Los sucesos más significativos en el Medio Oriente en muchos años son los acuerdos alcanzados por los gobernantes de Israel, los Emiratos Árabes Unidos y Bahréin para el reconocimiento mutuo, facilitados por la administración del presidente Donald Trump. Estos gobernantes árabes suníes, y otros en la región, también están incrementando sus vínculos militares y económicos con el gobierno israelí.
Este giro en desarrollo se basa en los esfuerzos para formar un frente común contra los gobernantes capitalistas en Irán. Teherán ha atrincherado sus fuerzas armadas y milicias aliadas en Iraq, Líbano, Siria y Yemen, a medida que las guerras y los conflictos civiles sacuden la región y continúan amenazando la existencia de Israel.
Desde que la administración Trump se retiró del acuerdo nuclear de 2015 con Teherán, el régimen iraní ha reanudado la acumulación de uranio enriquecido y ha desarrollado misiles balísticos de alta precisión, que utilizó en ataques contra los campos petroleros de Arabia Saudita y los ha compartido con sus aliados.
Los gobernantes iraníes temen que crezca entre los trabajadores la oposición a los costos mortales de las intervenciones militares de Teherán en el extranjero. Con un deterioro en las condiciones de vida y de trabajo y el creciente número de víctimas de las guerras de los gobernantes iraníes, cientos de miles de personas se unieron a protestas en los últimos años, las cuales fueron reprimidas brutalmente.
Tras el establecimiento de relaciones diplomáticas entre Israel y los Emiratos Árabes Unidos y Bahréin este otoño, Tel Aviv llegó a un acuerdo con el gobierno de Sudán el 23 de octubre. La primera visita conocida de un alto funcionario israelí a Arabia Saudita sucedió el 22 de noviembre, cuando el primer ministro Benjamín Netanyahu se reunió con el príncipe heredero de Arabia Saudita, Mohammed bin Salman.
Están en marcha conversaciones para poner fin al embargo impuesto a Catar por los gobernantes de Arabia Saudita, Egipto, Bahréin y los Emiratos Árabes Unidos, por sus vínculos con Teherán. Washington considera las divisiones entre los gobiernos de Arabia Saudita y Catar un obstáculo en los esfuerzos para aislar a Teherán.
Estos pasos registran el agotamiento de la política de tratar a Israel como estado paria mantenida por los gobernantes árabes durante décadas. Los gobiernos de Jordania y Egipto firmaron acuerdos de paz con los gobernantes israelíes en los últimos años. Otros gobiernos árabes y los líderes de la Autoridad Nacional Palestina han continuado la política de no a los acuerdos de paz, no a las negociaciones y no al reconocimiento de Israel, y hasta han ganado el apoyo de la ONU y la Unión Europea.
Los cambios recientes han asestado golpes devastadores a los esfuerzos de los dirigentes palestinos para justificar provocaciones militares contra Israel que han llevado a represalias por las fuerzas israelíes, un ciclo continuo de derramamiento de sangre y devastación.
El príncipe saudí Bandar bin Sultan bin Abdulaziz, un miembro prominente de la monarquía saudí, criticó a los portavoces palestinos por negarse a ver los pactos entre Israel, los Emiratos Árabes Unidos y Bahréin como aperturas para buscar el establecimiento de una patria palestina.
Al dirigirse a funcionarios palestinos por primera vez el 4 de diciembre, el ministro de defensa israelí, Benny Gantz, los instó a reanudar conversaciones con el gobierno israelí, prometiendo ayuda e inversiones.
‘Reconocimiento de Palestina e Israel’
Estos eventos tienen el potencial de abrir la puerta a la transformación de las relaciones de clase en la región a favor de los intereses de las masas trabajadoras.
Una declaración de diciembre de 2017 del secretario nacional del Partido Socialista de los Trabajadores, Jack Barnes, señala “la necesidad política de que los gobiernos israelí y árabes y los liderazgos de las organizaciones palestinas inicien conversaciones inmediatas para reconocer tanto a Israel como a un estado palestino independiente.
“Las negociaciones para llegar a ese acuerdo deben reconocer el derecho de los judíos en todas partes del mundo a refugiarse en Israel frente al aumento global del odio antijudío y de la violencia antisemita, así como el derecho incondicional del desposeído pueblo palestino a una patria soberana con territorio contiguo en las tierras (incluida Jerusalén Oriental) conquistadas y ocupadas por el gobierno israelí durante la guerra de 1967”.
Esta declaración conserva toda su fuerza hoy. “Es por este camino que el pueblo trabajador de todos los orígenes nacionales, creencias religiosas y lealtades políticas en Israel y Palestina podrá usar y defender el espacio necesario para expresarse, organizarse y comenzar a rectificar el legado sangriento de la dominación imperialista y la explotación capitalista”, dice Barnes. La declaración completa está disponible en el sitio web del Militante.
¿Qué sigue ahora?
El presidente electo Joe Biden dice que quiere revocar las decisiones de Trump de retirarse del acuerdo nuclear con Irán, siempre que los gobernantes iraníes acuerden volver a cumplir plenamente con sus restricciones. Los gobernantes de Teherán dicen que esto puede ser posible, si Washington pone fin a todas sus sanciones.
En un artículo del New York Times el 29 de noviembre, el columnista liberal Thomas Friedman, quien odia a Trump, advirtió a Biden que no renuncie a “la influencia de las sanciones económicas extremas contra Irán” impuestas por la administración Trump, a menos que Washington pueda obligar a Teherán a detener su exportación de misiles guiados de precisión. Estas sanciones tienen consecuencias desastrosas para el pueblo trabajador en Irán.
Friedman reconoció el papel de la administración Trump en los últimos acuerdos con Israel y dijo que esto merece el apoyo de Biden. Fue “el logro de política exterior más importante de Trump”, dijo Friedman.
Dentro del Partido Demócrata de Biden hay fuerzas que llaman a la destrucción de Israel. El 29 de noviembre, la representante Rashida Tlaib, miembro de los Socialistas Democráticos de Estados Unidos junto con la representante Alexandria Ocasio-Cortez, publicaron un mensaje en Internet que decía “Del río al mar, Palestina será libre”, una consigna utilizada por los defensores de la destrucción del estado judío. Bajo presión, Tlaib retiró el mensaje.
“En Estados Unidos y otros países imperialistas, organizaciones de radicales de clase media que dicen ser comunistas o socialistas”, dijo Barnes en la declaración del PST en 2017, “rechazan explícitamente cualquier perspectiva para promover la solidaridad de clase entre los trabajadores palestinos, judíos y otros; a menudo alzan el grito reaccionario: ‘¡Del río hasta el mar, Palestina será libre!’ Esta trayectoria dirigida a expulsar a los judíos de la región les resta a estos grupos toda legitimidad moral o política para presentarse como ‘tribuno del pueblo’ como lo expresó el dirigente bolchevique V.I. Lenin hace más de un siglo”.
“Estamos a favor de todo lo que renueve nuestra solidaridad y confianza de clase, que nos conduzca por un rumbo revolucionario hacia una lucha unida por el poder obrero”, dijo Barnes.