autoridades ordenaron a todos los miembros de la escuadra a que se presentaran en Abuja para un “interrogatorio y un examen psicológico” a fin de volver a ingresar.
“Creo que alrededor del 80 por ciento de la gente, la mayoría de ellos jóvenes, asistieron a las protestas por primera vez”, dijo Oladunni Segun, dirigente del Movimiento de la Escuela Ideológica Amilcar Cabral, al Militante por teléfono desde Lagos el 18 de octubre. “Y protestan el día entero”.
Sheriff Sholagbade, otro dirigente del grupo, dijo al Militante que los esfuerzos del gobierno para socavar las protestas han fracasado y que “se están haciendo cada vez más grandes”. Dijo que también brindan la oportunidad de discutir sobre política y lo que enfrenta el pueblo trabajador en Nigeria hoy en día.
“La policía seguirá siendo policía”, dijo Segun. “Son una institución de represión de clase de los capitalistas. Necesitamos ver la lucha más allá de la reforma policial”.
Hasta antes del ataque del 20 de octubre 10 manifestantes habían sido muertos y decenas heridos por los gases lacrimógenos, cañones de agua y munición real de la policía. Los manifestantes exigen justicia para los muertos, indemnización para sus familias, liberación inmediata de todos los detenidos y un organismo independiente para investigar y procesar los abusos policiales.
Las protestas suceden en medio de una crisis económica cada vez más profunda y la continua propagación del coronavirus. Los cierres de la producción y el comercio vinculados al virus han tenido un gran efecto en la economía, la más grande de África.
Nigeria es el país más poblado de África. Alrededor del 35 por ciento de los nigerianos de entre 15 y 34 años están desempleados. Se estima que más de la mitad de los 206 millones de habitantes del país viven con menos de 2 dólares al día y la esperanza de vida es de solo 54 años. La inflación está aumentando y los ingresos del petróleo, el mayor recurso natural del país, se han desplomado.
Los inmigrantes nigerianos y sus partidarios han realizado actos de solidaridad con las protestas, en Berlín, Londres, Toronto, Nueva York, Atlanta, Houston y Washington.
“La semana pasada, nos acosaron a mí y a mis amigos. Dijeron que querían comernos”, dijo Seun Gbadamosi, de 23 años, a Al Jazeera en un mitin en Ibadan. “Por eso protestamos. Por eso marchamos. Queremos la disolución total”.
El 15 de octubre, el ejército nigeriano advirtió a los manifestantes, —calificándolos de “elementos subversivos y alborotadores”— que respaldaría al gobierno “en cualquier capacidad para mantener la ley y el orden”. El ejército anunció que realizaría un ejercicio armado a nivel nacional, denominado Operación Sonrisa de Cocodrilo, del 20 de octubre al 31 de diciembre.